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La adoración verdadera

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Estudios Bíblicos Predica de Hoy: Restaurando la adoración verdadera: El reinado de Ezequías

Estudios Bíblicos Lectura Bíblica: 2 Crónicas 29

Introducción

Ezequías fue un rey justo y temeroso de Dios, se encontró reinando en un momento en que la adoración verdadera en Judá se había corrompido. Muchos habían abandonado los mandamientos de Dios y se habían entregado a la idolatría y a prácticas paganas (2 Crónicas 28:1-4).

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En primer lugar, Ezequías derribó los altares y los ídolos que habían sido erigidos en el país.

Reconoció que la adoración de ídolos era una afrenta a Dios y buscó purificar el lugar de adoración. En su corazón, anhelaba que el pueblo volviera a adorar al único Dios verdadero (verss. 3-5).

Luego, convocó a los sacerdotes y levitas y los exhortó a consagrarse y purificarse. Sabía que la restauración de la adoración verdadera requería líderes espirituales comprometidos y santificados. Les recordó su papel y responsabilidad de servir al Señor y al pueblo con integridad y devoción (verss. 4-11).

Ezequías también restableció los sacrificios y ofrendas prescritos por la ley de Moisés. Buscó la reconciliación del pueblo con Dios mediante los rituales de expiación y redención. Su deseo era que la nación entera experimentara el perdón y la restauración divina (verss. 20-24).

Importancia de la adoración verdadera

La historia de Ezequías nos enseña la importancia de la adoración verdadera en nuestra vida. Al igual que él, debemos examinar nuestros corazones y deshacernos de cualquier forma de idolatría o práctica pecaminosa que nos aleje de Dios.

Debemos buscar la pureza y la consagración, tanto en nuestras vidas personales como en nuestra adoración comunitaria. La restauración de la adoración verdadera implica obedecer los mandamientos de Dios y ofrecerle nuestros corazones sinceros y humildes.

Hoy en día, podemos aplicar estos principios a nuestra vida espiritual. Debemos examinar nuestras prioridades y asegurarnos de que Dios ocupe el primer lugar en nuestras vidas. Debemos purificar nuestra adoración, desechando cualquier forma de idolatría o superficialidad.

Asimismo, debemos buscar líderes espirituales comprometidos y guiados por la Palabra de Dios. La restauración de la adoración verdadera trae consigo la bendición de Dios y nos acerca a una relación íntima con Él. Ahora examinemos como podemos aplicar estos principios a nuestra vida.

I. Ezequías abrió las puertas del templo (vers. 3)

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Ezequías, como rey justo y temeroso de Dios, entendió la relevancia de abrir las puertas del templo para la adoración y el servicio a Dios. Aquí vemos que se menciona que Ezequías “abrió las puertas de la casa de Jehová“.

Esta acción fue significativa, ya que simbolizaba una invitación a Dios para que entrara y habitará entre Su pueblo.

De manera similar, en nuestras vidas, abrir las puertas del templo del corazón significa permitir que Dios tenga acceso total y libre en cada área de nuestra existencia. Es un acto de rendición y entrega total. Al abrir nuestras puertas a Dios, le estamos dando la bienvenida en nuestra vida para que nos transforme, guíe y dirija.

abrir las puertas del templo: Comienzo de la adoración verdadera

Al abrir las puertas del templo, Ezequías demostró su deseo de tener una relación genuina con Dios y de someterse a Su voluntad. Asimismo, nosotros también debemos tener ese anhelo y disposición de abrir nuestras puertas y entregarle el control a Dios. Es un acto de confianza y reconocimiento de que Él es el único digno de ser adorado y seguido.

En la actualidad, abrir las puertas del templo de nuestro corazón implica invitar a Dios a habitar en nosotros a través de su Espíritu Santo. Significa permitir que Su amor, Su gracia y Su sabiduría llenen cada rincón de nuestra vida. Al abrir nuestras puertas, estamos abriendo nuestro ser a Su influencia transformadora.

Además, al abrir las puertas del templo, Ezequías estaba invitando a toda la nación a unirse a él en la adoración y el servicio a Dios. Del mismo modo, cuando abrimos nuestras puertas al Señor, estamos invitando a otros a experimentar Su amor y salvación a través de nosotros. Nuestra vida y testimonio se convierten en un testimonio vivo de la presencia de Dios en nosotros.

La apertura de las puertas del templo por parte de Ezequías simboliza la importancia de abrir nuestro corazón y permitir que Dios entre en nuestras vidas. Hoy, debemos seguir su ejemplo y abrir nuestras puertas al Señor, invitándolo a habitar en nosotros y transformar cada aspecto de nuestra existencia. Al hacerlo, experimentaremos su amor, dirección y propósito en nuestras vidas, y seremos un testimonio vivo de su gracia para aquellos que nos rodean.

II. Ezequías purificó el templo y a los sacerdotes (verss. 15-17)

Ezequías comprendió la importancia de la purificación para la adoración verdadera, tal como se menciona en estos versículos. En ese pasaje bíblico, se relata cómo Ezequías reunió a los sacerdotes y levitas para purificar tanto el templo como al pueblo de Judá.

La purificación era un proceso crucial para restablecer la relación correcta con Dios y renovar la adoración verdadera. Ezequías entendió que antes de acercarse a Dios en adoración, era necesario examinar el corazón y buscar la purificación del pecado. Reconoció que cualquier forma de impureza o desviación de los mandamientos de Dios debía ser eliminada.

De manera similar, en nuestras vidas, debemos seguir el ejemplo de Ezequías y examinar nuestros corazones en busca de cualquier pecado o actitud que nos aleje de la presencia de Dios. La purificación es un proceso espiritual que implica arrepentimiento, confesión y abandono de todo aquello que entristece al Espíritu Santo.

El examen de nuestros corazones nos permite identificar áreas en las que hemos caído en pecado, como el egoísmo, la envidia, la ira, la mentira o cualquier otra actitud pecaminosa. Al reconocer esos pecados, podemos confesarlos a Dios y recibir su perdón y restauración.

La purificación también involucra renovar nuestra mente y corazón con la palabra de Dios. Es importante sumergirnos en la Biblia y permitir que sus enseñanzas nos transformen. A medida que nos llenamos de la verdad y los principios de Dios, Su Espíritu Santo nos guiará hacia la pureza y la santidad.

Al buscar la purificación, abrimos el camino para una adoración verdadera y sincera. Nuestro corazón renovado y purificado es un lugar adecuado para que Dios habite y sea adorado. Nos acercamos a Él con una actitud de humildad, reverencia y gratitud, reconociendo Su santidad y nuestro anhelo de obedecerle en todo.

La historia de Ezequías nos enseña la importancia de la purificación para la adoración verdadera. En nuestras vidas, debemos examinar nuestros corazones y buscar la purificación del pecado, tanto mediante el arrepentimiento y la confesión, como mediante la renovación de nuestra mente con la Palabra de Dios. Al hacerlo, nos acercamos a Dios con corazones limpios y dispuestos a adorarle con sinceridad y devoción.

III. Ezequías restauró los sacrificios y las ofrendas (verss. 27-28)

Ezequías, en su afán de restaurar la adoración verdadera, reconoció la importancia de los sacrificios y las ofrendas prescritos por la ley de Moisés, tal como se registra en los versículos que acabamos de leer. Él comprendió que estos actos de devoción eran esenciales para restablecer la comunión con Dios y demostrarle reverencia y gratitud.

Al restablecer los sacrificios y las ofrendas, Ezequías buscaba la reconciliación del pueblo con Dios. Estos rituales eran una manera de buscar el perdón y la purificación de los pecados, así como de expresar gratitud y compromiso hacia el Señor. Al ofrecer sacrificios y ofrendas conforme a la ley, Ezequías buscaba restablecer una relación correcta con Dios y renovar la alianza con Él.

La adoración verdadera hoy en día

Hoy en día, si bien los sacrificios y las ofrendas prescritos por la ley mosaica ya no son necesarios debido al sacrificio perfecto de Jesucristo en la cruz, aún podemos aplicar el principio espiritual que representan. Como creyentes, debemos ofrecer nuestros sacrificios de alabanza y servicio a Dios.

El sacrificio de alabanza implica ofrecerle a Dios nuestra gratitud, adoración y reconocimiento por Su bondad y fidelidad en nuestras vidas. Es un acto de humildad y reverencia hacia Él, reconociendo que todo lo que tenemos proviene de su mano.

El sacrificio de servicio, por otro lado, implica ofrecerle a Dios nuestras vidas y habilidades para Su obra y para bendición de los demás. Es un acto de entrega y obediencia, poniendo nuestros dones y talentos al servicio de Dios y Su reino.

Ofrecer sacrificios de alabanza y servicio implica un compromiso constante y sincero con Dios. No se trata solo de palabras o acciones externas, sino de un corazón rendido y dispuesto a honrar a Dios en todo momento. Significa vivir en obediencia a Su palabra y permitir que su Espíritu Santo nos guíe en cada área de nuestras vidas.

Al ofrecer nuestros sacrificios de alabanza y servicio, experimentamos una relación más profunda con Dios y experimentamos Su presencia y bendición en nuestras vidas. Nuestra adoración se vuelve genuina y transformadora, y nos convertimos en instrumentos utilizados por Dios para hacer su voluntad en este mundo.

Al igual que Ezequías restableció los sacrificios y las ofrendas en su tiempo, hoy debemos ofrecer a Dios nuestros sacrificios de alabanza y servicio. Al hacerlo, demostramos nuestra gratitud, reverencia y compromiso hacia Él, y experimentamos una relación más profunda y significativa con nuestro Creador.

IV. Ezequías llamó a la congregación a la adoración (verss. 30-31)

Ezequías, consciente de la importancia de la adoración comunitaria, convocó a todo el pueblo de Judá para que se unieran en un acto de adoración al Señor, tal como encontramos en los versículos que acabamos de leer. Reconoció que la adoración no era solo un asunto personal, sino también un acto que debía ser compartido en comunidad.

Al convocar a todo el pueblo para adorar al Señor juntos, Ezequías buscaba fomentar la unidad y la comunión entre ellos. Sabía que al reunirse como un cuerpo de creyentes, podían fortalecerse mutuamente, animarse en la fe y magnificar la grandeza de Dios en una forma más poderosa.

Hoy en día, seguimos el ejemplo de Ezequías al reunirnos como iglesia para adorar y alabar a Dios en comunidad. La adoración en conjunto nos permite experimentar la presencia de Dios de una manera especial y fortalecernos mutuamente en la fe. Es en la comunión y el compañerismo con otros creyentes que podemos compartir nuestras experiencias espirituales, orar unos por otros y recibir enseñanza bíblica para nuestro crecimiento espiritual.

La adoración comunitaria también nos brinda la oportunidad de unir nuestras voces en alabanza y gratitud hacia Dios.

Al cantar himnos y canciones de adoración juntos, nos animamos unos a otros y proclamamos la grandeza de nuestro Dios. Además, la predicación y enseñanza de la palabra de Dios nos nutre y nos desafía a crecer en nuestra fe y obediencia.

Al reunirnos como iglesia para adorar, también ejercemos nuestra responsabilidad de edificar y fortalecer a los demás. Nuestras palabras de aliento, nuestras oraciones y nuestro amor mutuo son expresiones concretas de nuestra adoración a Dios. Además, nos damos cuenta de que no estamos solos en nuestro caminar, sino que somos parte de una familia espiritual más amplia que comparte nuestras alegrías y cargas.

Siguiendo el ejemplo de Ezequías, hoy debemos reunirnos como iglesia para adorar y alabar a Dios en comunidad. La adoración comunitaria nos brinda la oportunidad de experimentar la presencia de Dios, fortalecernos unos a otros y proclamar su grandeza. Además, nos desafía a crecer en nuestra fe y nos permite ejercer nuestra responsabilidad de edificar y fortalecer a los demás. Al reunirnos para adorar, glorificamos a Dios y experimentamos el gozo y la plenitud de una relación íntima con nuestro Creador y Salvador.

V. Ezequías enseñó la importancia de la obediencia (vers. 34)

Ezequías, como líder espiritual, comprendió la importancia vital de obedecer los mandamientos de Dios y transmitió esta enseñanza al pueblo de Judá. Reconoció que la obediencia a los mandamientos divinos era esencial para mantener una relación correcta con Dios y experimentar su bendición.

Enseñó al pueblo la necesidad de seguir fielmente la palabra de Dios y vivir de acuerdo con sus preceptos. Les recordó que los mandamientos de Dios son una guía para nuestras vidas, un camino de sabiduría y una muestra de amor divino hacia nosotros. Al obedecer los mandamientos de Dios, nos alineamos con Su voluntad y experimentamos Su cuidado y protección en nuestras vidas.

Hoy en día, la enseñanza de Ezequías sigue siendo relevante para nosotros. Debemos ser obedientes a la palabra de Dios y vivir de acuerdo con sus mandamientos.

Esto implica más que simplemente conocer intelectualmente los mandamientos; se trata de aplicarlos en nuestras vidas diarias y permitir que transformen nuestras actitudes, pensamientos y acciones.

La obediencia a los mandamientos de Dios nos guía a tomar decisiones sabias y justas. Nos ayuda a evitar el pecado y las trampas del mundo, y nos capacita para vivir una vida que honre a Dios y sea testimonio de Su amor y gracia. Al obedecer a Dios, nos apartamos del mal y caminamos en la senda de la bendición y la vida abundante que Él nos ha prometido.

Ser obedientes a la Palabra de Dios también implica rendirnos a Su autoridad y confiar en Su sabiduría. Significa someter nuestros deseos y voluntades a los de Dios, reconociendo que Él sabe lo que es mejor para nosotros. En nuestra obediencia, expresamos nuestra reverencia y amor por Dios, demostrando que Su palabra es el fundamento de nuestra fe y nuestro guía para vivir una vida plena y significativa.

Además, la obediencia a los mandamientos de Dios nos permite ser testimonios vivos de Su amor y gracia en el mundo. Cuando vivimos de acuerdo con los principios bíblicos, reflejamos la imagen de Cristo y atraemos a otros hacia Él. Nuestra obediencia se convierte en una forma tangible de proclamar el evangelio y mostrar al mundo la realidad transformadora de tener una relación personal con Dios.

Siguiendo el ejemplo de Ezequías, hoy debemos ser obedientes a la palabra de Dios y vivir según sus mandamientos. La obediencia nos guía hacia una relación íntima con Dios, nos protege del pecado y nos conduce por el camino de la bendición. Ser obedientes implica someternos a la autoridad de Dios, confiar en su sabiduría y permitir que su Palabra transforme nuestras vidas. Al ser obedientes, reflejamos la imagen de Cristo y llevamos el testimonio de su amor y gracia al mundo.

Conclusión

Al igual que Ezequías restauró la adoración verdadera, debemos buscar restaurarla en nuestras vidas. La historia de Ezequías nos enseña valiosas lecciones sobre la restauración de la adoración verdadera. Ezequías, un rey justo y temeroso de Dios, se encontró reinando en un momento en que la adoración en Judá estaba corrompida. Sin embargo, él no se conformó con esa realidad y se propuso restaurar la adoración verdadera en el reino.

Ezequías derribó los altares e ídolos, convocó a los sacerdotes y levitas para su consagración, restauró los sacrificios y las ofrendas prescritos por la ley y convocó a todo el pueblo para adorar al Señor juntos. Además, enseñó la importancia de obedecer los mandamientos de Dios.

Estas enseñanzas son relevantes para nosotros hoy en día. Debemos abrir las puertas de nuestro corazón a Dios, buscar la purificación del pecado, ofrecer nuestros sacrificios de alabanza y servicio, reunirnos como iglesia para adorar y alabar a Dios en comunidad, y ser obedientes a la palabra de Dios en todas las áreas de nuestras vidas.

Al seguir estos principios, experimentaremos la restauración de la adoración verdadera y nos acercaremos a una relación íntima con Dios. Nuestra vida será transformada y seremos testimonios vivos de Su amor y gracia para el mundo que nos rodea.

© Jose M. Vallin. Todos los derechos reservados.

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2 comentarios en «La adoración verdadera»

  1. Muy edificante y hermosa la comparación entre lo que se hizo en el antiguo testamento y lo que debemos hacer ahora para lograr una verdadera Adoración al Señor, no como nos parezca mejor sino como a Dios le agrada. Saludos.

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