La mejor comida

Predicas Cristianas

Predicas Cristianas Predica de Hoy: La mejor comida

Predicas Cristianas Lectura Bíblica de Hoy: Lucas 10:38-42

Cuarta Predicación de la Serie: Cenando con Jesucristo (Parte I) (Parte II) (Parte III)

INTRODUCCIÓN:

No podía faltar en esta serie “Cenando con Jesús, uno de los hogares más visitados por él; estamos hablando de sus amigos: Lázaro, Marta y María. Ciertamente no tenemos el registro de las comidas que Jesús tuvo con ellos, pero aquel hogar le era muy familiar.

Analicemos brevemente los temperamentos de estos tres amigos. Cuando pensamos en Lázaro, él es el hombre que no habla en la Biblia. Al parecer, la más habladora era Marta, porque según su “queja”, María no la ayudaba a preparar la comida. Así, pues, tenemos en esta escena otra vez a Jesús en un hogar, y como siempre dejando sus más elevadas e inspiradoras enseñanzas.

El tema desarrollado en aquel hogar, el cual debiera ser para nosotros el mismo, es acerca de lo que debería ser lo más importante y prioritario en la vida de un discípulo de Cristo. La pregunta real de Marta en forma de reclamo a Jesús fue esta: “¿no te parece injusto que mi hermana esté aquí sentada mientras yo hago todo el trabajo?”. Y aquí también nos preguntamos nosotros.

¿Era necesario que Marta se preocupara tanto por preparar la comida para Jesús? ¡Si, y no! Sí, porque alguien debería preparar la comida; y no, porque para Jesús no siempre la comida era lo más importante. Entonces, ¿era María una desconsiderada porque no ayudaba a su hermana Marta, sintiéndose sola en ese momento? ¡No!

María era una mujer con un amor profundo por Jesús, y en esta ocasión como en aquella donde ungirá a Cristo, demostró su amor por él, y el estar a sus pies fue simplemente único, y eso no lo cambió por atender a las mesas. Lo hecho por María acá podía recordarnos las palabras de Pedro que no era justo dejar la palabra y la oración, por atender a las mesas.

A Jesús le gustaba la comida de Marta y María, pero en ese momento él iba a la cruz, y más que una comida, él deseaba la comunión y el compañerismo de esas hermanas. Fue en ese momento, como también lo vivió con Satanás, cuando Jesús dice: “no solo de pan vivirá el hombre” ¿Cuál entonces es la mejor comida? ¿Cuáles son los principios espirituales dejados por María en esta escena “cenando con Jesús?”.

I. EL AFÁN POR LA COMIDA PUEDE SER UNA DISTRACCIÓN

1. “Una mujer llamada Marta…” (vers. 38)

Por lo general cuando leemos este pasaje, especialmente en el contexto de los mensajes donde Jesús fue a comer a ciertos hogares, la actitud de Marta trabajando en la cocina inmediatamente nos levanta el pensamiento de verla como una mujer atareada con los oficios del hogar. Pero no juzguemos tan rápido a Marta.

¿Sabía usted que a Marta la llaman en algunos ámbitos religiosos “santa Marta” por el servicio dado a Jesús? Y esto al parecer hace honor a su nombre. El nombre “Marta” en hebreo significa “señora, ama de casa”. Esto significa que muchas mujeres, especialmente las dedicadas a las labores de la casa, llevan una “marta” por dentro.

¿Usted se imagina un hogar sin la presencia de una Marta? ¿Sabe usted quién conocía el sazón de las comidas de Marta? ¡El Señor Jesucristo! Aquella no fue la primera vez en comer en la casa de estos hermanos. De manera, pues, que, si bien esta historia va a tener un propósito muy diferente al afán de Marta, no debemos juzgarla tan rápidamente cuando la vemos metida totalmente cortando las cebollas, los ajos, los puerros, los tomates… y luego condimentando el ovejo para su amado Cristo.

Marta en esta historia hizo honor a su nombre, sin que por ello dejara de ser una discípula incondicional del Maestro. Así son todas las “Martas”.

2. “Le recibió en su casa” (vers. 38)

El texto simplemente nos habla de una mujer llamada Marta recibiendo a Jesús en casa. Ya hemos dicho que aquel hogar era uno de los favoritos a los cuales Jesús frecuentaba con sus discípulos. En aquella ocasión lo volvió a visitar con ellos mientras va a Jerusalén.

Y en este pasaje vamos a ver el ejemplo de dos temperamentos distintos. Marta y María son un ejemplo vivo de la forma cómo usamos los temperamentos al momento de servir al Señor. Se nos ocurre pensar que el temperamento de Marta era una mezcla de un sanguíneo-colérico, con un 50% más del primero que los restantes.

Seguramente el de María sería una especie de melancólico-flemático, con la misma distribución de porcentajes dominantes como los de su hermana Marta. La una nos muestra una naturaleza muy dinámica y activa, mientras que la otra se nos presenta con una naturaleza callada y receptiva. La una quería “echar la casa por la ventana”, tratándose de un huésped como Jesucristo, pero la otra prefería sentarse a sus pies para escuchar sus palabras.

¿Se imagina todos los preparativos hechos por Marta para preparar a Jesús y a sus discípulos la comida? Marta en su afán por agradar a Jesús, con una buena comida, es un fiel reflejo de nuestras prioridades espirituales y la manera cómo lo recibimos en casa.

3. “Señor, ¿no te da cuidado que mi hermana me deje servir sola?” (vers. 40)

Sigamos viendo a Marta en su afán por agradar al Maestro con una comida. Marta es ama de casa. Su carácter es la de una persona hospitalaria y trabajadora. Pero ahora aparece como distraída, preocupada, empujada en muchas direcciones, tensa y molesta. En la pregunta de Marta nos vemos muchos al tratar de hacer demasiadas cosas para el Señor y al final terminamos con cierta frustración.

Cuando intentamos ser todo para todos terminamos no siendo nada para nadie. Martha estaba tan ocupada que se convirtió en una carga y no en una bendición. Con su preocupación Marta estaba perdiendo la alegría de servir. Quería servir a la obra del Señor, pero estaba descuidando con su afán al Señor de la obra.

El problema aquí es que Marta apartó los ojos de Jesús y los puso en sí misma. Tenemos que asegurarnos de que nuestro servicio al Señor no nos convierta en seres egoístas. ¿Para quién lo estás haciendo? ¿Tú o Jesús?

Servid al Señor con alegría. Servir sin quejarse. Sirve sin llamar la atención. Marta comienza a quejarse porque María no estaba en su mismo afán. Cuando las personas se distraen, se dividen fácilmente. Marta está enojada con María y, en última instancia, está enojada con Jesús. ¿No nos pasa a veces lo mismo al servir al Señor?

4. “Dile, pues, que me ayude” (vers. 40c)

Cuando usted lee un pasaje como este y observa a Marta pidiéndole a Jesús que le llamara la atención a su hermana, porque no le estaba ayudando, simplemente nos sigue dando una visión cercana de la manera del carácter de Marta. Otra versión dice: “Dile que venga a ayudarme” (NTV).

Una exigencia como esta no era nueva. Hubo alguien que en una oportunidad le habló a Jesús para que su hermano compartiera su herencia con él (Lucas 12:13-33). Es posible que de momento veamos a Marta como hasta irrespetuosa con el Maestro. El rol de ella como anfitriona y el concepto de la hospitalidad de la época, la envolvía en un estrés a los cuales nadie parecía evitar.

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