Eres parte de la iglesia

Luis Alberto Coria

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Eres parte de la iglesia

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Predicas Cristianas

Predicas Cristianas Prédica de Hoy: Eres parte de la iglesia

Predica Cristiana Lectura Bíblica: 1 Corintios 11:17-19

Introducción

Eres parte de la ekklesia del Señor como Él manda o simplemente eres un asistente mas a las reuniones de la congregación, tal como si asistieras a un evento social mas en tu vida?.

Leamos ahora la Palabra del Señor en 1 Corintios 11:17-19 “Pero el anunciaros esto que sigue, no os alabo; porque no os congregáis para lo mejor, sino para lo peor. Pues en primer lugar, cuando os reunís como iglesia, oigo que hay entre vosotros divisiones; y en parte lo creo. Porque es preciso que entre vosotros haya disensiones, para que se hagan manifiestos entre vosotros los que son aprobados.

La ekklesia = iglesia

El término, la palabra “Iglesia” proviene del griego “Ekklesia”, significando la misma “Asamblea de llamados”, y está aplicada a personas que han aceptado a Jesucristo como su Señor y Salvador.

Jesús determinó con total claridad la necesidad de la existencia de ésa iglesia, de ésa sociedad integrada por sus seguidores para llevar el evangelio del amor y la paz a la humanidad; Él creó esta iglesia para trabajar en y para la humanidad en un ministerio similar al que Él desarrollara a fin de engrandecer el Reino de Dios.

Y es bueno tener claro que no preconizó organización alguna, ni gobierno, ni administración para esa sociedad sino que hizo algo mucho mas importante, “le dio vida”.

Jesús conformó la sociedad en primera instancia con sus discípulos y comunicó a ellos hasta donde le fue posible, su propia vida, su Espíritu y sus propósitos; y como consecuencia de estar cimentados sobre la roca inconmovible, la roca pura y permanente que es Cristo tendremos una relación muy íntima y particular con Él; resulta imposible ser miembro de la iglesia sin tener la misma naturaleza del fundamento, menos aún sin mantener una unión sólida y constante con Él.

De la misma manera que vivió su vida terrenal en un cuerpo humano, individual, vive hoy una vida corporativa en un cuerpo tomado de la raza humana en general ya que la vida de Cristo continúa expresándose por medio de sus discípulos, por los miembros de la iglesia. Para que Cristo sea conocido y reconocido por el mundo, este deberá hacerlo por medio de los que llevan su nombre y conforman su vida según sus enseñanzas, es decir que Cristo es conocido por su vida desarrollada en cada uno de nosotros.

Los miembros de la iglesia

Conforme a lo expuesto en el Nuevo Testamento, los miembros de la iglesia, los integrantes de la “Asamblea de Llamados” son aquellos que tienen una fe implícita en el evangelio y su confianza descansa ciertamente en Cristo como salvador, “Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tu y tu casa” (Hechos 16:31).

Además de esto deben ser sumisos a la ordenanza del bautismo en agua como testimonio simbólico de la fe en Cristo y la regeneración en una nueva criatura y luego la confesión verbal de fe, “Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvos. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación” (Romanos 10:9-10).

Al principio tal vez todos los miembros de la iglesia eran regenerados verdaderamente, “Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos” (Hechos 2:47), el integrarse a la iglesia no era asistir a una reunión sino ser miembros de Cristo.

Actualmente se ha desvirtuado en algunos el concepto del bautismo en agua y la instrucción doctrinal, la enseñanza ha reemplazado la verdadera conversión y como consecuencia de esto es que se ha producido la inserción de un número de personas que no son cristianos de corazón en la iglesia.

La iglesia dentro de la iglesia

Existe una iglesia dentro de la iglesia, cristianos verdaderamente convertidos entre los que dicen serlo pero que sus acciones, su vida y su testimonio dice lo contrario. Estamos hablando de la iglesia integrada por aquellos cuyos nombres están escritos en el cielo y la otra que comparte el espacio físico.

La que comparte la casa del Señor y que es aquella cuyos nombres solamente figuran en la nómina de la congregación, “Pero el fundamento de Dios está firme, teniendo este sello: Conoce el Señor a los suyos; y: Apártese de iniquidad todo aquél que invoca el nombre de Cristo. Pero en una casa grande, no solamente hay utensilios de oro y de plata, sino también de madera y de barro; y unos son para usos honrosos, y otros para usos viles. Así que, si alguno se limpia de estas cosas, será instrumento para honra, santificado, útil al Señor, y dispuesto para toda buena obra” (2 Timoteo 2:19-21).

Los verdaderos Hijos de Dios que componen la iglesia

Los llamados a integrar esa asamblea son los que mantienen una real comunión con Cristo, son aquellos que recibieron y acataron ese llamamiento santo “Pues no nos ha llamado Dios a inmundicia, sino a santificación” (1 Tesalonicenses 4:7) y que se separan del mundo y de las cosas del mundo para unirse sólidamente con Cristo quien les parte integrante de su cuerpo.

Pasan a ser parte de ese cuerpo precioso y poderoso donde Él es la cabeza, y les otorga la inmensa y gloriosa responsabilidad de ser sus representantes, sus embajadores. “A los santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro” (1 Corintios 1:2) en esta tierra.

Pero como parte integrante de un cuerpo debemos crecer conforme a la dimensión de la cabeza que es Cristo y para ello Él no ha dotado de poder, nos ha entregado los ministerios, dones y talentos de manera que en un ambiente de estrecha unidad, armonía y coordinación desarrollemos con eficacia la misión evangelizadora (Hechos 3:19).

Solamente en un ambiente con éstas características podrá el Espíritu Santo manifestarse en plenitud. Resulta imposible pretender que el Espíritu Santo de manifestaciones de poder, es imposible que el Espíritu Santo desarrolle su obra santificadora en una persona que esté desconectada de Dios.

Una persona que no sea parte real del cuerpo de Cristo, nunca podrá ser llena la copa de aquél que no entrega su vida totalmente al Señor, convirtiéndose en parte integral de la familia de Dios, recibiendo la enseñanza, edificación y exhortación del padre de esa familia que es Jesucristo, nuestro Señor.

La Iglesia: Embajadores de Dios

Decíamos que somos embajadores de Dios en la tierra (2 Corintios 5:18-20), por cierto que la iglesia es quien porta el mensaje, es quien presenta la imagen de Cristo ante el mundo; somos nosotros quienes debemos asumir la plena responsabilidad de acercar el evangelio a los pecadores, pero para ello debemos tener un claro y definido concepto del Señor, “Y ya no estoy en el mundo; mas éstos están en el mundo, y yo voy a ti. Padre santo, a los que me has dado, guárdalos en tu nombre, para que sean uno, así como nosotros” (Juan 17:11).

Para ser parte del cuerpo de Cristo, para ser miembro de la iglesia debemos estar llenos del Espíritu Santo, debemos capacitarnos e instruirnos para así trasmitir el contenido y que el evangelio tenga su efecto.

Es nuestra responsabilidad, como miembro de la iglesia auxiliar a la humanidad en sus necesidades espirituales, sociales y aún materiales; la iglesia, cada miembro de la iglesia debe estar en condiciones de brindar sanidad a la humanidad en cuanto a la aplicación de los principios establecidos por la Palabra de Dios, la iglesia debe ser el “sanatorio de Dios” en donde cada uno de los miembros llenos del Espíritu Santo oficiemos de médicos bajo la guía y supervisión del director supremo, nuestro Señor Jesucristo.

Responsabilidad de los Hijos de Dios

Es muy importante el llegar a comprender la magnitud de la responsabilidad que asumimos al ser hechos Hijos de Dios y miembros del Cuerpo de cristo. Ezequiel 5:13 nos hace ver que si nos consideramos verdaderamente parte de la iglesia debemos mantener una conducta perfectamente encuadrada en los parámetros establecidos por las Escrituras a fin de no caer en el celo divino,

Debemos asumir que si somos verdaderamente cristianos, si verdaderamente somos miembros de la iglesia el Espíritu Santo que mora en nuestro interior está siempre presto a fluir al exterior de nuestro ser y afectar a nuestro entorno, produciendo su acercamiento a Dios, produciendo la conversión de sus caminos.

Y si solamente asistimos a las reuniones para satisfacer nuestros deseos o nuestras necesidades, o para hacer creer al mundo o al menos a nuestro entorno que somos creyentes, llevaremos a celo a este mismo Espíritu hiriendo su sensibilidad.

Ciertamente todo aquello que se desvía de la Palabra de Dios afecta el Espíritu, pero destaquemos algunas actitudes que parecieran ser propias de los incrédulos pero que bien las podemos hallar entre aquellos que son meros asistentes a las reuniones:

Mentimos al Espíritu cuando actuamos en forma deshonesta, (Hechos 5:1-5).

Resistimos al Espíritu cuando ignoramos las enseñanzas bíblicas, “¡Duros de cerviz, e incircuncisos de corazón y de oídos! Vosotros resistís siempre al Espíritu Santo; como vuestros padres, así también vosotros” (Hechos 7:51).

Afrentamos al Espíritu cuando desechamos el valor de la sangre de Cristo, “¿Por qué convinisteis en tentar al Espíritu Santo del Señor? He aquí a la puerta los pies de los que han sepultado a tu marido, y te sacarán a ti” (Hechos 5:9).

Tentamos al Espíritu cuando hacemos arreglos fuera de su voluntad, (Hechos 5:9).

Contristamos el Espíritu cuando actuamos carnalmente, “Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención. Quítese de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia” (Efesios 4:30-31).

Apagamos el Espíritu cuando rechazamos la voluntad de Dios, “No apaguéis el Espíritu. No menospreciéis la profecía” (1 Tesalonicenses 5:19-20).

Para ser verdaderos miembros de la Ekklesia debemos consagrarnos al Señor en santidad, sujetando nuestra vida a la voluntad y guía del Espíritu Santo y no haciendo nada que impida la armonía en nuestra relación con Dios.

Ahora revisa tu vida: Estás impactando a tu familia y a tu entorno, atrayéndoles al camino del Señor?; Estás llevando adelante tus clases bíblicas, instruyéndote en la sana doctrina de Cristo?; Tu vida continúa manteniendo aún algo de lo que traías del mundo?

Estás cumpliendo realmente la voluntad de Dios?; Estás actuando honestamente para con Dios, con tus pastores y con tus hermanos?; y por sobre todas las cosas, Valoras la sangre de Cristo en su real dimensión?; revisa tu vida cristiana, y si aún estás en falta, si aún no eres un miembro del Cuerpo e Cristo, intensifica tu relación con Él, incrementa tu comunión con Él.

Conclusión

¿Deseas ser un miembro de la Iglesia del Señor cuyo nombre esté escrito en los cielos y obtener tu galardón; o es que simplemente deseas o te conformas con ocupar una banca de la iglesia e integrar un listado de miembros de una congregación? Piénsalo, pero Dios quiere y necesita miembros en su Iglesia.

© Luis Alberto Coria. Todos los derechos reservados.

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Luis Alberto Coria
Autor

Luis Alberto Coria

Pastor jubilado de la iglesia Nueva Jerusalén en provincia de Córdoba República Argentina.

1 comentario en «Eres parte de la iglesia»

  1. Aleluya aleluya que poderosa y inspirada predica pastor Coria de verdad que usted tiene una unción de lo Alto de Dios, pues predica con autoridad sus temas se goza el pueblo pastor Coria con sus temas de verdad que hay fiesta cada ves que sube un tema aleluya

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