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La ingratitud

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Predicas Cristianas

Predicas Cristianas Predica de Hoy: La ingratitud: Una señal de tiempos peligrosos

Introducción

La historia de los EUA recoge, que antes de convocar un día nacional de ayuno, el presidente de los Estados Unidos, Abraham Lincoln (1861-1865), declaró:

“Hemos sido los destinatarios de las bendiciones más selectas del cielo. Hemos sido preservados estos muchos años, en paz y prosperidad. Hemos crecido en número, riqueza y poder como ninguna otra nación ha crecido; ¡PERO HEMOS OLVIDADO A DIOS! Hemos olvidado la Mano amable que nos preservó en paz, nos multiplicó, enriqueció y fortaleció; y en vano hemos imaginado, en el engaño de nuestros corazones, que todas estas bendiciones fueron producidas por una sabiduría superior y una virtud propia”.

Las palabras del Presidente Lincoln tienen una vigencia impresionante porque describen la realidad americana de hoy. Porque nada más lejos de la verdad dijo este hombre hace más de 150 años (siglo y medio).

Hoy quiero detenerme hablarles un poco acerca de la ingratitud. Que más que un síntoma, es un síndrome de una sociedad en peligro.

El agradecimiento y la ingratitud

El agradecimiento y la ingratitud no parecen importantes para la mayoría de las personas de nuestros tiempos, sin importar edad, condición social o económica, incluso religiosa. Pero el Dios de la Biblia ve las cosas de una forma totalmente diferente.

El Diccionario de Webster define a la “ingratitud” como: “Olvido de, o pobre agradecimiento por la bondad recibida”. También puede definirse como no apreciar o valorar lo que se tiene, o lo que se ha recibido. ¡La gratitud no expresada es también ingratitud!

Ingratitud es un tema que la Biblia trata con mucha seriedad. La ingratitud es una señal de una sociedad enferma y en peligro. La ingratitud es una actitud que ofende a Dios. Es la raíz de otros pecados.

Veamos algunos aspectos bíblicos sobre la ingratitud:

I. La ingratitud es una forma de rebelión contra Dios.

Cuando las personas no reconocen a Dios como el dador de todo lo bueno, se vuelven superficiales y frívolos en sus pensamientos y sus corazones se oscurecen.

Cuando el apóstol Pablo escribe su carta a los cristianos que están en Roma, argumenta que el hombre no tiene excusa para decir que no conoce a Dios, porque puede ver cómo es Dios por medio de Su obra. Porque así como se puede conocer bastante a una persona por lo que ha hecho, de igual manera podemos conocer a Dios por Su creación. De ahí que el pecador no tiene disculpa ante Dios.

Pero ¿qué ha hecho el hombre? En lugar de mirar hacia Dios, de caminar con la mirada fija en Dios, se mira a sí mismo. Y esta es la esencia del humanismo.

El humanismo es un sistema de ideas y creencias centrado en el principio de que las necesidades, de la sensibilidad y de la inteligencia humana se pueden satisfacer, sin tener que aceptar la existencia de Dios y la predicación del evangelio. Y por no mirar por dónde ni adónde va, cae víctima del pecado.

Observemos lo que dice Pablo: “Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, NI LE DIERON GRACIAS, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido”. (Romanos 1:21ss).

Es obvio que las personas que no reconocen la existencia y el plan de Dios no van a ser agradecidas con Él. De tal manera que la ingratitud, ante la revelación general de Dios en Su Creación es la mayor evidencia de falta de fe, de amor y respeto hacia Dios. La ingratitud deshonra a Dios como Creador y Sustentador de todo cuanto existe.

II. La ingratitud es un síntoma de un corazón orgulloso y egoísta

La ingratitud es un síntoma de un corazón orgulloso y egoísta, que no aprecia las bendiciones de Dios ni las comparte con los demás. La ingratitud también conduce a la insatisfacción, a la queja constante y a las murmuraciones, incluso alimenta el egoísmo. Y todas estas actitudes desagradan y alejan a las personas de Dios.

La ingratitud del pueblo de Israel, manifestada en quejas y murmuraciones constantes contra Dios y Moisés, trajo como consecuencia que en lugar de ir en línea recta a la tierra prometida, caminaran en círculos. Un peregrinaje de tan sólo 40 días, se convirtieron en 40 largos años. (Éxodo 17:1-7). La ingratitud detiene los planes y las bendiciones de Dios. (2 Crónicas 7:19-22).

Sin embargo, la Biblia dice que la gratitud atrae las bendiciones del Señor. “Si de veras quieres honrarme, tráeme ofrendas de gratitud. Si corriges tu conducta, yo te salvaré”. (Salmos 50:23 TLA).

“Adorar a Dios no es simplemente hacer lo que le agrada, sino también agradecerle siempre por lo que Él hace”.

III. La ingratitud es una característica de los tiempos difíciles.

La ingratitud no solo afecta nuestra relación con Dios, sino también nuestra relación con los demás. Cuando no valoramos ni apreciamos lo que recibimos, podemos herir a las personas que nos aman y nos ayudan. También podemos perder oportunidades de bendecir a otros con lo que tenemos. Con la ingratitud viene la insatisfacción, la amargura y el egoísmo.

Jesús advirtió que, para los tiempos del fin, “Habrá tanto pecado y maldad, que el amor de muchos se enfriará.” (Mateo 24:12 NTBAD).

En su segunda carta a Timoteo, Pablo le advierte: “También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, INGRATOS …”. (2 Timoteo 3:1-2). Esta lista de actitudes destructivas de los tiempos del fin es bastante larga, y es notable que en ella se incluyen a los “ingratos”.

En el mundo acelerado en que vivimos, a un gran número de personas les cuesta dar gracias. Y a otros les cuesta demostrar que sienten gratitud por lo que han hecho por ellos. Incluyendo a padres, hermanos, amigos, vecinos, la iglesia, la escuela…quienes han hecho en más de una ocasión algo por ellos.

Y lo más probable es que esa ingratitud que hoy se manifiesta, se haya gestado durante los primeros años de vida de la persona. Porque si los padres no enseñaron a sus hijos a valorar y apreciar lo que los demás hacían por ellos, lo más probable es que esos niños o adolescentes, terminen desarrollando lo que se conoce como el Síndrome del Emperador.

Causas que influyen en este síndrome

Entre las causas que influyen en este síndrome (trastorno conductual), está la actitud permisiva de los padres, que no son capaces de establecer límites en sus hijos; y también influye negativamente los medios de comunicación (redes sociales) y las amistades tóxicas.

Estos niños crecen sin mostrar respeto, empatía y gratitud hacia nadie. Pueden llegar hasta insultar, amenazar e incluso, golpear a sus padres si no hacen lo que ellos piden.

Y como resultado, arrastrarán a la adultez, esa visión egocéntrica del mundo, y crecerán creyendo que los demás están obligados a satisfacer sus necesidades y deseos. Y es triste, porque esa forma de comprender el mundo les impedirá experimentar las bendiciones de la gratitud.

Pero hay otro detalle que influye en la ingratitud que hoy se experimenta. Es el hecho de que vivimos en una sociedad consumista, donde las personas se sienten con el derecho de exigir ser servido, sin apreciar la importancia de agradecer a quien le presta un servicio. “Para eso le pago”.

La palabra gracias

Lo triste de todo esto, es que las personas que son incapaces de pronunciar la palabra gracias, pierden su potencial de crear relaciones humanas satisfactorias e incluso, de realizarse a sí mismo como persona.

Cuando no tenemos la capacidad y la habilidad de apreciar el gesto que han tenido con nosotros, de apreciar sus efectos positivos, y de reconocer y estimar el esfuerzo o la intención de la otra persona, somos víctimas de la ingratitud.

La mayoría de los cristianos hemos leído las palabras de Jesús cuando dijo: “Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos”. (Mateo 7:12).

Pablo en su carta a los gálatas complementa esta Regla de oro, al decirnos que, “…todo lo que el hombre sembrare, eso también segará.” (Gálatas 6:7). Procuremos sembrar sólo aquello que deseamos recoger.

Mirémoslo en perspectiva. “Si yo hiciera algo por alguien, como lo han hecho conmigo, ¿me gustaría recibir algún agradecimiento?” Es muy probable que sí. Entonces, hagamos con la gente, lo que nosotros queremos que la gente haga con nosotros.

No cabe duda de que ayudar a otras personas es un acto que nos hace sentir bien, en sí mismo. Pero tampoco cabe duda de que recibir agradecimiento por el esfuerzo, la atención o el tiempo brindados es muy reconfortante. Porque a fuerza de ayudar, sin recibir nada a cambio, el corazón también se agota. Nadie quiere estar cerca de una persona que no valora ni agradece lo que recibe.

IV. La ingratitud se puede vencer con la gracia de Dios.

Sabemos que no es fácil cambiar de un día para otro a alguien acostumbrado a no ejercer el arte de la amabilidad. Imagínese, quien no agradece ni un vaso de agua, ni que le recojamos algo que se le ha caído al suelo, tampoco agradecerá nuestros sacrificios y concesiones.

Pero a pesar de nuestra tendencia natural a ser ingratos, Dios nos ofrece su perdón y su ayuda para cambiar nuestro corazón, y llenarlo de agradecimiento hacia Él y hacia los demás.

En su carta a los efesios, el apóstol Pablo aconseja: “Dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo”. (Efesios 5:20).

Podemos ser agradecidos cuando recordamos todo lo que Dios ha hecho por nosotros, especialmente el regalo de su Hijo Jesucristo, que murió por nuestros pecados y nos dio la vida eterna.

Podemos ser agradecidos cuando vemos las bendiciones que Dios nos da cada día, y cuando las compartimos con los demás.

Podemos ser agradecidos cuando alabamos a Dios con nuestros labios y con nuestra vida, y cuando le servimos con gozo y humildad.

Entonces vamos a contarle a la gente de nuestras bendiciones, y no vamos a cargarlos con nuestras preocupaciones.

Si miramos a nuestro alrededor, ¿cuántos padres dejan de comer para asegurarse de que sus hijos coman? ¿Cuántos han experimentado la muerte repentina de un ser querido o el diagnóstico de una enfermedad terminal? ¿Cuántos venden a sus hijas y órganos vitales para poder sobrevivir?  

Desafortunadamente, estas son realidades sombrías que muchos alrededor del mundo enfrentan cada día. ¡Agradezca a Dios cada día por todas las cosas terribles que no ha tenido que soportar!

CONCLUSIONES

Alguien dijo en una ocasión “que quien ayuda debe tener la memoria corta, pero quien recibe debe asegurarse de tener una memoria larga.”

Jesús dijo: “no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha.” (Mateo 6:3). Y el apóstol Pablo aconsejó: “Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús.” (1Tesalonicenses 5:18).

La Biblia dice: “centren ustedes el pensamiento en lo que es verdadero, noble y justo. Piensen en lo que es puro, amable y honorable, y en las virtudes de los demás. Piensen en todo aquello por lo cual pueden alabar a Dios y estar contentos.” (Filipenses 4:8 NTBAD).

Llamado a Salvación

© David N. Zamora. Todo los derechos reservados.

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David N. Zamora
Ministro Ordenado de las Asambleas de Dios, Pastor Principal de la Iglesia Misionera, A.D.,Inc., Tampa, Florida, EUA. Siendo muy joven comienza a servir al Señor en la Iglesia Evangélica Pentecostal de Cuba (Asambleas de Dios), de Las Tunas, donde se desempeña como maestro bíblico desde el año 1978. Su intensa y activa labor Pastoral en Cuba comienza en Enero de 1991. En abril de 1996 se gradúa de Bachiller en Teología y Biblia, por los Estudios Dirigidos de Superación Bíblica (EDISUB) de las Asambleas de Dios en Cuba. Obtiene su Licenciatura en Teología por medio del Instituto de Superación Ministerial de las Asambleas de Dios de América Latina (ISUM). El Pastor Zamora lleva mas de 47 años de casado con su esposa Raquel González. De esta unión matrimonial nacieron dos hijos: Merlyn David y Otoniel Zamora, quienes se desempeñan activamente, como Ministros de Música y Predicadores del evangelio de Jesucristo.

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