Estudios Bíblicos
Estudios Bíblicos Prédica de Hoy: Primera Carta a Timoteo — Estudio # 1
Estudio Bíblico Lectura Bíblica de Hoy: 1 Timoteo
Introduciendo la Carta
La presente carta, junto con 2 Timoteo y Tito, forman parte de las llamadas “Epístolas Pastorales”, cuyos temas principales son dedicados a consejos y trabajos del pastor. El estilo de este escrito es diferente a los demás de Pablo, porque fueron dirigidas específicamente a hombres, a quienes Pablo consideró sus discípulos y colaboradores en el ministerio. El contenido de estas cartas, más que considerar los asuntos estructurales de una iglesia, nos muestran los roles de los pastores en su llamado, carácter y servicio a la iglesia, donde fueron colocados como obispos del Señor. En este sentido, Timoteo fue llamado para ser pastor de una iglesia.
Comenzamos dando por sentado que Pablo fue el autor de la carta, porque a diferencia de algunos eruditos que ven en las cartas vocabularios, cronologías, y estilos diferentes a las cartas eclesiásticas, estas diferencias no resultan conflictivas, si consideramos que los escritores de Pablo suelen adaptar un vocabulario, y hasta un estilo distinto, propio del tema, y a la persona a quien se está dirigiendo la carta; por lo tanto, la conclusión de la mayoría es que Pablo es el autor de esta primera carta, escrita probablemente después que se terminara el libro de los Hechos, después de ir a Macedonia, unos dos años de haber salido de la cárcel.
El nombre del destinatario de la carta es Timoteo, cuyo significado es “el que venera a Dios”, siendo un nombre muy apropiado, porque su carácter de Timoteo hizo honor a esa definición. Timoteo fue hijo de un matrimonio mixto (su madre era judía y su padre era griego).
Fue enseñado en su infancia con las Escrituras del Antiguo Testamento por su abuela Loida y su madre Eunice (2 Timoteo 1:5). En el segundo viaje misionero, Pablo escogió a este joven, quien “tenía una fe sincera”, y después de circuncidarlo (Hechos 16:1 y siguientes) por causa de los judíos, llegó a ser uno de sus más cercanos colaboradores y uno de sus más fieles discípulos.
La elección de Timoteo por parte de Pablo no pudo ser mejor. El testimonio escuchado entre los hermanos de Listra, su ciudad natal y de Iconio, hablaban bien de él (Hechos 16:2). Si bien era muy joven, y quizás con un carácter medio tímido, se constituyó en un modelo de conducta para los pastores de cada generación. Su vida llena de amor, fe y pureza (1 Timoteo 4:12) fueron sus mejores referencias.
Timoteo fue una combinación de muchos dones especiales (2 Timoteo 1:6), pero sobre todo con una probada fidelidad (1 Corintios 4:17). Fue profundamente amado por Pablo (2 Timoteo 1:2) hasta desear que estuviera con él al enfrentar el martirio (2 Timoteo 4:9, 21).
1 Timoteo tiene una riqueza teológica y ética. Esto lo mencionamos por su aporte relacionado entre la doctrina y la ética, así como la creencia y la conducta. Como es una carta pastoral, no se mencionan detalles acerca de la manera cómo se gobierna la iglesia, sin embargo, en los consejos personales a Timoteo, el apóstol Pablo deja algunos aportes significativos aplicables a la vida de la iglesia también. Se nota, tanto en esta carta como la de Tito, la lista de las características de los obispos y de los diáconos, únicas en todo el Nuevo Testamento.
¿Cuál fue el propósito de Pablo al escribir esta carta a Timoteo?
Encontramos la respuesta en la carta misma. Al principio Pablo escribe: “Como te rogué que te quedaras en Éfeso cuando fui a Macedonia, para que mandaras a algunos que no enseñen diferente doctrina” (1 Timoteo 1:3). Pablo quiere imprimir en Timoteo por escrito lo que ya en persona le había recomendado que hiciera cuando lo dejó en Éfeso, especialmente con respecto a oponerse a los que estaban enseñando doctrinas falsas. Siguiendo la misma línea, un poco después, en el primer capítulo escribe: “Este mandamiento, hijo Timoteo, te encargo, para que, conforme a las profecías que se hicieron antes en cuanto a ti, milites por ellas la buena milicia manteniendo la fe y buena conciencia” (1 Timoteo 1:18, 19).
Más adelante Pablo dice: “Esto te escribo, aunque tengo la esperanza de ir pronto a verte, para que, si tardo, sepas cómo debes conducirte en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios viviente, columna y defensa de la verdad” (1 Timoteo 3:14, 15). Al final de la carta, Pablo le hace esta exhortación a Timoteo: “Pelea la buena batalla de la fe, echa mano de la vida eterna, a la cual asimismo fuiste llamado, habiendo hecho la buena profesión delante de muchos testigos” (1 Timoteo 6:12).
Esta carta es necesaria estudiarla en todo tiempo, y si bien pareciera que todo su contenido está dirigido solo a los pastores, la verdad es que muchas de las recomendaciones de Pablo al joven ministro, se aplican a la vida de cada creyente, y en especial a todos aquellos que componen la iglesia como verdaderos obreros del Señor.
Adentrémonos en este nuevo estudio con la pasión que nos despierta la palabra de Señor, con un corazón sediento, con una mente dispuesta al nuevo aprendizaje, y con una voluntad presta para vivir y aplicar esta Palabra. Amén.
El saludo de las primitivas cartas
“Pablo, apóstol de Jesucristo por mandato de Dios nuestro Salvador, y del Señor Jesucristo nuestra esperanza, a Timoteo, verdadero hijo en la fe: Gracia, misericordia y paz, de Dios nuestro Padre y de Cristo Jesús nuestro Señor” (1 Timoteo 1:1-2).
Las llamadas “cartas pastorales” siguen el estilo del saludo griego, poniendo primero el nombre de quien escribe, y luego el nombre de la persona a quien la carta se dirige. En estas cartas, la palabra griega “charis” (gracia), relacionadas con la “misericordia y la paz”, puestas en el saludo, comenzó a tener un significado más profundo como atributo divino, al ser aplicado al creyente. Un saludo como este solo podía entenderlo un “verdadero hijo en la fe”.
“Pablo, apóstol de Jesucristo por mandato de Dios nuestro Salvador…”. En la segunda carta a los corintios (cap. 12) Pablo defiende su apostolado, porque algunos “mercenarios del evangelio” cuestionaron su vocación apostólica, y esta pudo ser una de las razones por la que Pablo en su introducción, se identifica como “apóstol de Jesucristo por mandato de Dios”. Su llamado no fue hecho por hombres, sino directamente por Dios en el camino a Damasco (Hechos 9).
“Dios nuestro Salvador, y del Señor Jesucristo nuestra esperanza”. ¿Quién preparó a Pablo para esta tarea? Primero fue “Dios nuestro Salvador”. Mientras Pablo venía respirando “amenazas de muerte” contra los cristianos, se encontró con el mismo Dios a quien reconoce como su Salvador, y a Jesucristo quien también es su esperanza. De esta manera, la fuente del llamado y la autoridad de Pablo como apóstol, provinieron directamente del cielo para que no hubiera dudas.
Una palabra más debe ser dicha respecto al llamado de Pablo. Cuando el habla de la resurrección de Jesucristo dice lo siguiente: “… y al último de todos, como a un abortivo, me apareció a mí. Porque yo soy el más pequeño de los apóstoles, que no soy digno de ser llamado apóstol, porque perseguí a la iglesia de Dios. Pero por la gracia de Dios soy lo que soy, y su gracia no ha sido vano para conmigo, antes he trabajado más que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo” (1 Corintios 15:8-10). Pablo vio al Cristo resucitado y eso era una de las auténticas señales para ser un apóstol de Jesucristo.
“A Timoteo, verdadero hijo en la fe”. Timoteo es a quien se dirige la carta. Anteriormente mencionamos sobre su procedencia de Timoteo a quien Pablo conoció, lo circuncidó y lo alcanzó para Cristo, llamándole “verdadero hijo en la fe”. Por esta distinción, Pablo lo lleva el segundo viaje misionero debido a su ya excelente reputación entre sus hermanos (Hechos 16:2-3). Pablo después le va a encargar la obra en Éfeso, porque nadie fue tan cercano a Pablo como este “hijo en la fe”.
“Gracia, misericordia y paz, de Dios nuestro Padre y de Cristo Jesús nuestro Señor”. He aquí esta tríada de bendiciones. “Gracia” es ese amor inmerecido que lo perdona todo, y con el que el Señor llega al pecador culpable y no merecedor de esta Gracia. “Misericordia” conocida como la piedad y las cuales “nuevas son cada mañana” (Lamentaciones 3:22, 23). Y luego la “Paz”, aquello que trae la libertad de la ansiedad y del temor cuando invaden al corazón. Un verdadero “hijo en la fe” ha sido alcanzado por estas bendiciones, suficientes para vivir victoriosamente.
Nadie más puede impartir gracia, misericordia y paz, sino Dios como “nuestro Padre”, y solo Jesucristo como “nuestro Señor”. Esta riqueza espiritual solo es posible para todo aquel a quien Dios se ha manifestado y revelado como un hijo en la fe. El compromiso es para vivir bajo estos dones celestiales.
El propósito de la carta
“Como te rogué que te quedases en Éfeso, cuando fui a Macedonia, para que mandases a algunos que no enseñen diferente doctrina, ni presten atención a fábulas y genealogías interminables, que acarrean disputas más bien que edificación de Dios que es por fe, así te encargo ahora.” (1 Timoteo 1:3-4)
Pablo escribió esta primera carta a Timoteo como su mentor para darle consejos prácticos, propios para un joven pastor que comenzaba en su ministerio, pero también para que enfrentara algunos problemas doctrinales en la iglesia donde ahora es pastor. Los falsos maestros con sus falsas enseñanzas y herejías fueron notorios ayer y lo siguen siendo hoy. Un pastor debe estar preparado para defender a su iglesia de falsas doctrinas, logrando con eso su estabilidad.
“Como te rogué que te quedases en Éfeso…”. Mientras Pablo iba en su segundo viaje misionero, rumbo a Macedonia, consideró importante dejar en Éfeso a Timoteo, su apreciado compañero de viaje, y a quien ha llamado su “hijo en la fe”. Ya Pablo había pasado dos años en ese lugar, y sabía de la situación interna de la iglesia, por lo qué tal le ruega a Timoteo quedarse allí, como si fuera el mismo Pablo, para enfrentar los problemas doctrinales surgidos en tan importante iglesia.
“Para que mandases a algunos que no enseñen diferente doctrina…”. Esto era el problema. Pablo inmediatamente menciona a los falsos maestros y le recomienda a Timoteo oponerse a ellos con autoridad, y confrontándoles a dejar sus falsas enseñanzas. Por la mención que Pablo hace de esta “diferente doctrina” el problema debió ser muy serio. Otra vez, es deber de un pastor sano en su fe y su doctrina, enfrentar el error porque a la larga dañará a la iglesia.
Pero ¿cuáles serían los posibles errores que enseñaban los falsos maestros? Algunos comentaristas sugieren a aquellos quienes habían sido influenciados por el insipiente movimiento del gnosticismo. Esta herejía alcanzó su mayor desarrollo en el siglo segundo, y quienes la propagaban demandaban un conocimiento (“gnosis”) más elevado para alcanzar la salvación. Como no conocían la revelación de Dios, todo lo torcían; Timoteo tuvo que enfrentar a estos falsos maestros.
¿Por qué debemos defender la doctrina?
Porque la doctrina es el fundamento de nuestra fe, de nuestra autoridad y de nuestra esperanza en Cristo Jesús. Cuando hablamos de la doctrina cristiana nos referimos a un conjunto de enseñanzas bíblicas cuyo propósito es ayudar al creyente a vivir la vida cristiana y ayudarnos a mejorar como seres humanos (Juan 8:32), sobre todo en nuestra conducta y ética. Al hacernos parte de una iglesia Cristo céntrica, será nuestro deber conocer bien el su doctrina y defenderla.
“Ni presten atención a fábulas y genealogías interminables…”. Pablo no abundan en detalles acerca de esto que menciona acá, pero al parecer esas fábulas eran algunas ficciones religiosas, inventadas por algunos más “estudiosos”, pero todo eso carecían de fundamento bíblico. Algunos piensan que las genealogías interminables pudieron ser interpretaciones extrañas de la historia del A.T., quizás con una mezcla de conceptos filosóficos, propio de ese entonces.
Pero ¿hasta dónde podían llevar esas interpretaciones innecesarias? Pablo nos dice que ellas tienen el propósito de conducir a “especulaciones sin sentido alguno, que no ayudan a que la gente lleve una vida de fe en Dios” (NTV). Sobre este particular Juan Calvino dijo: “Juzga la doctrina por el fruto, porque todo lo que no sirve sino para suscitar pleitos, debe ser doblemente condenado.”.
La defensa de la doctrina debe ser la tarea más sagrada de un pastor comprometido con Dios.
LA PALABRA EXPUESTA
El peligro del desvío
“Pues el propósito de este mandamiento es el amor nacido de corazón limpio, y de buena conciencia, y de fe no fingida, de las cuales cosas desviándose algunos, se apartaron a vana palabrería, queriendo ser doctores de la ley, sin entender ni lo que hablan ni lo que afirman.” (1 Timoteo 1:6-7).
Pablo le escribe a Timoteo para advertirles acerca de los falsos maestros quienes estaba introduciendo en la iglesia “fábulas y genealogías interminables”, y es frente a esta desviación que exhorta a su discípulo a combatir a tales hombres y a oponerse a ellos con toda autoridad. Para lograr esto, Pablo establece la diferencia entre lo que es una conciencia limpia, producto de una doctrina sana, y la de una conciencia culpable, producto del desvío de la auténtica enseñanza bíblica.
“El propósito de este mandamiento…”. Los que enseñan doctrinas falsas fomentan las disputas y hasta crean divisiones, pero quienes enseñan una “doctrina sana”, los resultados serán amor a Dios y amor al prójimo. Pero ¿qué clase de amor fomenta una buena doctrina?, el de un “corazón limpio, de buena conciencia y fe no fingida”. Los falsos maestros no pueden producir nada limpio con sus “fábulas”. Sólo el poder del evangelio produce perdón completo, limpia el corazón, tranquiliza la conciencia, y conduce a una fe libre de hipocresía.
Un comentarista dice que “Wesley era muy tolerante respecto a diferencias de opinión teológicas, siempre y cuando sus autores las reservaran para ellos mismos. Si trataban de imponer tales opiniones sobre los demás, se podría destruir el ambiente de amor esencial para una verdadera sociedad cristiana. La regla cristiana siempre debe ser: “En lo esencial, unidad; en lo no esencial, diversidad; en todas las cosas, amor.” (J. Glenn Gould, «Las Epístolas Pastorales», en Comentario Bíblico Beacon (Lenexa, KS: Casa Nazarena de Publicaciones, 2010), 592.
“De las cuales cosas desviándose algunos…”. En algunas de sus escritos Pablo descubre el nombre de los “desviados del camino”, y en esta carta también los mencionará. Algunos de ellos pueden ser calificados como traidores que yerran el blanco, o viajeros que nunca llegan a su destino por andar en la dirección equivocada. La razón de esto es porque “se apartaron a vana palabrería”. Esto significa razonamientos inútiles y discusiones sin provecho alguno.
Pero ¿por qué habían llegado a esta desviación? Pablo habla de ellos como “queriendo ser doctores de la ley”. El querer ser no es lo mismo que el ser, y esta era la situación de algunos “comerciantes de la fe” de la iglesia en Éfeso. Esta gente deseaban ser maestros de la ley, pero eran ignorantes por completo en su básica interpretación cristiana. La más sutil perturbación en al amor fraterno, el “nacido de corazón”, es cuando no se interpreta sanamente las Escrituras.
Cuando no hay una interpretación correcta de la Palabra, guiada por el Espíritu Santo, oiremos a maestros de las Escrituras “sin entender ni lo que hablan ni lo que afirman.”. Nada le hace más daño a una iglesia que cuando sus maestros no saben de lo que están hablando, y lo hacen con confianza y con firmeza. Estos falsos mensaje carecen de la verdad. Pablo le recomienda a Timoteo que estos “maestros” dejen de enseñar.
En cada iglesia debe haber el don del discernimiento para descubrir cuando alguien está enseñando una falsa doctrina, porque será potencialmente dañino a la unidad de la iglesia. Los falsos maestros existieron ayer y los tenemos hoy, su propósito será el de confundir y crear caos dentro del seno de la iglesia. A los tales, recomienda Pablo, hay que invitarlos.
La ley es buena
“Pero sabemos que la ley es buena, si uno la usa legítimamente; conociendo que la ley no fue dada para el justo, sino para los transgresores y desobedientes, para los impíos y pecadores, para los irreverentes y profanos, para los parricidas y matricidas, para los homicidas, para los fornicarios, para los sodomitas, para los secuestradores, para los mentirosos y perjuros, y para cuanto se oponga a la sana doctrina, según el glorioso evangelio del Dios bendito, que a mí me ha sido encomendado” (1 Timoteo 1:8-11).
Aun cuando Pablo habla en este capítulo de los falsos maestros, quienes se abrogaban el derecho de ser “doctores de la ley”, pero bajo una falsa interpretación, eso no le quitó a la ley sus bondades y la razón para la cual ella fue hecha. Pablo nos revelará en una lista para quiénes fue dada la ley haciéndola absolutamente necesaria para confrontar el pecado en los hombres.
“Pero sabemos que la ley es buena, si uno la usa legítimamente…”. En efecto, Pablo nos dice que la ley es buena, contraria al mal uso que le estaban dando algunos de sus “doctores”. La conclusión del apóstol es que la ley en sí es buena si se “usa legítimamente”. ¿Qué quiere decir esto? Que la ley bien usada produce una sociedad más justa y recta delante de Dios. Pablo mismo va a decir que ella “es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno” (Romanos 7:12).
“La ley no fue dada para el justo…”. Esta afirmación de Pablo nos emplaza sobre el principio general acerca de la verdad en toda ley. Cada país con sus gobiernos emite sus leyes para castigar a los trasgresores, no a la gente “justa”. Esto significa que ley con sus mandatos y sus advertencias es la garantía de los ciudadanos para vivir con cierto orden social y con una obediencia cívica. Cuando la maldad se vuelve insoportable, las leyes sirven para frenarla.
Entones ¿para quiénes fue dada la ley? La lista que Pablo nos presenta es de catorce clases de categorías de pecados, distribuidos como “transgresores, desobedientes, impíos, pecadores, irreverentes, profanos, parricidas, matricidas, homicidas, fornicarios, sodomitas, secuestradores, mentirosos y perjuros”. Para estos transgresores, la ley pronuncia esta palabra de juicio. Este es el juicio para los falsos maestros que no entienden su mensaje “ni lo que hablan ni lo que afirman”.
“Y para cuanto se oponga a la sana doctrina…”. Toda esta exhortación a los violadores de la ley dada como resultado para aquellos que eran o habían sido miembros de la comunidad cristiana. Llegar a este extremo en su desviación, y hasta enseñar algo diferente, era un claro reflejo que esta gente había conocido la doctrina original. Pablo no habla de qué tipo de doctrina practicaban, pero al identificarla se ve como opuesta al verdadero evangelio (ver Gálata 1:6–9).
“… según el glorioso evangelio del Dios bendito, que a mí me ha sido encomendado”. Contrario a los falsos maestros, Pablo se levanta para hablar del “glorioso evangelio”, aquel que considera “justo” al creyente por la justicia de Cristo, sin “la ley” (v. 9), y ese evangelio a su vez comunica aquella justicia por la cual su mensaje odia aquellos pecados denunciados por la ley misma. Ese evangelio como la verdadera doctrina es “del Dios bendito”.
Mattew Henry comenta esto, diciendo: “La ley no está en contra de los creyentes que son personas justas en la forma establecida por Dios. Pero a menos que seamos hechos justos por la fe en Cristo, si no nos arrepentimos realmente y abandonamos el pecado, seguimos aún bajo la maldición de la ley, aun conforme al evangelio del bendito Dios, y somos ineptos para participar de la santa dicha del cielo”.
La ley que fue nuestra ayo para conducirnos a Cristo, es santa y justa, y a ella debemos seguir.
Porque me tuvo por fiel, poniéndome en el ministerio
“Doy gracias al que me fortaleció, a Cristo Jesús nuestro Señor, porque me tuvo por fiel, poniéndome en el ministerio, habiendo yo sido antes blasfemo, perseguidor e injuriador; mas fui recibido a misericordia porque lo hice por ignorancia, en incredulidad. Pero la gracia de nuestro Señor fue más abundante con la fe y el amor que es en Cristo Jesús” (1 Timoteo 1:12-14).
El tema de la gracia es el más amado y predicado por Pablo en sus cartas. Él, por haber sido un judío muy fanático, considerándose como un “hebreo de hebreos” y un defensor a ultranza de los mandamientos de la ley hasta declararse “irreprensible” en su cumplimiento, llegó a esta humilde conclusión: “por la gracia de Dios soy lo que soy…” (1 Corintios 15:10). Todo el ministerio de Pablo estuvo revestido y guiado por la gracia de Dios, quitando la jactancia propia de su vida personal.
“Doy gracias al que me fortaleció…”. Una de las cosas que hace un hombre que trabaja ahora en el ministerio, es reconocer constantemente al Dios de su llamamiento, y en eso Pablo es número uno. Nadie como él para estar tan claramente consciente de su designación divina para esa tarea, de allí que comienza este texto como si fuera su carta de presentación, dando gracias “al que me fortaleció”. El llamado de Dios traía incluido la fortaleza, porque la necesitaría abundantemente.
“Porque me tuvo por fiel, poniéndome en el ministerio…”. Pablo era el apóstol que faltaba, aquel a quien “Cristo el Señor” fortaleció, levantándole del suelo en el camino a Damasco, para luego entregarle la más grande de las tareas al designarlo como apóstol a los gentiles, y aunque él se considera indigno de su llamado, le agradece a su Señor por haberlo puesto en el ministerio. En 2 Corintios 12 Pablo va a hacer una magistral defensa de su llamado por haberlo recibido por revelación divina.
“Habiendo yo sido antes blasfemo, perseguidor e injuriador…”. En este texto vemos a un Pablo sorprendido por ese llamamiento al reconocer su pecado, visto en esta trilogía de maldad, siendo la persecución una de estas cuando iba en el camino de Damasco, buscando a los cristianos, pero fue detenido cuando tuvo el encuentro con Jesús. Pablo en su fanatismo por defender su religión llegó a ser un blasfemo, perseguidor e injuriador de la iglesia. Con razón agradece a su Señor por haberle tenido por fiel poniéndole para predicar a los que antes perseguía.
“Mas fui recibido a misericordia porque lo hice por ignorancia, en incredulidad”. Cuando Pablo reconoce lo mal que se portó con la iglesia antes de venir a Cristo, aunque lo hizo convencido que lo que estaba haciendo era bueno, siguiendo el dictado de su conciencia, admite al final su equivocación, porque lo hecho anteriormente se debido a su ignorancia e incredulidad. Por supuesto que esta ignorancia no lo exculpó del daño hecho, y el terror que causó a la iglesia cuando comenzaba su expansión.
“Pero la gracia de nuestro Señor fue más abundante…”. Aunque el apóstol merecía la ira de Dios por su actuación previa, en lugar de eso recibió la misericordia divina. La gracia de Dios sobrepasó con creces los serios pecados de Pablo. Mas adelante va a decir: “Donde abundó el pecado, sobreabundó su gracia” (Romanos 5:20). La gracia de Dios siempre será abundante y esa será nuestra garantía ante la multitud de nuestras rebeliones.
“El pozo de la gracia de Dios es inagotable, nunca se seca” (Armin W. Schuetze, 1 Timoteo, 2 Timoteo, Tito, ed. Roland Cap Ehlke, Armin J. Panning, y Gary P. Baumler, La Biblia Popular (Milwaukee, WI: Editorial Northwestern, 1999), 24.
Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores
“Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero. Pero por esto fui recibido a misericordia, para que Jesucristo mostrase en mí el primero toda su clemencia, para ejemplo de los que habrían de creer en él para vida eterna. Por tanto, al Rey de los siglos, inmortal, invisible, al único y sabio Dios, sea honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén” (1 Timoteo 1:15-17).
Si de algo no sufrió Pablo fue de jactancia propia después de conocer a Jesucristo. Ese pecado formó parte de su vida por ser parte de la secta de los fariseos, quienes debido a la manera cómo habían concebido e interpretado la ley, se jactaban de ella como los únicos fieles en cumplirla. Pero cuando Pablo vino a Cristo, su característica más notable fue su humildad en reconocer que ahora el es el resultado de la salvación lograda por medio de Jesucristo.
“Una palabra fiel para ser recibida”. La declaración “palabra fiel” presentada por Pablo en su testimonio de conversión es repetida cinco veces en las cartas pastorales. Los términos “fiel y digna” pudo ser una referencia para refutar a los enemigos del evangelio que negaban su eficacia y su poder transformador. Los gnósticos negaban que esa Palabra podía producir cambios en las personas, y por esto Pablo se presenta como un pecador salvado por Cristo.
“Que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores…”. Alguien ha dicho que cada palabra de esta frase contiene un sermón. “Cristo”: el Hijo de Dios que es el Mesías prometido; “Jesús”: verdadero hombre, el hijo de María, y ese nombre, asignado por el ángel, significaría que “él salvará a su pueblo de sus pecados” (Mateo 1:21); “vino”: habla de haber dejado su gloria y su eternidad; y “al mundo”: el lugar de la encarnación como uno de nosotros para salvar a los pecadores. Esa es la palabra “digna de ser recibida por todos”.
“De los cuales soy el primero”. Este reconocimiento de Pablo de considerarse como el primero de los pecadores salvados asombra a los estudiosos, porque representaba el ejemplo extremo. Bien se puede afirmar que, si Dios fue paciente para salvar a Pablo, lo sería con cualquiera. Su vida cambiada era como un ejemplo para ser copiado. Ante esa evidencia se podrá decir que uno de los más grandes pecadores llegó a ser uno de los más grande santos; que uno de los más grandes enemigos del evangelio, llegó a ser el mejor misionero en el mundo.
“Para ejemplo de los que habrían de creer en él para vida eterna…”. Pablo reconoce la longanimidad divina hasta alcanzarle con su salvación. Por eso habla de la misericordia y la clemencia demostrada en su vida, de tal manera que si eso había ocurrido en él, considerado como el peor de los pecadores, podía servir de ejemplo para aquellos que vendrían al evangelio a través de su ejemplo y dedicación de su vida como lo hizo después de su conversión.
“Por tanto, al Rey de los siglos, inmortal, invisible, al único y sabio Dios, sea honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén”. Ante su propio testimonio, y el que los hombres experimentarán al conocer al Cristo Salvador, Pablo prorrumpe en esta doxología llena de los más insondables atributos divinos, los cuales debieran ser reconocidos por todos aquellos que también hemos sido objetos de su gracia, misericordia y clemencia.
Por lo que Cristo ha hecho en nuestras vidas, al igual que Pablo digamos, a él “sea honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén”.
Manteniendo la fe y la buena conciencia
“Este mandamiento, hijo Timoteo, te encargo, para que conforme a las profecías que se hicieron antes en cuanto a ti, milites por ellas la buena milicia, manteniendo la fe y buena conciencia, desechando la cual naufragaron en cuanto a la fe algunos, de los cuales son Himeneo y Alejandro, a quienes entregué a Satanás para que aprendan a no blasfemar” (1 Timoteo 1:18-20).
El término “mentoría”, tan usado en la formación del liderazgo moderno, se define como una relación de desarrollo personal donde interviene una persona más experimentada con otra, con menos conocimiento, o aprendiz. Pues muchos años atrás Pablo fue el “mentor” de Timoteo, y se puede decir que toda esta carta es el más completo “Manual de Formación Pastoral”. Timoteo tuvo el privilegio de ser formado por Pablo, de allí la suma de todos estos consejos pastorales.
“Este mandamiento, hijo Timoteo, te encargo…”. No hubo otro discípulo a quien Pablo llamara tantas veces “hijo” como lo hizo con Timoteo. Y es por esa relación cercana que imprime en él la importancia del “mandamiento” para combatir a los maestros falsos, y la mejor manera de hacerlo es que él mismo estuviera dedicado a la enseñanza del verdadero evangelio de la gracia en Cristo. La tarea encomendada por vía de mandamiento era muy seria para Timoteo.
“Conforme a las profecías que se hicieron antes en cuanto a ti”. El mandamiento de Pablo eran las indicaciones a su discípulo para combatir el error y estaban en conformidad con las profecías hechas antes de su llamamiento y preparación para el ministerio en Éfeso. No sabemos nada acerca de cuál fue a profecía acerca de Timoteo, pero a juzgar por su extraordinario comportamiento, Timoteo era el hombre idóneo para pastorear.
“Milites por ellas la buena milicia, manteniendo la fe y buena conciencia…”. Pablo usando la metáfora de la milicia, compara a su discípulo con un soldado idóneo para dirigir la batalla contra el error en la iglesia de Éfeso (cf. 6:12; 2 Timoteo 4:7). Haciendo eso, Timoteo mantendría su fe y su buena conciencia, virtudes tan necesarias para un ministro del Señor.
“Desechando la cual naufragaron en cuanto a la fe algunos…”. Pablo menciona a dos de hermanos, Himeneo y Alejandro, quienes naufragaron de la fe y buena conciencia mantenida por Timoteo. Se ha dicho que el error en la doctrina tiene su raíz en una falla moral. Si bien Pablo sabia de la fe y la buena conciencia de Timoteo, también conocía a esos que se habían apartado de la fe, y el remedio fue entregarlos a Satanás para “que aprendan a no blasfemar”.
Desconocemos los detalles del “naufragio” de estos hombres, pero su desviación doctrinal debió ser muy grande, porque Pablo los entregó a Satanás. Tampoco sabemos mucho acerca de esta práctica; lo más probable sería que fueron expulsados de la iglesia. Pablo habla en 1 Corintios 5:5, de otro caso de alguien que vivía en una grave fornicación. Su recomendación fue la misma, pero con la esperanza que su espíritu fuera salvado. No sabemos si esta era la misma intención con Himeno y Alejandro. El error estuvo siempre presente en la iglesia.
El comentarista John F. Walvoord, dice esto: “Pablo veía a la iglesia como refugio y protección para los creyentes, sin la cual quedarían en dolorosa desventaja ante la vida. Por eso, la excomunión fue diseñada para castigar a los apóstatas. Aun así, la intención de Pablo era remediar el problema, no castigarlos (cf. 2 Corintios 2:5–8; 2 Tesalonicenses 3:14–15)”.
Las oraciones por los que están en eminencia
“Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres; por los reyes y por todos los que están en eminencia, para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad. Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad” (1 Timoteo 2:1-4).
Con este texto Pablo introduce una nueva y muy necesaria recomendación al joven pastor: el ministerio de la oración intercesora a favor de aquellos quienes nos gobiernan. Tan necesaria fue aquella oración para ese tiempo como lo es en nuestros días. Pablo nos dirá la razón por la que un pastor y su iglesia deben dedicarse específicamente a este tipo de oración.
“Rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracia…”. La petición de Pablo para la oración, expresada en el “exhorto ante todo”, tenía el sentido de la urgencia y la prioridad. Pablo menciona estos cuatro componentes que parecieran sinónimos o repeticiones. Las “rogativas”, es pedir ante una situación concreta; “oraciones”, son las peticiones generales dirigidas a Dios; “peticiones”, es la palabra para la intercesión propiamente dicha. Y “acciones de gracia”, es la expresión donde se agradece a Dios porque al final, Él es dador de todo lo somos o tenemos.
En la misma exhortación para orar expresada con este contenido, Pablo nos dice que deben ser hechas, primeramente “por todos los hombres”. Estos hombres son aquellos que están en eminencia, por lo menos ese es el contexto inmediato.
Así, pues, la exhortación de Pablo a su discípulo es para que junto con la iglesia que dirige, se dediquen a orar por los gobernantes. Ciertamente debemos decir que esta es una gran responsabilidad y un deber ineludible de todo pastor e iglesia, porque nuestros ministerios están conectados con el estado y su gobierno, porque es allí donde servimos siendo luz y sal para la sociedad. El gobierno es el mejor beneficiado con una iglesia que ora de esta manera por ellos. Esta oración debe ser una prioridad de la iglesia.
“Para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad”. Por todos es sabido que tenemos gobiernos con una agitación política constante, y muchos de ellos en constantes guerras o amenazas de guerra. Las injusticias parecieran ser los distintivos de muchos gobiernos en el mundo, de allí que la oración para vivir “reposadamente en toda piedad y honestidad” fue tan necesaria ayer como hoy. Nuestro descuido en esto hará que quienes nos gobiernen queden desprotegidos de esta cobertura espiritual, dejando a Satanás su dominio total.
“Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador…”. He aquí otra poderosa razón para orar por nuestros gobernantes. No solo es bueno para nuestro propio bien social, sino que ante los ojos de Dios esta oración es excelente o admirable. Es una oración agradable, y bien recibida en su corazón. Esto es agradable delante de Dios, porque el “reposo y la tranquilidad” social son una ocasión para que su iglesia presente el evangelio de la salvación a todos los hombres.
“El cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad…”. Pablo lleva su exhortación de la oración inicial hasta este punto. Dios es el mayor interesado en la salvación de “todos los hombres”. Pedro va a decir lo mismo, al recordarnos que Dios no quiere que nadie se pierda, sino que todos procedan al arrepentimiento (2 Pedro 3:9). Todos los hombres están bajo la visión y el amor de Dios, incluyendo los que están en eminencia.
El comentarista Bob Utley, hablando de este texto, ha dicho: “Las verdades afirmadas en los «cinco puntos» del calvinismo, particularmente en cuanto a la «gracia irresistible» y a la «redención limitada» atentan contra el aspecto del pacto de la fe bíblica. Es incorrecto reducir a Dios a un títere del libre albedrío humano, como también es inapropiado reducir a la humanidad a un mero títere divino. Dios, en su soberanía, ha escogido tratar con la humanidad caída por medio del pacto”.
Un solo Dios y un solo mediador
“Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, el cual se dio a sí mismo en rescate por todos, de lo cual se dio testimonio a su debido tiempo. Para esto yo fui constituido predicador y apóstol (digo verdad en Cristo, no miento), y maestro de los gentiles en fe y verdad” (1 Timoteo 2:5-7).
En la última parte de la exhortación de Pablo respecto a la necesidad de orar por los que están en eminencia, nos dejó lo que podíamos llamar el anhelo más profundo del corazón de Dios, cuando dijo: “… el cual quiere que todos los hombres sean salvos”. Pero acto seguido nos presenta la única manera cómo los hombres podrían ser salvos y encontrar la verdad. No hay muchos caminos para llegar a Dios. Él nos estableció la ruta para llegar a su presencia.
“Porque hay un solo Dios…”. Esta es la esencia de la teología bíblica. El mundo ha creado muchos dioses, pero solo hay uno que tiene existencia propia, y por quien vienen todas las cosas. Solo el judaísmo y el cristianismo afirman esta verdad: Dios es el Creador de todos los seres humanos. Y por ser “un solo Dios”, Él proveyó la salvación para todos, al constituirse en el Dios de todos.
“Un solo mediador entre Dios y los hombres…”. Esta declaración es parecida a la anterior. Así como hay “un solo Dios”, o sea, no muchos dioses; también hay “un solo mediador”, o sea, no muchos mediadores. Esto significa que no todos los caminos nos conduce a Dios. Los hombres han creado otros “mediadores” para acercarse a Dios, pero Él solo acepta uno: Jesucristo hombre. Ya Jesucristo lo había anticipado cuando dijo: “Nadie viene al Padre sino es por mí”.
“El cual se dio a sí mismo en rescate por todos…”. La razón por la cual Jesús es el único Mediador es porque Él es el Cordero Inmolado que ha sido entregado como ofrenda sacrificial (ver Juan 1:29; 2 Corintio 5:21). Jesús ha sido la única provisión hecha por Dios para que todos los hombres permanezcan en comunión con Él. Esto significa que todos los hombres tienen ahora acceso a Dios, y sólo a través de este medio provisto por el Padre Celestial y por la fe puesta en Él, que el hombre podrá ser aceptado. Jesús es la única esperanza para el hombre, y el único Sacerdote Mediador.
“De lo cual se dio testimonio a su debido tiempo”. Los pasajes paralelos de 1 Timoteo 6:15 y Tito 1:3 nos muestran cómo Dios controla los acontecimientos históricos. Cristo no vino a destiempo, sino en el momento preciso para redimir a toda la humanidad (ver Gálatas 4:4 y Efesios 1:10). La venida de Cristo como Mediador comenzó desde Génesis 3:15 y a través de toda la Escritura Cristo llegó a ser la razón de todas las profecías bíblicas.
“Para esto yo fui constituido predicador y apóstol…”. Una vez más Pablo habla de su llamado por el Señor en el camino a Damasco. Allí se le dio las instrucciones específicas para ser el predicador y apóstol a los gentiles. Las credenciales de Pablo como “predicador, apóstol y maestro” lo capacitaron para hablar de Dios como único y de Jesucristo como el Mediador. Nadie podía poner en duda su llamado, y nadie hizo más por el evangelio como el trabajo misionero de Pablo.
Vidal Valencia, comentando este texto dice: “Pablo dice que este ministerio fue realizado en fe y verdad, es decir con la fe y la verdad que había en él. Además, él bendecía con fe y verdad a sus oyentes que creían en su palabra de predicador, apóstol y maestro”.
El vestido de la mujer
“Quiero, pues, que los hombres oren en todo lugar, levantando manos santas, sin ira ni contienda. Asimismo que las mujeres se atavíen de ropa decorosa, con pudor y modestia; no con peinado ostentoso, ni oro, ni perlas, ni vestidos costosos, sino con buenas obras, como corresponde a mujeres que profesan piedad.” (1 Timoteo 2:8-10).
Pablo ha dedicado una larga exhortación a la necesidad de orar por todos los hombres, y por los que están en eminencia, y termina esta sección con un llamado a orar en todo lugar, incluyendo la postura en la oración. Acto seguido le presenta a Timoteo el tema de la mujer en la congregación, con unas recomendaciones muy puntuales, hablando primero del decoro al momento de vestirse.
“… levantando manos santas, sin ira ni contienda.”. Con esta recomendación Pablo cierra el tema de la oración. Su “quiero, pues” es como un deber ineludible. Este tipo de oración debe entenderse dentro del marco del culto público. Esas oraciones deberían hacerse “levantando manos santas, sin ira ni contiendas”. El énfasis acá no está tanto en levantar las manos en los cultos, sino elevarlas al cielo en santidad y paz, eso explica las palabras “sin ira ni contienda”.
“Asimismo que las mujeres se atavíen de ropa decorosa…”. El adverbio “asimismo” está relacionado con las recomendaciones dadas a los hombres, y ahora Pablo se dirige a las mujeres. El tema es que, así como los hombres deben presentarse en el culto, sin ira ni contiendas, las mujeres deben presentarse sin llamar la atención en las reuniones de adoración a Dios. Las mujeres en todo tiempo han hecho uso de adornos para verse más hermosas, y por eso Pablo da su recomendación.
El primer vestido usado por Eva fue para cubrir su desnudez, pero a través de las edades el vestido se usa como un adorno, y en un sentido, el vestido es como la “cara” de cada cultura. De allí las modas con sus colores y estilos. Probablemente Pablo estaba notando que algunas mujeres que venían del mundo pagano a los cultos de adoración al Señor todavía vestían de una manera indecorosa e inapropiada. Su recomendación es a vestirse con “pudor y modestia”.
Pablo antes de entregar su vida al Señor probablemente estuvo en las festividades del mundo pagano, y vio los “adornos” con que las mujeres se vestían, y por eso recomienda a las hermanas evitar: “peinados ostentosos, ni oro, ni perlas, ni vestidos costosos”. ¿Por qué esta recomendación acerca de la vestimenta? Porque al hablar del decoro y el pudor está pensando en la decencia, el recato, la pureza, la circunspección, la honestidad, la castidad, la moderación y la virtud. El énfasis de este texto es que las hermanas tomen cuidado tanto de su apariencia externa cómo la “vestimenta del corazón”.
Bob Utley, comentando lo dicho por Pablo, afirma: “La ropa deja ver el corazón y la mente. Los creyentes deben vestirse de manera apropiada, no solo en la iglesia, sino en todas partes y en todo momento, porque son cristianos. El énfasis de este pasaje no solo está en la apariencia exterior, sino también en la piedad… En cada área de la vida, los creyentes deben presentarse como la luz del mundo y la sal de la tierra (ver Mateo 5:13–16).
“… como corresponde a mujeres que profesan piedad.”. Pablo termina esta parte hablando del vestido de las “buenas obras”. Sin duda eso es un reflejo de lo interno, del amor a Dios y al prójimo. Pablo tiene en mente a una mujer santa, y para él, la vestimenta decorosa es su mejor reflejo, por eso su conclusión es como “a mujeres que profesan piedad.”.
El vestido costoso de una mujer no lo lleva por fuera, sino por dentro. Las buenas obras, y su piedad son el vestido del alma, y eso adorna también su corazón.
La mujer en la congregación
“La mujer aprenda en silencio, con toda sujeción. Porque no permito a la mujer enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre, sino estar en silencio. Porque Adán fue formado primero, después Eva; y Adán no fue engañado, sino que la mujer, siendo engañada, incurrió en transgresión” (1 Timoteo 2:11-14).
Entre los temas abordados por Pablo, respecto a la mujer en la congregación, el primero habla de la apariencia externa: vestido y ornamento, en contraste con el “vestido interno”, el del corazón. Pero en la segunda habla directamente sobre la participación en el culto, prohibiéndoles hablar públicamente. Este pasaje le ha valido a Pablo el concepto de ser un “misógino y machista”. El movimiento feminista aborrece este texto por ser exclusivista.
“La mujer aprenda en silencio, con toda sujeción”. En la iglesia de Éfeso debió surgir un serio problema de falta de sujeción en las mujeres, que llevó a Pablo a escribir estas palabras. Los defensores de los “derechos humanos” ven en este texto una violación al derecho de la mujer, y por lo tanto, este texto solo se aplica a Éfeso, y no como modelo para la iglesia de hoy. Sin embargo, el resto de lo expuesto por Pablo convierte esta recomendación en un principio general para todas las épocas.
¿Cuál pudo ser el problema de Éfeso? Algunas de estas mujeres “habladoras” provenían del paganismo de Éfeso quienes no guardaban tranquilidad en las reuniones, sino que interrumpían al maestro de una manera incrédula o rebelde. Esta misma situación se trata en 1 Corintios 14:33–35. De esta manera, estas mujeres en lugar de aprender en humildad cuestionaban la enseñanza de los líderes varones. Para Pablo, esto era un irrespeto a la autoridad del hombre.
“Porque no permito a la mujer enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre…”. Este texto pareciera descubrir más el problema. No es que Pablo recomienda a la mujer quedarse muda en la iglesia; su preocupación se debió sobre querer “ejercer dominio sobre el hombre”. No hay tal cosa como una regla o ley de parte de Pablo que les prohíba a las mujeres enseñar; su preocupación es por el quebrantamiento del principio de “autoridad”. Este versículo les prohíbe a la mujer enseñar en público, pero no le impide que hablen en otras circunstancias.
“Porque Adán fue formado primero, después Eva…”. Para defender el principio de autoridad, Pablo trae la experiencia del Edén. Dios lo puso allí como cabeza y autoridad, y Eva debió sujetarse a él, porque Adán era su cabeza y ella su ayudante. Cuando Eva cedió al engaño de la tentación, reveló ser débil y vulnerable, cayendo en desobediencia. En aquel momento la mujer quebrantó el principio de autoridad; esto es lo que Pablo está recordando a la iglesia de Éfeso.
El comentarista William Hendriksen, lo expresa así: “Pero en su soberana sabiduría Dios hizo a la pareja humana de tal modo que es natural que él dirija y ella lo siga, que él sea agresivo y ella receptiva, que él invente y ella use las herramientas que él inventa. La tendencia a seguir fue incorporada al alma misma de Eva cuando salió de las manos de su Creador. Por eso, no sería correcto invertir este orden en relación con el culto público”.
El apóstol Pedro nos ayuda en este principio cuando hablando del carácter, dice: “sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios” (1 Pedro 3:4). La sujeción forma parte de ese espíritu afable y apacible en la mujer, no el de la rebelión. La naturaleza de la mujer le demuestra que fue creada con un sentido de sujeción.
Qué quiso decir Pablo con el presente versículo
“Pero se salvará engendrando hijos, si permaneciere en fe, amor y santificación, con modestia” (1 Timoteo 2:15)
Quise dejar este texto para un estudio aparte, porque es uno de los más difíciles de entender, sobre todo por su contexto. Se han dado muchas explicaciones, pero no todas dan en el blanco; y quien esto escribe no pretende revelar con exactitud lo que había en la mente de Pablo, sino que me limitaré a dejar un comentario escrito por Jay Street, lo mejor que he leído, que arroja un poco más de luz en un texto que luce oscuro al momento de dar una interpretación correcta.
Así escribió este autor
El contexto cercano en este caso se referirá a 1 Timoteo 2:8-14, los versículos que conducen a 1 Timoteo 2:15. Pero quiero prestar especial atención al versículo 14, «Adán no fue engañado, pero la mujer fue engañada y se convirtió en transgresora». La mujer de la que se habla en 1 Timoteo 2:15 parece ser Eva de los versículos 13 y 14. Ella es el antecedente más cercano en el texto, como dirían los gramáticos.
Dios promete que a través del parto Eva puede ser salvada, si ellos (sus hijos) continúan en la fe y el amor y la santidad con dominio propio. A la luz de lo que se dice en 2:14, la reputación de Eva parece ser el tema de discusión. Ella fue engañada por la serpiente, no por Adán. Por lo tanto, ella lleva una marca negra única de vergüenza en su historial. Sin embargo, el parto ofrece una maravillosa oportunidad de redención explicada por la propia historia del Génesis.
Dios prometió a la serpiente, «Y pondré enemistad entre tú y la mujer, y entre tu simiente y su simiente; él te herirá en la cabeza, y tú lo herirás en el calcañar.” Con estas palabras Eva descubrió que un hijo suyo borraría el estigma que se creó para sí misma hace unos momentos. Satanás pensó que había ganado. Pensó que había vencido a Dios en su propio juego. Pensó que había arruinado a Eva para siempre y comenzó a reírse de su muerte. Nada más lejos de la realidad. Eva daría a luz a un niño que aplastaría la cabeza de Satanás. El nacimiento cerrará la boca de Satanás.
Pero 1 Timoteo 2:15 también parece indicar que esta promesa de redención no sólo se aplica a Eva, sino también a toda mujer que tenga la misma expectativa y amor por este niño. Primera de Timoteo 2:15 se sitúa en el contexto de las mujeres en la iglesia y el ejemplo del engaño de Eva en el Jardín del Edén (2:14) se utiliza como un argumento para prohibir a las mujeres que ocupen un papel de autoridad. En otras palabras, el Apóstol Pablo correlaciona lo que sucedió en el Jardín con la forma en que la iglesia debe operar hoy en día.
Eva tomó una mala decisión y por lo tanto carga a sus descendientes femeninos con malas consecuencias. Esto no quiere decir que los hombres estén libres de culpa o que sean de alguna manera mejores que las mujeres. De hecho, las Escrituras hablan más del fracaso de Adán que de Eva (Os 6:7; Rom 5:12-21; 1 Cor 15:22). En Adán, toda la raza humana se sumió en el pecado.
Pero en Eva, toda la línea femenina lleva el peso de su vergüenza. Porque ella tomó el mando ese día, en lugar de su marido Adán, ella fue la seducida por Satanás. Ella lleva esa responsabilidad como cabeza de la raza humana femenina. Puede que no parezca justo que todas las mujeres en la sucesión cosechen los horribles beneficios de su decisión, pero así es como Dios ha establecido la humanidad: «Todos para uno y uno para todos». Después de todo, ¿cómo podría Dios levantarnos de la muerte si no hay «todos para uno» (Rom 6:5; 1 Cor 15:13)?
Y con esto en mente, encontramos una bendición disfrazada en este daño colateral. Si una mala decisión para uno resultó en malas consecuencias para todos, una oportunidad de redención para uno debería convertirse en una oportunidad de redención para todos. Es lógico que la oportunidad ofrecida en 1 Timoteo 2:15 se extienda a todas las mujeres también.
A través del parto, las mujeres tienen la oportunidad de borrar la marca negra de su historial. Al dar a luz a los niños y criarlos para que vivan como Jesús, las madres pueden presentar a los niños como una evidencia tangible de que el hijo definitivo ya ha venido y aplastado la cabeza de Satanás a través de su muerte y resurrección. Cuando ejemplifican las cualidades de la fe, el amor y la santidad con dominio propio, ilustran el carácter de Cristo y demuestran su poder para cambiar la vida de las personas. No hay nada más humillante para Satanás que tener que ver cómo su plan de engañar a Eva vuelve a golpearle generación tras generación.
¿Y ENTONCES?
Es seguro decir que el parto es mucho más grande de lo que solemos creer. Las madres no sólo están criando a la próxima generación, derramando sus vidas en sus hijos, y criándolos para que teman al Señor y amen a su Salvador, sino que también están ilustrando el poder del evangelio con su crianza. Sí, es cierto que Satanás engañó a Eva. Es cierto que la raza humana cayó en el pecado. Pero también es cierto que Dios vindicará ese día con su propio Hijo, Jesús. Todos y cada uno de los niños que crecen para amar a Cristo y vivir como Él, ponen una demostración visible de que Cristo gana y Satanás pierde. Y eso tiene un impacto monumental tanto en el mundo natural como en el sobrenatural.
Con todo esto en mente, permítanme amonestar a todos por un momento: Madres, quiero que se sientan animadas y fortalecidas por el fiel trabajo que hacen al tener y criar a sus hijos. No hay un llamado más grande para ustedes en esta vida. Ninguno. Padres, quiero que entiendan la enorme importancia que Dios le da al papel de su esposa como madre.
Traten de ayudarla con esa tarea lo mejor que puedan. Mujeres que no son madres y quizás nunca lo sean, quiero que nunca se sientan excluidas o de alguna manera condenadas al ostracismo por un verso como este. Juegan un papel vital en este esfuerzo por su fiel servicio en la iglesia, y al hacerlo creo firmemente que las bendiciones y la promesa de 1 Timoteo 2:15 se extienden a ustedes también. Caballeros que no son padres y tal vez nunca lo sean, quiero que eviten desconectarse pensando que no tienen ningún papel en todo esto. Llevan la antorcha de la verdad en la iglesia y necesitan hacer todo lo que esté a su alcance para mantener el valor de la maternidad como un emblema del evangelio.
Las cualidades de un pastor (su integridad)
“Palabra fiel: Si alguno anhela obispado, buena obra desea. Pero es necesario que el obispo sea irreprensible, marido de una sola mujer, sobrio, prudente, decoroso, hospedador…” (1 Timoteo 3:1-2).
Pablo ha dejado el tema de la oración y de la mujer para dar su opinión y consejo a los ministros (pastores u obispos). Utilizando por segunda vez en su carta la expresión “palabra fiel”, como si se tratara de preparar al lector para algo muy importante, introduce el presente tema, con una exigencia excepcional. La lista de estas 22 cualidades para un pastor, son como sus “diez mandamientos” que, si dejáramos de cumplir alguna de ellas, habremos fallado en el ministerio.
“Si alguno anhela obispado, buena obra desea”. El término “obispado” tiene que ver con la palabra “obispo”, a diferencia del uso que la iglesia católica o la presbiteriana le da, ese oficio corresponde al pastor de una iglesia; {es un sinónimo. }Pablo da por sentado la bendición de este oficio cuando utiliza el término “buena obra desea”. Y esa buena obra, el pastor tendrá que cumplirla a nivel familiar, su carácter, su capacidad para enseñar, y su testimonio público.
“Que el obispo sea irreprensible…”. Las demandas familiares para el pastor están en los vv. 2, 4 y 5, con las siguientes instrucciones. En primer lugar, se requiere del pastor una reputación intachable en cuanto a su conducta sexual y su matrimonio. No es raro que Pablo comience con este requisito, porque pareciera que de el dependen las demás. Las fallas más comunes de muchos pastores se dan en el área de su pureza sexual, con sys consecuencias en la vida familiar.
“Que el obispo sea marido de una sola mujer…”. El término “marido de una sola mujer” ha generado diferentes opiniones, como por ejemplo que el pastor no debe ser divorciado, pero también es una referencia a no ser un polígamo, o con pensamientos impuros hacia otra mujer.
Si la referencia es hacia el divorcio, debe considerarse el hecho de que muchos hombres antes de venir a Cristo se divorciaron, y eso no aplicaría porque él ahora es una nueva criatura.
El tema acá es que quien cuida de una iglesia como pastor, debe hacer lo mismo con su familia, porque la familia es su primera “iglesia”; ambas deben ser tratadas con el mismo cuidado. Es verdad que en algunos casos la iglesia está primero, pero el descuidar a la familia por una total dedicación a la iglesia puede dar como resultado la pérdida de estos dos “amores ministeriales”.
John F. Walvoord y Roy B. Zuck, comentando este texto dicen: “Muchos estudiosos de la Biblia afirman que la frase “hombre de una mujer” quiere decir que los afectos del hombre deben estar centrados exclusivamente en su esposa. No obstante, muchos otros sostienen que, además, prohíbe ser obispo a todo aquel que se ha divorciado y vuelto a casar… aunque ha sido perdonado de todo pecado relacionado con la separación queda permanentemente descalificado para formar parte del liderazgo de la congregación”.
El resto de los otros requisitos como: “sobrio, prudente, decoroso, hospedador” se relacionan con el mismo cuidado del pastor y su familia. El énfasis de Pablo sobre que el pastor cuide primero de su hogar donde se verán las cualidades de la sobriedad, prudencia, decoro y hospedador. Un pastor que es ejemplo de estas virtudes en su hogar, lo será también en la iglesia. Esto nos lleva a concluir que la manera cómo el pastor lleva a su iglesia es un reflejo de cómo lleva a su hogar.
Las cualidades de un pastor (su dominio propio)
“…no dado al vino, no pendenciero, no codicioso de ganancias deshonestas, sino amable, apacible, no avaro…” (1 Timoteo 3:3).
Si bien Pablo resalta lo bueno que es desear el pastorado, también pone de manifiesto el alto nivel de integridad y espiritualidad para esto, vistas en estas veintidós demandas, dejándonos claro con esto que el pastor de una iglesia necesita cumplir con todos estos requisitos bíblicos. La ausencia de ellos, como el dominio propio, dará al traste con su llamado ministerial. Un hombre de Dios valora estas cualidades para su éxito como ministro del Señor.
“… no dado al vino”. Literalmente esto significa que el pastor no es un hombre vicioso. La Nueva Versión Internacional dice: “no debe ser un borracho”. Y esto es el sentido de la recomendación de Pablo cuando habla de esta cualidad. Hay culturas donde el vino o la cerveza forman parte de la vida familiar, y muchas comidas son acompañadas con estas bebidas. El sentido acá es que el pastor tenga dominio propio a la hora de decidir si puede o no tomar una copa de vino.
“… no pendenciero”. El pastor no debe ser propenso a la violencia, ni contencioso, ni arrogante, ni vivir a la defensiva. Nada hace más feo el carácter de un pastor si se le conoce como pendenciero (o boxeador, que es el sentido de la palabra. No siempre el pastor tendrá la razón, por lo tanto, no debe ser egoísta. El pastor aprende de su Maestro quien dijo: “aprended de mí que soy manso y humilde de corazón. Contario a esto, el pastor debe ser “amable y apacible”.
Las siguientes dos palabras son el opuesto de pendenciero. La persona amable es gentil, suave, paciente con otros (comp. 2 Timoteo 2:23–25). Apacible describe a la persona pacífica, la que busca la armonía con otros. No toma una actitud negativa, que a menudo está en contra de de los demás y sus ideas…”. Stanford Orth, Estudios Bı́blicos ELA: Una iglesia ejemplar (1ra Timoteo) (Puebla, Pue., México: Ediciones Las Américas, A. C., 1996), 62.
“… no codicioso de ganancias deshonestas”. Hasta aquí, todas estas cualidades demandan del ministro un absoluto dominio propio, y la codicia, en cualquiera de los niveles, es el el pecado del que más debe cuidarse. El pastor no vive motivado por la ganancia que el dinero puede traer, como buena posición, poder e influencia. Los pastores promotores de la “teología de la prosperidad” debieran aplicar este texto. Vivir modestamente debe ser nuestra resolución.
Un resumen de todo quedaría plasmado en estas palabras: un pastor debe ser dueño de sí mismo, como Pablo que se golpeaba a sí mismo “para no ser eliminado”. El dominio es la última de las virtudes del fruto del Espíritu, y sin ella el resto sería imposible de cumplirse.
Las cualidades de un pastor (su hogar)
“…que gobierne bien su casa, que tenga a sus hijos en sujeción con toda honestidad (pues el que no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?)…” (1 Timoteo 3:4-5).
Ahora Pablo va a dar su recomendación para aquel que anhela “obispado” en el contexto de su hogar. Si la integridad y el dominio propio son cualidades indispensables y necesarias en la vida del pastor, no menos importante es la manera cómo se debe conducir en la atención y el cuidado de su familia. Es más, aquí es donde se pone más a prueba el liderazgo del pastor. Sabido es de muchos pastores que son “buenos” en el púlpito, pero un fracaso en la conducción de su familia.
“…que gobierne bien su casa”. Esta es la recomendación para aquel que va a dirigir también a la iglesia. Esto pareciera sugerir que el pastor en aquellas iglesias primitivas podía quedar descalificado frente a un problema entre él y su esposa, o con los hijos, o con los abuelos, o parientes cercanos. El pastor debe cuidarse de no dar lugar a la crítica en este campo. Según Pablo las demandas son para gobernar bien su casa, pues si no lo hace, los efectos se verán en la iglesia que dirige.
“… que tenga a sus hijos en sujeción con toda honestidad”. Aquí Pablo sigue tocando el “talón de Aquiles” de todo pastor. Tener a los hijos en sujeción y que vivan en honestidad. Al pastor se le presenta el dilema de ser eficiente en el hogar y en la iglesia, y a veces no tiene el tiempo suficiente para ambas responsabilidades. La mejor demostración de un liderazgo pastoral se verá en la manera cómo ha criado a sus hijos, y esta es la demanda mayor.
“¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?) …”. Es verdad que no siempre de un buen líder salen buenos hijos, tenemos los casos de Elí, Samuel y David, quienes dirigieron bien a una nación, pero sus hijos fueron un fracaso. Y en efecto, si un pastor no gobierna bien su casa, don sus hijos son acusados de mala conducta, el testimonio del pastor quedará en entredicho ante su iglesia y la comunidad. La primera iglesia del pastor es su hogar, y si triunfa allí, triunfará también como pastor en su iglesia.
“Un obispo tiene que ser alguien que gobierne bien su casa. El enfoque específico de Pablo aquí son los hijos. El más confiable (aunque no infalible) medio de determinar la calidad del potencial del liderazgo de alguien es examinar la conducta de sus hijos” (John F. Walvoord y Roy B. Zuck, El conocimiento bíblico, un comentario expositivo: Nuevo Testamento, tomo 3: 1 Corintios-Filemón (Puebla, México: Ediciones Las Américas, A.C., 1996), 307.
Las cualidades del pastor (su preparación)
“… no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo” (1 Timoteo 3:6).
Pablo ha enumerado un total de 22 recomendaciones para aquel que anhela obispado, y como quien va demandando una mayor entrega, en la medida que las va enumerando, las ultimas de esta lista son distintivas por cuanto hablan de su capacidad en su preparación y en su testimonio, lo cual pareciera ser como su carta de presentación. Considerémosla en ese último orden.
“… no un neófito…”. La palabra “neófito” tiene que ver con la idea de un “recién plantado”, como una planta recién sembrada. Otra traducción traduce: “No debe ser un recién convertido”.
¿Cuál es la idea de esto? Que la elección de un neófito podría tener resultados desastrosos tanto para el pastor mismo y, por lo tanto, para la iglesia. La iglesia no debe elegir a un novicio por las exigencias mismas del ministerio. No son pocas las iglesias que se han visto afectadas por haber tomado una decisión “urgente”, y al llamar a un “neófito” han pagado las consecuencias.
Un ejemplo cercano a esto fueron los apóstoles del Señor. Ciertamente Jesús llamó a 12 de ellos para que estuvieran con él, y en ellos se invirtió 3 años, pasando por “el mejor seminario” de capacitación del que se tenga memoria. Lo mismo hizo Pablo con sus discípulos, incluyendo a Timoteo. Todos los hombres de la Biblia que asumieron un liderazgo fueron muy preparados para su oficio. Vea el caso de Moisés, los sacerdotes, Salomón, Pablo, Pedro, Juan…
“…no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo”. El primer peligro visto por Pablo con un hombre en esta condición es el “envanecimiento”. Un sinónimo cercano sería el orgullo, y en este pecado no solo han caído los nuevos, sino también los viejos en el ministerio. La presunción es una contradicción de términos para un discípulo de Cristo, quien dijo: “Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón” (Mateo 11:29).
“… en la condenación del diablo”. Cuando el pastor adapta un estilo de vida como si fuera un incrédulo, y hasta se vuelve a sus hábitos antiguos, con una conducta poco moral, incluyendo hasta su propia apariencia personal y en sus modales, no va a ser raro que pierda el respeto de su congregación, y el diablo usará su conducta para ser parte de su reputación. El pastor no debe dar lugar al diablo, porque “anda alrededor buscando a quien devorar” (1 Pedro 5:8).
Las cualidades del pastor (su testimonio público)
_”También es necesario que tenga buen testimonio de los de afuera, para que no caiga en descrédito y en lazo del diablo” (1 Timoteo 3:6).
Con esta última cualidad del pastor, Pablo termina sus 22 demandas para aquel que anhela obispado. Con semejante lista de exigencias para ser cumplidas en su totalidad, queda demostrado que ser pastor no es una tarea fácil y no es cualquier cosa. Comenzando con el llamamiento divino, y luego seguido por todos estos “mandamientos”, cada hombre que desea ser pastor debe considerar detenidamente si está apto o no para ejercer semejante cargo.
“También es necesario que tenga buen testimonio…”. La expresión “pero es necesario” (3:2), con la que comienza esta larga lista de los deberes pastorales, ahora vemos esta otra “también es necesario”. Eso necesario tiene que ver con su testimonio público, porque es la gente de afuera, donde el pastor se mueve y vive, los que calificarán su conducta.
Si bien el buen testimonio de un pastor es importante para la iglesia que preside, lo será aún mayor para los de afuera. Mucha gente ha sido impactada por el buen testimonio del ministro de su barrio, hasta ser alcanzados para Cristo. La gente fuera de la iglesia nos está “copiando” permanentemente acerca de cómo vivimos, hablamos, nos vestimos o nos conducimos. Somos cartas abiertas para ellos en cada momento.
“Caer en descrédito del diablo”. Pablo menciona en esta larga lista de deberes pastorales el trabajo que el diablo ejerce en nuestras vidas, si no vigilamos nuestro testimonio personal, familiar y para con los de afuera. El descrédito es lo contrario al crédito. En el argot de los negocios se habla de tener “un buen crédito” o “un mal crédito”. Lo primero significa que uno califica para obtener alguna propiedad o para alguna referencia. El pastor debe tener siempre “un buen crédito”. Y es en esta parte donde el diablo no descansará hasta que perdamos el crédito.
“Caer en lazo del diablo”. Las tres cosas de las que debe cuidarse el pastor de aquel que anda como “león rugiente tratando a quien devorar” son: condenación, descrédito y lazo del diablo. Son como la trilogía del mal, y todas ellas tienen como finalidad producir su caída y crear un mal testimonio. Si el diablo logra esto, habrá descalificado al pastor para su tarea.
En resumen, el pastor debe tener un buen testimonio porque eso le da identidad, autoridad y poder para glorificar el nombre del Señor. Un buen testimonio es la mejor carta de presentación de un pastor a la hora de ser calificado como un buen ministro del Señor.
Las cualidades de los diáconos
“Los diáconos asimismo deben ser honestos, sin doblez, no dados a mucho vino, no codiciosos de ganancias deshonestas; que guarden el misterio de la fe con limpia conciencia. Y estos también sean sometidos a prueba primero, y entonces ejerzan el diaconado, si son irreprensibles” (1 Timoteo 3:8-10).
Con el estudio anterior de las cualidades del pastor, y ahora de los diáconos, Pablo reconoce a los dos oficiales escriturales con un llamamiento específico para este cargo. No será extraño notar cómo muchas de las cualidades de los pastores son parecidas a la de los diáconos. De hecho, este oficio fue el primero que se instituyó cuando la iglesia tuvo un crecimiento vertiginoso, donde se requirió la labor de estos hombres con tres cualidades resaltantes según Hechos 6:3.
“Los diáconos asimismo deben ser honestos, sin doblez…”. “Asimismo”, es una especie de conexión con lo anterior. Si bien para Pablo los diáconos no son pastores, sus altas cualidades no son menos importantes que las de ellos. Ciertamente, aunque sus responsabilidades son las de “servir a las mesas”, con un gran énfasis en tareas administrativas, ellos deben ser creyentes decorosos, decentes, honrados… cualidades estas necesarias debido a la responsabilidad de administrar los bienes materiales que no son suyos, sino de la iglesia y de los necesitados.
En este sentido, las “mesas del servicio” de los diáconos se podrían clasificar en cuatro: la mesa de los pobres, la mesa del Señor, la mesa de los creyentes (es decir el cuidado de los bienes materiales del santuario, la mesa donde van a recibir alimento los cristianos), y la mesa del pastor. Los diáconos nacieron para atender a las mesas, mientras que el pastor para atender el púlpito.
“… que guarden el misterio de la fe con limpia conciencia”. Hablar de la fe como un misterio es porque ella viene por el oír, lo cual sólo es dado a través del Espíritu y de la obra de Cristo con su obra regeneradora. Los diáconos son exhortados a guardar el misterio de la fe, que no es otra cosa sino la verdad revelada en la palabra de Dios. Por lo tanto, no es un misterio insondable, sino la verdad esencial del evangelio totalmente revelado por el Espíritu Santo a través de Cristo.
William Hendriksen comenta esto, diciendo: “Un buen diácono, en consecuencia, es aplicado al deber por amor a Cristo. Es concienzudo. Si fuera falto de seriedad, con doblez, dado al vino y codicioso de ganancias vergonzosas, no sería el tipo de hombre que con conciencia purificada por el Espíritu Santo “guarda el misterio de nuestra fe”.
“Y estos también sean sometidos a prueba primero…”. Este requisito debió ser necesario, sobre todo si se toma en cuenta las altas cualidades exigidas para ellos de acuerdo con el pasaje de Hechos 6. Esta exigencia seria parecida al del obispo: no un neófito. Los diáconos deben ser hombres probados, primeramente. En este punto me parece que la ordenación de un diácono sería como esa “comprobación” de las evidencias previas para este llamado al servicio.
La prueba definitivamente debe tomar su tiempo; esto lo ayudará a la congregación a evaluar su moralidad, capacitación en el conocimiento de sus responsabilidades, así como del conocimiento de las doctrinas que deben creer y defender. En esto la iglesia y el pastor son determinantes. Si así resulta “entonces ejerzan el diaconado, si son irreprensibles”.
Los que ejerzan bien el diaconado…
“Las mujeres asimismo sean honestas, no calumniadoras, sino sobrias, fieles en todo. Los diáconos sean maridos de una sola mujer, y que gobiernen bien sus hijos y sus casas. Porque los que ejerzan bien el diaconado, ganan para sí un grado honroso, y mucha confianza en la fe que es en Cristo Jesús” (1 Timoteo 3:11-13).
Con este texto Pablo termina sus recomendaciones respecto a los diáconos al lado de los otros oficiales escriturales. Como hemos destacado, muchas de las características de los diáconos son muy parecidas a la de los obispos (pastores), lo cual nos hace ver la importancia de ese cargo, pero también que no todos lo podían ejercer, a menos que estuvieran dentro de este perfil.
“Las mujeres asimismo sean honestas…”. Este texto se ha prestado para varias interpretaciones. Algunos piensan que las mujeres tenían el mismo cargo de los diáconos, o sea diaconisas; otros creen que Pablo se refiere a las esposas de los diáconos; mientras que una tercera opinión señala la referencia a mujeres que ayudaban sirviendo a los obreros del Señor. Si esto último fuera así, entonces se estaría confirmando que este cargo originalmente fue para los hombres, como el caso del pastor. Sin embargo, y pese a esto, muchas mujeres ejercen como diaconisas también.
El comentarista Stanford Orth, tiene una opinión distinta, cuando dice: “Pablo interrumpe la lista de requisitos de los diáconos para hacer referencia a las cualidades de las mujeres. ¿Quiénes eran estas mujeres? Algunos creen que se refiere a las esposas de los diáconos, pero surge la pregunta de por qué no mencionó las esposas de los ancianos que eran los líderes principales de la congregación. Es mejor entender que estas mujeres son otro grupo que tenían responsabilidades de servicio en la iglesia, o sea, diaconisas, como Febe en Romanos 16:1.”
Pero independientemente de cual sea el liderazgo de las mujeres, Pablo está destacando unas altas cualidades, tan anheladas para cada mujer que presta un servicio en la iglesia del Señor. La honestidad, no ser calumniadoras, sobrias y ser “fieles en todo”, deben formar parte de toda mujer que realmente ama al Señor, y también ama el servicio a él.
“Porque los que ejerzan bien el diaconado…”. Los incentivos por hacer bien el trabajo, así como los galardones son aprobados por la Palabra. Pablo de una manera muy justa reconoce esto para este grupo de servidores. Hebreos 6:10 es uno de esos textos que revelan a un Dios en su justicia al no olvidar el trabajo de amor que otros, como los diáconos, han hecho “habiendo servido a los santos, y sirviéndoles aún”. Dios ve el corazón con el que trabajamos en su obra.
“Grado honroso y confianza en la fe”. Este grado “honroso” equivale a ganar buena reputación, pero no debe verse como ganar una jerarquía; es más bien una “posición” espiritual de servicio como la honra y estima ante Dios y ante la iglesia. Por otro lado, la “confianza en la fe que es en Cristo Jesús” implica libertad y valor para hablar. Es cuando la persona acrecienta su confianza y da testimonio de su fe con plena certeza y seguridad ante los demás.
“Se piensa que la dificultad del ministerio ha espantado a los cristianos mejores y más capaces. Sin embargo, debe ser un motivo de gratitud y de entusiasmo ser llamado a estos oficios, pues no hay nada más noble que servir al Señor y hacerlo mediante la entrega personal al servicio de los demás” (Juan Carlos Cevallos y Rubén O. Zorzoli, Comentario Bíblico Mundo Hispano, Tomo 22: 1 y 2 Tesalonicenses, 1 y 2 Timoteo y Tito (El Paso, TX: Editorial Mundo Hispano, 2009), 141.
El llamado al pastorado y al diaconado forman parte de los dones del Espíritu. Eso significa que no todos son llamados para ejercer estos oficios, pero a quienes Dios le extiende esta invitación, y para los que anhelen estos, estas demandas son requeridas, sin soslayar ninguna de ellas.
La iglesia del Dios viviente
“Esto te escribo, aunque tengo la esperanza de ir pronto a verte, para que si tardo, sepas cómo debes conducirte en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios viviente, columna y baluarte de la verdad” (1 Timoteo 3:14-15).
Estos últimos versículos nos presentan un resumen del propósito de Pablo en todas las instrucciones previas previas para Timoteo, al tratar los temas como la oración, los pastores, diáconos y las mujeres. Y ahora Pablo, como si fuera también un padre, exhorta a su“hijo en la fe” para que sepa cómo debe ser su comportamiento “en la casa de Dios”. Y la manera cómo va a definir la iglesia es un modelo como miembro de ella.
“Esto te escribo, aunque tengo la esperanza de ir pronto a verte…”. No era fácil para Pablo moverse de un sitio a otro, sea por sus viajes misioneros, o por estar preso; por tal razón le está escribiendo a Timoteo esta carta mientras se presenta la oportunidad de poder estar con él, ya que esa era su esperanza “de ir pronto a verte”. Esto hace pensar que el trabajo de Timoteo en Éfeso fue temporal, porque él era uno de los discípulos más cercanos al apóstol.
“Sepas cómo debes conducirte en la casa de Dios…”. La palabra traducida “conducirse” describe tanto el andar como el hablar de la persona. Es una referencia a toda la vida del creyente, su comportamiento externo, pero también su carácter interno. En esto podemos ver que la base para una conducta apropiada de los creyentes, especialmente con su testimonio para los de adentro y los de afuera, es la propia naturaleza de la iglesia, explicadas a través de tres figuras graficas.
“La casa de Dios”. Esta es otra manera de definir al cuerpo de Cristo, no solo en el aspecto físico, sino en lo espiritual. De esta manera, la palabra puede referirse al edificio, pero también a la familia que lo ocupa. Con esto podemos ver que la iglesia cumple con los dos sentidos. Al final no es malo decir “voy a la iglesia” cuando estamos pensando en reunirnos en la casa de Dios. Cualquier lugar de reunión es “casa de Dios” de acuerdo con estos textos (Hebreos 3:2, 5, 6; 10:21; 1 Pedro 4:17; 1 Corintios 3:16).
“Iglesia del Dios viviente”. La palabra griega usada aquí es ekklesia para referirse a la asamblea de los redimidos donde está la presencia continua del Dios vivo. Como creyentes debiéramos vivir esa experiencia cada vez que nos reunamos. La presencia viva de nuestro Dios debe ser reflejada en la adoración, en la proclamación de su palabra, y en el compañerismo entre los hermanos. Que podamos decir: “verdaderamente Dios está entre vosotros.” (1 Corintios 14:25).
“Columna y baluarte de la verdad”. La idea del fundamento en estas tres figuras de la iglesia es una referencia al soporte o cimiento que provee la estabilidad y permanencia a una construcción. El sentido de esta figura es ilustrarnos que la iglesia debe mantener firmemente e intacta la verdad, especialmente en este mundo incrédulo, y falto de la verdad, pero también ante los mismos ataques internos de las herejías que tratan de destruirla.
La manera cómo Pablo define a la iglesia la hace poseedora de los más ricos dones del cielo. El hecho de ser “guardiana de la verdad” nos da la seguridad como miembros del cuerpo de Cristo, que estamos en el lugar correcto; por lo tanto, debemos amarla y entregarnos a ella, así como nos entregamos a Cristo, el cual es su cabeza. Si amo la cabeza, debo amar también su cuerpo. La moderna expresión “Cristo sí, iglesia no” no tiene fundamento bíblico.
El misterio de la piedad
“E indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad: Dios fue manifestado en carne, justificado en el Espíritu, visto de los ángeles, predicado a los gentiles, creído en el mundo, recibido arriba en gloria” (1 Timoteo 3:16).
Pablo termina este capítulo con un sumario de declaraciones cortas, cada una de ellas llena de un profundo contenido teológico a lo que él llama “el misterio de la piedad”. Por supuesto que cada declaración da para hacer un estudio más profundo, porque todas hablan de la vida de Jesús desde su nacimiento hasta su ascensión. Este es el más bendito misterio de las Escrituras.
“E indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad…”. El presente texto debió ser un mensaje conocido mediante la revelación divina. Como es un mensaje concerniente a la piedad, eso es, a la consagración de la vida cristiana, su propósito será el de un llamado a una vida que agrada a Dios, centrada en Cristo. Algunos creen que este pudo ser un credo o uno de los primeros himnos de las primeras iglesias, y una confesión de su fe pública.
“Dios fue manifestado en carne…”. Esta declaración es una evidente alusión a la encarnación de Jesucristo. Esto sería el evento que marca la venida al mundo del Cristo preexistente, a quien se va a llamar el Hijo de Dios. Al hablar de “Dios encarnado” es una manera de mostrarnos su manera de vivir y morir en Cristo, y así revelarnos al Padre en términos comprensibles para todos nosotros. La encarnación del Verbo eterno formó parte de nuestra salvación.
“Justificado en el Espíritu…”. Esta es una fase un poco difícil de entender, pero pudiera verse como la obra del Espíritu Santo en Jesús en el sentido de ser guardado sin pecado durante su ministerio, otorgándole el poder visto en sus milagros para autenticar su misión divina, y hacer su trabajo final al levantar a Cristo de entre los muertos a través de la resurrección. Esto tendría sentido porque el Espíritu Santo fue el agente por medio de quien vino el Salvador.
“Visto de los ángeles, predicado a los gentiles, creído en el mundo…”. En todo el ministerio de Cristo, los ángeles tuvieron una gran actividad. Ellos fueron testigos en toda la obra redentora. Y luego Jesús fue proclamado “entre las naciones”. Mateo 28:19-20 y Hechos 1:8 fueron las ordenes dada para este cumplimiento. Al final, con la expansión del evangelio, Cristo fue creído y sigue siendo creído en el mundo. Su mensaje sigue siendo el centro de la evangelización mundial.
“Recibido arriba en gloria”. Con esta declaración se cierra el llamado “misterio de la piedad”. Jesús después de cumplir con su misión regresó a la posición que tuvo al lado de su Padre, pero también para ser nuestro Abogado Intercesor por nuestras almas. Pero también esta declaración contiene un elemento escatológico que apunta a la segunda venida y a su regreso triunfante con su iglesia como el trofeo de su victoria total sobre todos sus enemigos.
Bendito sea el “misterio de la piedad”. Bendito sea el descenso, vida, muerte, resurrección, ascensión y segunda venida de nuestro amado y eterno Salvador. El suyo fue un misterio revelado, y ahora se constituye en el centro de nuestro credo y nuestra más grande esperanza.
El espíritu de la apostasía
“Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios; por la hipocresía de mentirosos que, teniendo cauterizada la conciencia, prohibirán casarse, y mandarán abstenerse de alimentos que Dios creó para que con acción de gracias participasen de ellos los creyentes y los que han conocido la verdad” (1 Timoteo 4:1-3).
Pablo pareciera hacer un cambio brusco con la introducción de este nuevo tema. El lector podría pensar que no hay conexión entre el tema de las cualidades de los ministros de la iglesia, y el tema de las falsas enseñanzas aquí expuesto. Pero al analizar cuidadosamente el texto nos damos cuenta de la real conexión con los temas abordados en esta nueva sección.
“En los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe…”. Pablo introduce esta fuerte declaración porque el Espíritu Santo le ha revelado sobre el “espíritu de apostasía” con los cuales muchos negarían la fe “una vez dada a los santos”. Por apostasía se entiende: “un desacato a un sistema o autoridad establecido; una rebelión; un abandono o ruptura de la fe”. La oración “en los postreros tiempos” habla de lo que fue una realidad ayer y lo sigue siendo hoy.
“Escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios…”. Pablo había hablado en la despedida de los obispos de Éfeso (Hechos 20:29-30), de la entrada de “lobos rapaces” que no perdonarían a sus ovejas, y al parecer esta advertencia ya era una realidad en la iglesia pastoreada por Timoteo, y esos engañadores estaban avivando ese “espíritu de apostasía” tan contrario a la obra del Espíritu de Verdad del cual Pablo era poseedor.
Juan va a mencionar más adelante (1 Juan 4:6) lo que Pablo habla acá de ese “espíritu seductor”, los cuales son espíritus de demonios, y no hombres. Estos “espíritus engañadores” con esas “doctrinas de demonios” no son nuevos. La misma palabra de Dios ha venido alertando a los creyentes fieles a estar alertas, no solo a identificar falsas doctrinas, sino a permanecer en la verdad alejándose del error (Juan 6:70, 71; Hebreos 3:12; 2 Pedro 3:3; Judas 17–19). Y fue el mismo Señor Jesús que nos dejó esa advertencia previa en Mateos 7:15; 24:4–12.
Pablo identifica a esos “engañadores” como hombres hipócritas y mentirosos, quienes “teniendo cauterizada la conciencia, prohibirán casarse”. Estos hombres con una mala conciencia profesan ser guías de otros, pero al tener una conciencia contaminada, incurren en la hipocresía. Una conciencia cauterizada es mala y creará división, mientras que una “buena conciencia” mantendrá la unidad. El temprano movimiento gnóstico formó parte de estos engañadores.
William Hendriksen dice: “El gnosticismo desprecia las ordenanzas del matrimonio (Génesis 2:24) y la referente a los alimentos (Génesis 1:29, 30 con Génesis 9:3). Estos seguidores del error, cuya venida Pablo en cierta medida describe, pero mucho más predice, mandan a los hombres que se abstengan de los alimentos… que Dios creó para participar de ellos con acción de gracias por los que creen y reconocen la verdad”.
Sobre esto mismo Mattew Henry dice: “Los falsos maestros prohíben por malo lo que Dios ha permitido, y mandan como deber lo que Él dejó como indiferente”.
Los falsos maestros siempre prohibirán hacer lo que ellos ya tienen como placer. Y por cuanto sus conciencias están cauterizadas, no hay sensibilidad para distinguir entre lo bueno y lo malo.
Todo lo creado por Dios es bueno
“Porque todo lo que Dios creó es bueno, y nada es de desecharse, si se toma con acción de gracias; porque por la palabra de Dios y por la oración es santificado” (1 Timoteo 4:4-5).
Pablo ha venido tratando el tema de los apóstatas de la fe. En este capítulo él los ha puesto en evidencia al mencionarlos como hipócritas y mentirosos. Al parecer fue el movimiento gnóstico quien se infiltró en la iglesia, y al arrastrar a algunos hermanos a esa filosofía, lograron trastornar su fe hasta el punto de negarla, incurriendo en sus desviaciones, tales como prohibir casarse y la abstención de ciertos alimentos, siendo este el tema del que Pablo hace su defensa.
“Porque todo lo que Dios creó es bueno…”. Ninguna cosa de las creadas por Dios podía ser mala, tomando en cuenta su firma al final de cada acto creativo, al decir: “… y vio Dios que era bueno”. Pero los esenios, una secta judía dados a la práctica de un ascetismo estricto, prohibían contraer matrimonio, y se dieron al ayuno y a la abstención de alimentos considerados impuros. Sin embargo, Pablo salió a la defensa para decir que todo lo creado por Dios no podía ser malo.
Vidal Valencia al hablar de esto dice: “Estos espíritus engañadores también mandaron abstenerse de los alimentos que Dios creó. Algunos espiritistas, por ejemplo, dicen que no debe ingerirse carne de animales. Teósofos y budistas prohíben comer ciertas carnes porque al crecer en la transmigración, alegan que tal vez el alma de algunos hombres se reencarnó en animales”.
Juan Carlos Ortiz y Rubén O. Zorzoli, en su comentario del Mundo Hispano, también dicen: “Como se puede observar, el problema no son las prácticas en sí, sino las ideas que las originan. En este caso, hay varios errores. Por un lado, se da el error de considerar que lo físico o material es malo o contamina. Por otro lado, se promueve la idea equivocada de que los sacrificios o mortificaciones del cuerpo físico se traducen en méritos para obtener la salvación, y también indican un mayor grado de espiritualidad”.
“… y nada es de desecharse”. Pablo argumenta que por cuanto Dios todo lo hizo bueno, y “hermoso en su tiempo”, ninguna cosa debe ser desechada. Cuando nos sentamos a comer, damos gracias al Dios Padre por su provisión, porque reconocemos a Dios como el Dador de todo, y al orar a Él lo hacemos “con acción de gracias”, reconociendo que los alimentos puestos en la mesa son un regalo del cielo, pero cosechado en la tierra. No podemos nosotros llamar “común o inmundo”, y hasta desechar a lo que Dios hizo para nuestro bien.
“… porque por la palabra de Dios y por la oración es santificado”. Esta palabra final es contundente para refutar la falsa creencia que la materia es mala, argumento este traído por los gnósticos, el cual fue muy combatido por Pablo y el mismo Juan. Los elementos “purificadores” de los alimentos son la palabra de Dios y las oraciones. Cuando lo que hacemos está respaldado por la palabra de Dios y la oración, no habrá ninguna creencia que afecte nuestra genuina fe.
Cuando oramos con acción de gracias por la comida puesta delante de nosotros, damos por cierto que son alimentos santificados, y debemos comerlos con una conciencia tranquila.
La piedad para todo aprovecha
“Si esto enseñas a los hermanos, serás buen ministro de Jesucristo, nutrido con las palabras de la fe y de la buena doctrina que has seguido. Desecha las fábulas profanas y de viejas. Ejercítate para la piedad; porque el ejercicio corporal para poco es provechoso, pero la piedad para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida presente, y de la venidera” (1 Timoteo 4:6-8).
Pablo era un motivador por excelencia. Timoteo era joven y necesitado de experiencia pastoral, por tal razón la sabiduría de Pablo haría de él un buen ministro del evangelio. Cada uno de sus consejos apuntaba a una formación adecuada como pastor. El “seminario paulino” donde el en el joven pastor asistió, formó en el un carácter firme y una sólida enseñanza para el resto de su vida. ! Que gran privilegio!
“Si esto enseñas a los hermanos, serás buen ministro de Jesucristo…”. Pablo sabía del error que otros “ministros” estaban introduciendo en la iglesia, por lo tanto, será la buena enseñanza y la doctrina enseñada por Timoteo la que haría la diferencia, tanto en la iglesia como en su propia vida. Lo que enseña un pastor lo califica para ser bueno o malo. Hay muchos “ministros” hoy día, pero no siempre son modelos de virtudes. Enseñar la piedad por la vía del ejemplo es lo que hace a un pastor buen ministro del evangelio.
¿Qué es lo que hace a “un buen ministro de Jesucristo?”. Pablo menciona dos alimentos adecuados: nutrirse “con las palabras de la fe y de la buena doctrina”. Pablo había detectado una mala doctrina, traída por falsos maestros, por lo tanto, ya era hora de dar a conocer la doctrina correcta, la necesaria para la edificación de la iglesia. Y para que Timoteo enseñara correctamente, él debería estar “nutrido”; eso es, bien alimentado con “la palabra de verdad”.
“Desecha las fábulas profanas y de viejas”. Esta exigencia de Pablo la repite en varias ocasiones (1:4, 19; 6:3, 4, 20; 2 Timoteo 2:14, 16, 23; 4:3–4), seguramente con la intención que tales cosas no distraigan al joven pastor en sus deberes principales. Hay “fábulas profanas”, y mundanas. Son propias “de viejas”, no se basan en la verdad, son ficticias, tontas y no vale la pena mencionarlas. Tales cosas no nutren la fe, sino que te apartarán de la verdad. La idea de todo esto es que un pastor debe ser selectivo con lo que alimenta su tiempo, ya limitado.
“Ejercítate para la piedad… la piedad para todo aprovecha”. De la ilustración de la “nutrición”, Pablo ahora habla del “ejercicio”. Esta es una palabra usada en el gimnasio para las competencias de los juegos olímpicos. Pablo dice que el ejercicio corporal para poco es provechoso.”, aunque la Nueva Versión Internacional dice: El ejercicio físico nos ayudara temporalmente. De esta manera, un pastor negligente al descuidar su cuerpo acortará su tiempo de servicio. Pero el ejercicio de la piedad al final será mejor que el físico, porque nunca se acaba.
Armin W. Schuetze, comentando este texto, dice: “Lo que es importante es la preparación para ser piadoso. La “piedad” no es algo que nosotros hagamos por nuestra propia cuenta, sino que consiste en la fe y en la vida que Dios obra en nosotros: “para todo aprovecha”. El “todo” es global, incluye tanto la vida presente como la vida venidera”.
“… pues tiene promesa de esta vida presente, y de la venidera”. La piedad beneficia en todos los ámbitos de la vida. Una vida piadosa no está diseñada para alguien que desea vivir sin contacto con el mundo, todo lo contrario. La vida cristiana llena del Espíritu (vida piadosa), es una vida activa, plena e integral. Quien así vive, es feliz, victorioso y confiado en las promesas divinas, para sostenerlo ahora, y en el futuro obtener la vida eterna. La piedad para todo aprovecha.
El ejercicio corporal ayuda para mantener el cuerpo activo en el presente, pero ejercitarnos para la piedad nos ayudará a mantenernos fuertes y firmes hasta llegar a la eternidad.
La piedad para todo aprovecha
_“Si esto enseñas a los hermanos, serás buen ministro de Jesucristo, nutrido con las palabras de la fe y de la buena doctrina que has seguido. Desecha las fábulas profanas y de viejas. Ejercítate para la piedad; porque el ejercicio corporal para poco es provechoso, pero la piedad para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida presente, y de la venidera” (1 Timoteo 4:6-8).
Pablo era un motivador por excelencia. Timoteo era joven y necesitado de experiencia pastoral, por tal razón la sabiduría de Pablo haría de él un buen ministro del evangelio. Cada uno de sus consejos apuntaba a una formación adecuada como pastor. El “seminario paulino” donde el en el joven pastor asistió, formó en el un carácter firme y una sólida enseñanza para el resto de su vida. !Que gran privilegio!
“Si esto enseñas a los hermanos, serás buen ministro de Jesucristo…”. Pablo sabía del error que otros “ministros” estaban introduciendo en la iglesia, por lo tanto, será la buena enseñanza y la doctrina enseñada por Timoteo la que haría la diferencia, tanto en la iglesia como en su propia vida. Lo que enseña un pastor lo califica para ser bueno o malo. Hay muchos “ministros” hoy día, pero no siempre son modelos de virtudes. Enseñar la piedad por la vía del ejemplo es lo que hace a un pastor buen ministro del evangelio.
¿Qué es lo que hace a “un buen ministro de Jesucristo?”. Pablo menciona dos alimentos adecuados: nutrirse “con las palabras de la fe y de la buena doctrina”. Pablo había detectado una mala doctrina, traída por falsos maestros, por lo tanto, ya era hora de dar a conocer la doctrina correcta, la necesaria para la edificación de la iglesia. Y para que Timoteo enseñara correctamente, él debería estar “nutrido”; eso es, bien alimentado con “la palabra de verdad”.
“Desecha las fábulas profanas y de viejas”. Esta exigencia de Pablo la repite en varias ocasiones (1:4, 19; 6:3, 4, 20; 2 Timoteo 2:14, 16, 23; 4:3–4), seguramente con la intención que tales cosas no distraigan al joven pastor en sus deberes principales. Hay “fábulas profanas”, y mundanas. Son propias “de viejas”, no se basan en la verdad, son ficticias, tontas y no vale la pena mencionarlas. Tales cosas no nutren la fe, sino que te apartarán de la verdad. La idea de todo esto es que un pastor debe ser selectivo con lo que alimenta su tiempo, ya limitado.
“Ejercítate para la piedad… la piedad para todo aprovecha”. De la ilustración de la “nutrición”, Pablo ahora habla del “ejercicio”. Esta es una palabra usada en el gimnasio para las competencias de los juegos olímpicos. Pablo dice que el ejercicio corporal para poco es provechoso.”, aunque la Nueva Versión Internacional dice: El ejercicio físico nos ayudara temporalmente. De esta manera, un pastor negligente al descuidar su cuerpo acortará su tiempo de servicio. Pero el ejercicio de la piedad al final será mejor que el físico, porque nunca se acaba.
Armin W. Schuetze, comentando este texto, dice: “Lo que es importante es la preparación para ser piadoso. La “piedad” no es algo que nosotros hagamos por nuestra propia cuenta, sino que consiste en la fe y en la vida que Dios obra en nosotros: “para todo aprovecha”. El “todo” es global, incluye tanto la vida presente como la vida venidera”.
“… pues tiene promesa de esta vida presente, y de la venidera”. La piedad beneficia en todos los ámbitos de la vida. Una vida piadosa no está diseñada para alguien que desea vivir sin contacto con el mundo, todo lo contrario. La vida cristiana llena del Espíritu (vida piadosa), es una vida activa, plena e integral. Quien así vive, es feliz, victorioso y confiado en las promesas divinas, para sostenerlo ahora, y en el futuro obtener la vida eterna. La piedad para todo aprovecha.
El ejercicio corporal ayuda para mantener el cuerpo activo en el presente, pero ejercitarnos para la piedad nos ayudará a mantenernos fuertes y firmes hasta llegar a la eternidad.
Porque esperamos en el Dios viviente
“Palabra fiel es esta, y digna de ser recibida por todos. Que por esto mismo trabajamos y sufrimos oprobios, porque esperamos en el Dios viviente, que es el Salvador de todos los hombres, mayormente de los que creen. Esto manda y enseña” (1 Timoteo 4:9-11)._
El presente texto no está aislado de su contexto inmediato. Pablo acaba de hablar de ejercitarse para la piedad en mayor intensidad, y con la misma disciplina con la que hacemos los ejercicios corporales. Para esto él apela al tema de los galardones futuros, vistos en la salvación ya recibida, y en nueva venida de Dios en la persona de su Hijo. Pablo nos anima a creer en esta palabra y sus promesas. Nada es más seguro como las promesas de Dios.
“Palabra fiel es esta, y digna de ser recibida por todos”. Pablo ha destacado en este capítulo las falsas enseñanzas de aquellos que han terminado apostatando de su fe, pero con esta declaración le recuerda a su joven pastor que hay una “palabra fiel”, pero además digna de ser considera por los que la leen y la oyen, porque es la palabra de Dios. Es la fidelidad de esta Palabra el motivador principal de todo creyente y obrero del Señor para no desmayar y seguir adelante.
“Que por esto mismo trabajamos y sufrimos oprobios…”. El ejercicio de el la piedad impulsó a los apóstoles a trabajar mucho hasta exponerse a sufrimientos, infamias, deshonras y peligros como se registra en 2 Corintios 11:23–28. Pablo, como el resto de sus compañeros fueron sometidos a este gran esfuerzo, porque estaban persuadidos de andar en la verdad y ser guiados por el poder del Espíritu Santo.
“Porque esperamos en el Dios viviente, que es el Salvador de todos los hombres…”.
Ya Pablo había hablado de Jesucristo como “Dios nuestro Salvador” (2:3), y ahora repite la misma ida. Si algo sabía Pablo, y lo tenía como una segura promesa, era la venida de Jesucristo. Para Pablo, Jesucristo es el “Dios viviente” y “Salvador de todos los hombres” que volverá otra vez. Por esta gloriosa promesa vale la pena cualquier trabajo y sufrimiento. Esta es una esperanza viva.
“Mayormente de los que creen”. Jesucristo le ofrece la salvación a todos los hombres, pero sólo los que creen en El la obtendrán. Con esto se pone de manifiesto que toda salvación del pecado debe estar precedido por un acto de entrega, arremetimiento y confesión de nuestros pecados, y eso abarca el término “mayormente”. Con esto el apóstol da por sentado que la gracia salvadora busca aquellos corazones sensibles y abiertos para creer en el Salvador Jesucristo.
Vidal Valencia lo expresa así: “Dios es el Salvador de todos los hombres en vista de su gracia común, pero mayormente—y ahora en cuanto a su gracia particular—es sólo Salvador de los que creen. La condición de creer es la que hace la eterna diferencia” (Comentario bı́blico del continente nuevo: 1 Timoteo, 2 Timoteo, Tito (Miami, FL: Editorial Unilit, 1996), 71.
Siendo ejemplo para los creyentes
“Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza” (1 Timoteo 4:12).
Timoteo debió estar en sus treinta y cinco años cuando Pablo se refirió a él como un joven pastor. Esto se infiere después de los quince años que le tocó andar con Pablo en sus viajes misioneros, especialmente a través del imperio romano. Para esos tiempos, una persona no se consideraba adulta sino hasta después de los cuarenta años. Como quiera que haya sido, a los oídos de Pablo llegó alguna queja que Timoteo era muy joven para ser pastor, y por esta razón lo anima a seguir adelante con el ministerio que se le había encomendado, dándole las siguientes sugerencias:
“Ninguno tenga en poco tu juventud…”. La Nueva Versión Internacional dice: “Que nadie te menosprecie”. Timoteo fue enviado a Éfeso para pastorear y corregir algunos “entuertos” ya existentes. Por otro lado, fue allí donde Pablo estableció ancianos (pastores) según Hechos 20, y al parecer la confrontación, los roces y críticas ya parecieron muy evidentes.
Para Timoteo, pastorear en Éfeso debió ser una prueba de fuego debido a su juventud. Si pastorear una iglesia donde todos los miembros son ovejas, más es difícil debió ser pastorear a la iglesia dónde había un buen grupo de ancianos. ¿Qué le pedía Pablo a su joven pastor? Que evitara discusiones con aquellos que tenían diferencias con su pastorado. Su recomendación fue ser sensible, tolerante, firme y amar a todos por igual; al final esta será la actitud que todos valoraran y copiaran como ejemplo.
¿Cómo podía este joven pastor llevar su ministerio? Pablo le da una lista de cualidades para que fuera ejemplo. La intención al ponerlas en ese orden era para que al aplicarlas, y vivirlas, los demás aprendieran de su modelo, y en lugar de ver su juventud como una causa de menosprecio, vieran sus virtudes, y las imitaran.
“Ejemplo en palabras y conducta”. Las dos primeras cualidades donde Pablo le pide a Timoteo ser ejemplo son: en su manera de hablar y en su comportamiento. Una de las tentaciones cuando se es un ministro jóven, es el deseo siempre de hablar y manifestar la manera de ser. Es por esta razón por la que Pablo anima a Timoteo a tener cuidado de estas cualidades, porque dependiendo de esto tendrá autoridad, o será descalificado delante de los demás.
“Ejemplo en amor, espíritu y fe”. Con esto Pablo le dice a su joven pastor que demuestre su amor a los demás en lugar de ser arrogante, mal educado, censurador, crítico, cruel o duro. Un pastor lleno de amor por sus ovejas, junto a un espíritu afable y conciliador, es el mejor bien para una iglesia. Pero si a esto se añade su fe, la iglesia lo imitará. Si el pastor vive cumplimiento con sus responsabilidades asignadas, la iglesia lo respetara, aunque sea muy joven.
“Ejemplo en fe y pureza”. Los testimonios cotidianos nos hablan de que la impureza es una de las mayores causas en la destrucción del ministerio pastoral. Éfeso era considerada como una ciudad dominada por la impureza sexual, y es allí donde se le pide a Timoteo mantener en alto este estándar ministerial. Evitar todo lo que era impuro en medio de aquella sociedad impura era el reto. Al final de esto, una vida pura es la base sobre la que se levanta un ministerio efectivo.
Mattew Henry ha escrito esto: “Los que enseñan por su doctrina deben enseñar por su vida. El discurso de ellos debe ser edificante; la conversación de ellos debe ser santa; deben ser ejemplo de amor a Dios y a todos los hombres buenos, ejemplo de mentalidad espiritual” Comentario de la Biblia Matthew Henry en un tomo (Miami: Editorial Unilit, 2003), 974.
No descuides el don que hay en ti
“Entre tanto que voy, ocúpate en la lectura, la exhortación y la enseñanza. No descuides el don que hay en ti, que te fue dado mediante profecía con la imposición de las manos del presbiterio” (1 Timoteo 4:13-14).
Los consejos de Pablo a su joven pastor son el mejor “seminario” al cual Timoteo pudo haber asistido. Pero a la vez son para cada pastor un verdadero curso de “ministerio pastoral”, y un “manual de orientación” para todo aquel que anhela obispado. En este texto Pablo habla de lo que debiera ocupar el tiempo de un pastor, además del recordatorio de su consagración al ministerio a través del acto de su ordenación con sus dones recibidos.
“Entre tanto que voy…”. Esta oración ponía de manifiesto que el ministerio de Timoteo fue ampliamente respaldado por su instructor y maestro, no solo en la distancia, sino ahora pensando en visitarlo. No sabemos cuánto tiempo pasó Timoteo en Éfeso como pastor, pero la cercanía de Pablo a su ministerio fue un gran aliciente, dándole una gran confianza.
“Ocúpate en la lectura, la exhortación y la enseñanza”. Pablo va a usar dos veces la palabra “ocúpate” en este texto. Este triple deseo del apóstol pareciera indicar el secreto del éxito pastoral. La lectura es el alimento del alma, sobre todo si es el de la Palabra. Le exhortación es la labor pastoral, como el cuidado y la orientación continua, y la enseñanza, es aquello que mantiene a la iglesia sana en su doctrina. Ocuparse en esto debe ser siempre nuestra más irrenunciable tarea.
“No descuides el don que hay en ti…”. Con esta exhortación se pone de manifiesto el equipamiento espiritual que Timoteo había recibido. Él era poseedor de dones espirituales para enfrentar las demandas ministeriales. El imperativo “no descuides” era una forma negativa para enfatizar lo que debiera ser cuidado. Más adelante le va a recordarle positivamente que “avives el don”. El asunto es que Timoteo tenía las “herramientas” para hacer y enfrentar su ministerio.
¿Cuáles eran las características del don que Dios había otorgado a Timoteo? Por las mismas evidencias mostradas por Pablo en sus cartas, Timoteo poseía el don de la enseñanza, la predicación, el evangelismo y el don de liderazgo (1 Timoteo 4:6, 11, 13, 16; 2 Timoteo 2:24, 25; 4:2, 5). Y al ver estos dones ministeriales, todos ellos se requieren para los que anhelan obispado. La carencia de estos dones serían una señal que ese candidato no tiene un llamado del Señor.
“Que te fue dado mediante profecía…”. Una mejor traducción sería “acompañado de profecía”. No se sabe más acerca de esto, pero la revelación por medio de alguna profecía estuvo latente en el Nuevo Testamento, y Timoteo fue capacitado con eso. De esta manera, y antes que Timoteo fuera enviado como pastor a Éfeso, fue dedicado (ordenado) por un concilio (presbiterio), compuesto por otros pastores, y las manos sobre sus hombros lo apartaban y conformaban para el santo ministerio.
Bendito sea el pastor que es ungido y consagrado en su iglesia con la presencia de otros ministros, quienes, al imponer sus manos sobre él, testifican que es un obrero aprobado.
Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina
“Ocúpate en estas cosas; permanece en ellas, para que tu aprovechamiento sea manifiesto a todos. Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren” (1 Timoteo 4:15-16).
Con estos versículos Pablo concluye sus palabras de ánimo a su joven pastor. La consistencia en la integridad del ministro de Dios es su más grande demanda. La manera de conducirse debe ser el resultado de su enseñanza. Su testimonio público debe ser el resultado de su vida privada. El testimonio delante de los hombres es la carta de presentación del pastor.
“Ocúpate en estas cosas; permanece en ellas…”. La mejor palabra para “ocuparse” es el de meditar en la Palabra como el varón bienaventurado del salmo 1. Con esta oración Pablo exhorta a Timoteo a ir hacia atrás y revisar lo que le ha dicho previamente. Una de las cosas que Pablo esperaba de Timoteo era el ejercitarse para la piedad, por ser provechoso para todo. Su deber era “permanece en ellas”. La constancia y disciplina son las aledas del éxito del ministro.
“… para que tu aprovechamiento sea manifiesto a todos”. Quien esto hace tendrá un mejor “aprovechamiento”. La idea de esta palabra es la de ir en un constate progreso, en una especie de perfeccionamiento en la vida cristiana, y en un cada vez más profundo alcance de nuestro ideal como ministro del Señor. Cuando la vida del ministro está envuelta en la práctica de estas disciplinas espirituales los testigos de su ministerio serán los más aprovechados de lo que él ministro es y hace.
“Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina”. He aquí uno de los más serios llamados de exhortación encontrados en la Biblia. Todo pastor debe cuidar su vida personal y también su enseñanza. Esto es un binomio ministerial. Calvino habla de esto como los dos grandes requisitos de un buen pastor; su enseñanza no aprovechará a menos que su vida esté de acuerdo con ella; y su propia pureza no basta a menos que sea diligente en la enseñanza; ambas cosas son necesarias.
“… te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren”. Pablo le dice a Timoteo que si él hace lo anterior recomendado, se salvaría así mismo “y a los que te oyeren”. ¿Qué quiso decir Pablo con esto? Por supuesto que esto no es una referencia a una salvación por obras, o que Timoteo se salvaría por su propia cuenta. Sin embargo, aunque la salvación no es por obra, debemos perseverar haciendo buenas obras, porque al final ellas serán la prueba de nuestra salvación.
La idea final de este consejo paulino es que el ministro debe ser una persona genuina, e íntegra de modo de mantener un balance entre lo público y lo privado de su vida cristiana. El pastor debe saber que su ministerio tiene la función de bendecir las vidas de los que Dios ha puesto a su cuidado, y el cuidarse a sí mismo como a la doctrina recibida, incidirá en la iglesia que dirige.
Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina
“Ocúpate en estas cosas; permanece en ellas, para que tu aprovechamiento sea manifiesto a todos. Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren” (1 Timoteo 4:15-16).
Con estos versículos Pablo concluye sus palabras de ánimo a su joven pastor. La consistencia en la integridad del ministro de Dios es su más grande demanda. La manera de conducirse debe ser el resultado de su enseñanza. Su testimonio público debe ser el resultado de su vida privada. El testimonio delante de los hombres es la carta de presentación del pastor.
“Ocúpate en estas cosas; permanece en ellas…”. La mejor palabra para “ocuparse” es el de meditar en la Palabra como el varón bienaventurado del salmo 1. Con esta oración Pablo exhorta a Timoteo a ir hacia atrás y revisar lo que le ha dicho previamente. Una de las cosas que Pablo esperaba de Timoteo era el ejercitarse para la piedad, por ser provechoso para todo. Su deber era “permanece en ellas”. La constancia y disciplina son las aledas del éxito del ministro.
“… para que tu aprovechamiento sea manifiesto a todos”. Quien esto hace tendrá un mejor “aprovechamiento”. La idea de esta palabra es la de ir en un constate progreso, en una especie de perfeccionamiento en la vida cristiana, y en un cada vez más profundo alcance de nuestro ideal como ministro del Señor. Cuando la vida del ministro está envuelta en la práctica de estas disciplinas espirituales los testigos de su ministerio serán los más aprovechados de lo que él ministro es y hace.
“Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina”. He aquí uno de los más serios llamados de exhortación encontrados en la Biblia. Todo pastor debe cuidar su vida personal y también su enseñanza. Esto es un binomio ministerial. Calvino habla de esto como los dos grandes requisitos de un buen pastor; su enseñanza no aprovechará a menos que su vida esté de acuerdo con ella; y su propia pureza no basta a menos que sea diligente en la enseñanza; ambas cosas son necesarias.
“… te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren”. Pablo le dice a Timoteo que si él hace lo anterior recomendado, se salvaría así mismo “y a los que te oyeren”. ¿Qué quiso decir Pablo con esto? Por supuesto que esto no es una referencia a una salvación por obras, o que Timoteo se salvaría por su propia cuenta. Sin embargo, aunque la salvación no es por obra, debemos perseverar haciendo buenas obras, porque al final ellas serán la prueba de nuestra salvación.
La idea final de este consejo paulino es que el ministro debe ser una persona genuina, e íntegra de modo de mantener un balance entre lo público y lo privado de su vida cristiana. El pastor debe saber que su ministerio tiene la función de bendecir las vidas de los que Dios ha puesto a su cuidado, y el cuidarse a sí mismo como a la doctrina recibida, incidirá en la iglesia que dirige.
Cuidando a todos por igual
“No reprendas al anciano, sino exhórtale como a padre; a los más jóvenes, como a hermanos; a las ancianas, como a madres; a las jovencitas, como a hermanas, con toda pureza” (1 Timoteo 5:1-2).
Aunque Pablo escribe esta carta pastoral desde la distancia, la manera como precisa esta serie de consejos al joven pastor, nos revela cuánto conocimiento tenía el apóstol de la iglesia en Éfeso. En este texto encontramos una especie de “ternura pastoral” respecto al tratamiento que debe darse a cada miembro de la iglesia, según su edad y condición social. El énfasis de Pablo es sobre la amabilidad y el cuidado que debe haber al momento de “exhortar” a las ovejas, pues no todas son iguales.
“No reprendas al anciano, sino exhórtale como a padre…”. El contenido de este texto nos muestra a la iglesia como una familia donde es requerida la disciplina para confrontar a cada uno de sus miembros. Los primeros en la lista son los ancianos. La palabra “reprender” es usada para golpear algo, por lo tanto, Pablo aconseja a no ser ásperos con esos ellos, porque nos merecen respeto y consideración. Ellos debieran ser tratados como si fueran nuestros propios padres.
“A los más jóvenes, como a hermanos…”. Al dirigirse a los jóvenes, ellos debieran ser considerados como a hermanos de sangre. De acuerdo con esto, en la iglesia debe existir un trato de igualdad y un espíritu de comunión entre todos. La diferencia de los jóvenes y los ancianos es su madurez. Ellos merecen el mismo respecto que un anciano. Necesitamos paciencia con ellos, porque alguien la tuvo con nosotros.
“A las ancianas, como a madres…”. El tratamiento para las ancianas es el mismo consejo dado para los ancianos, ellas deben ser tratadas como a madres, dominando el concepto del respeto y la reverencia. La verdad es que estas recomendaciones requieren de una profunda humildad y una buena dosis de sabiduría delante el Señor, porque esas edades ya están curtidas de experiencia. No será lo mismo corregir a un anciano que un joven, de allí la necesidad de pedir por sabiduría al hacerlo.
“A las jovencitas, como a hermanas, con toda pureza”. Con esta exhortación sobre cómo tratar a las jovencitas, nadie quedó fuera en la iglesia en el cuidado pastoral. La recomendación es amonestar a las jovencitas como a hermanas; eso es, con toda pureza. La palabra “hermanas” es una consideración seria para el pastor a la hora de darle consejería a ellas, sobre todo cuando se nos demanda hacerlo “con toda pureza”. Esta es la actitud correcta.
Honrando a las viudas
“Honra a las viudas que en verdad lo son… Mas la que en verdad es viuda y ha quedado sola, espera en Dios, y es diligente en súplicas y oraciones noche y día… Sea puesta en la lista solo la viuda no menor de sesenta años, que haya sido esposa de un solo marido… Pero viudas más jóvenes no admitas; porque cuando, impulsadas por sus deseos, se rebelan contra Cristo, quieren casarse… Quiero, pues, que las viudas jóvenes se casen, críen hijos, gobiernen su casa; que no den al adversario ninguna ocasión de maledicencia… Si algún creyente o alguna creyente tiene viudas, que las mantenga, y no sea gravada la iglesia, a fin de que haya lo suficiente para las que en verdad son viudas” (1 Timoteo 5:3-16).
Pablo le dedica catorce versículos de este capítulo al tema de las viudas. Por la manera cómo describe a estas mujeres en su condición social, podemos inferir unas tres cosas: primero, la importancia de cuidar a estas mujeres después de haber perdido a sus maridos, segundo, la importancia que ellas fueran ya de cierta edad (no jóvenes), y tercero, su llamado a la familia de ciertas viudas a cuidar de ellas. La idea de esto era evitar una carga económica para la iglesia.
“Honra a las viudas que en verdad lo son…”.De acuerdo con esta recomendación, Timoteo debió conocer muy bien a su iglesia para distinguir y honrar a esa mujer que quedó sola, y que llena los requisitos por ser viuda “en verdad”. En el resto del pasaje, Pablo advierte sobre la necesidad de hacer un “estudio social”, porque si alguna de estas mujeres tiene hijos o nietos, que sean ellos quienes aprendan a honrar a sus padres, como dice el mandamiento dado por Dios.
Cuando leemos un poco del comienzo de la iglesia en Jerusalén, pronto nos damos cuenta de que el nacimiento del ministerio de los diáconos tuvo que ver con la falta de atención de las viudas griegas (Hechos 6:1-7). De esta manera, la iglesia le prestó atención a las necesidades de esas mujeres cuando llegaron a esta condición. Santiago 1:27 nos dice que la religión pura y sin mácula, además de atender al huérfano, es aquella que cuida a “las viudas en sus tribulaciones”.
“Mas la que en verdad es viuda y ha quedado sola, espera en Dios…”. La atención y el ministerio a las viudas formó parte de la sociedad de Israel. Pasajes como Salmos 68:5, donde se habla de Dios como “padre de huérfanos y defensor de viudas”, y luego la ley que las protegía (Deuteronomio 14:29; 24:19–21; 26:12, 13), nos muestran el lugar que estas mujeres tenían en la sociedad. De esta manera, la iglesia continuó asistiéndolas, pero especificando a la que en “verdad es viuda”. La palabra usada por Pablo es “despojada, privada o desamparada”.
Entonces ¿cuáles son las verdaderas viudas según la visión de Pablo? Observe lo que dicen los versículos 9 al 10. “Sea puesta en la lista solo la viuda no menor de sesenta años, que haya sido esposa de un solo marido, que tenga testimonio de buenas obras; si ha criado hijos; si ha practicado la hospitalidad; si ha lavado los pies de los santos; si ha socorrido a los afligidos; si ha practicado toda buena obra”. Si esa mujer no llena esos requisitos, no entra en la lista.
“Pero viudas más jóvenes no admitas…”. Pablo nos dice en su testimonio personal que él no fue gravoso para con la iglesia, por eso trabajaba con sus propias manos para sostenerse, y ese principio se observa en estas recomendaciones. De esta manera le dice a Timoteo que no admitiera “viudas más jóvenes”, porque terminan después casándose otra vez. La recomendación final para ellas es casarse, criar hijos y gobernar sus casas. Así ayudaban también a la iglesia.
La iglesia no es una “entidad de benevolencia”, para aprovecharse de su buena intención. De allí que, con respecto a la necesidad de atender a las viudas, la iglesia debe ayudar a tales mujeres, pero saber quién son en verdad viudas. Y para evitar esto, Pablo da esta palabra final: Si algún creyente tiene viudas, que las mantenga, y no sea gravoso a la iglesia, a fin de que haya lo suficiente para las que en verdad son viudas”.
Mattew Henry dice: “A todos los creyentes se les pide que alivien a quienes pertenecen a su familia y están necesitados, para que no se impida que la iglesia alivie a los que están verdaderamente pobres y sin amigos”.
No pondrás bozal al buey que trilla
“Los ancianos que gobiernan bien, sean tenidos por dignos de doble honor, mayormente los que trabajan en predicar y enseñar. Pues la Escritura dice: No pondrás bozal al buey que trilla; y: Digno es el obrero de su salario. Contra un anciano no admitas acusación sino con dos o tres testigos. A los que persisten en pecar, repréndelos delante de todos, para que los demás también teman” (1 Timoteo 5:17-20).
El término “anciano” en este contexto no es necesariamente una referencia a la edad, sino más bien a una posición de liderazgo. Solo para recordar que fue en Éfeso donde Pablo estableció ancianos, llamados también presbíteros o pastores (Hechos 20). No sabemos si en este consejo se incluía a aquellos ya nombrados por Pablo anteriormente. El consejo para Timoteo es que tenga una buena consideración y gran respeto al momento de tratar a esos hombres llamados por Dios.
“Los ancianos que gobiernan bien, sean tenidos por dignos de doble honor…”. La Nueva Traducción Viviente dice que los ancianos deben “ser respetados y bien remunerados”. El sentido del texto es que quienes están en una posición de pastorear al rebaño, la manera de mostrarles respeto (dignidad) es honrarlo doblemente. Es decir, la iglesia debe valorar su trabajo expresándoselo en dádivas. Cada iglesia debe tener la satisfacción de sostener bien a su pastor.
“Mayormente los que trabajan en predicar y enseñar”. El consejo de Pablo es para quienes tienen la sagrada misión de traer la palabra de Dios, sea por la vía de la enseñanza, como maestros, o por medio de la predicación. Esto ya sugería como la iglesia se había estructurado en base a los dones espirituales. Estos hombres ocupaban una gran responsabilidad dentro de la iglesia con el ministerio de la Palabra, de allí la expresión “mayormente los que trabajan”. No es que los demás no eran dignos, es por la responsabilidad que trae el ministerio.
“No pondrás bozal al buey que trilla… digno es el obrero de su salario”. Estos eran ejemplos bien conocidos para ese tiempo. En Deuteronomio 25:4 aparece la referencia citada por Pablo. La idea es que, debido a la fuerza ejercida por el buey en la era trillando el trigo, debería estar libre de bozal para hacer su trabajo libremente. Y lo mismo es con el obrero citado por el Señor en Lucas 10:7. En ambos casos, la idea es que quienes se dedican a la obra del evangelio, tienen derecho a un salario justo, digno de su cargo, y por nada debe ser retenido.
“Contra un anciano no admitas acusación…”. Al tema de la “doble honra”, Pablo añade en el consejo a Timoteo de velar en la forma cómo tratar una situación que involucre al anciano. La prohibición “no admitas” revela cuán delicado es levantar una acusación hacia estos hombres que trabajan en predicar y enseñar la Palabra. [Por su llamado divino, el tratamiento de su conducta debe estar respaldada por testigos, siguiendo el consejo de la ley (Deuteronomio 17:6; cf. Números 35:30). Sin tales testigos la acusación contra ellos no debe ser tenida en cuenta. ]
Lo arriba expuesto es para defender al anciano contra las calumnias infundadas, donde muchas veces se le ha hecho un gran daño al ministerio pastoral y a su familia. Pero el versículo 20, donde se habla de “repréndelos delante de todos”, forma parte del contexto inmediato, y es una referencia para exponer el pecado del anciano (públicamente), porque, así como él es digno de honor y respecto, su mal ejemplo daña a la iglesia, y esta es una manera de protegerla cuando su pastor ha incurrido en una falta. Su corrección traerá temor para el resto de los ancianos.
Consérvate puro
“Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, y de sus ángeles escogidos, que guardes estas cosas sin prejuicios, no haciendo nada con parcialidad. No impongas con ligereza las manos a ninguno, ni participes en pecados ajenos. Consérvate puro” (1 Timoteo 5:21-22).
El “manual de instrucciones” de Pablo para con su joven pastor, pareciera ir en orden ascendente cuando se va acercando al final de la carta. Cada exhortación hecha tiene como finalidad reforzar el trabajo ministerial de Timoteo. La manera como utiliza los términos “encarezco”, “guardar”, “imponer”, o “conservarse” son auténticas demandas para un pastorado exitoso.
“Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo…”. Pablo debió estar muy consciente de los peligros a los que se exponen los ministros, por lo menos eso lo dejó ver en el v. 20; por lo tanto, la oración “te encarezco”, es una auténtica orden hecha bajo el ojo mismo de Dios, que debiera ser atendida. Es un serio llamado de advertencia para cuidarse a sí mismo, y cumplir con su ministerio en Éfeso, saliendo aprobado para los futuros trabajos como ministro del Señor.
Poner a Dios, Jesucristo y a “sus ángeles escogidos” como testigos era para que Timoteo obedeciera la orden respecto a la disciplina de los ancianos. Pablo le demanda a Timoteo, bajo una especie de juramento, una obediencia parecida a estos “ángeles escogidos” con el propósito de cumplirla. Cuando Cristo vuelva vendrá con estos ángeles, y ellos le acompañaran para el juicio final, cuando se revele todo lo que está escondido, y Timoteo debe cumplir este mandato.
“Que guardes estas cosas sin prejuicios…”. Para lograr estos mandatos, Timoteo debe cuidarse de no hacer las cosas con prejuicios o con cierta parcialidad. Ambos son pecados perjudiciales para el ministro del Señor. El mandato de Pablo no era una tarea fácil para Timoteo, por lo tanto, Pablo lo anima consciente de su juventud, y carácter, y por tales razones podía encontrar dificultades para aplicarlas. El prejuicio y la parcialidad son dos peligros de las que todo pastor debe cuidarse. La falta de sabiduría nos puede llevar a esto con lamentables consecuencias.
“No impongas con ligereza las manos a ninguno…”. Este consejo tiene que ver con la responsabilidad de elegir a los lideres para el servicio al Señor. El llamado es para no ser tan rápido en este asunto. La imprudencia al tomar decisiones apresuradas, prematuras, y sin ninguna reflexión, podrían tener grandes consecuencias. Pablo le dice a Timoteo que es mejor tomarse un tiempo para poner bajo escrutinio al candidato, antes de imponerle las manos. Hacer esto con ligereza podrá llevar a un triste arrepentimiento después, y Pablo desea que Timoteo evite eso.
“Ni participes en pecados ajenos”. ¿Qué quiso decir Pablo con esta frase? Si seguimos el contexto, Pablo ha venido hablando del anciano que ha incurrido en una falta y debe ser tratada públicamente. La exhortación de no imponer las manos con ligereza va en esa dirección. Si Timoteo actúa de prisa en esto, no solo estaría implicado en este pecado, sino también participando del mal obrar de aquellos a quienes eligieron; de esto Timoteo debe cuidarse.
“Consérvate puro”. Por la responsabilidad inherente del ministerio de Timoteo, y frente a los peligros donde algunos ancianos habían caído, el mandato de conservarse puro es muy pertinente. Ya esta recomendación había sido dada (1 Timoteo 4:12; 5:2), pero ahora el énfasis es más directo. El éxito o fracaso de un pastor radica en este mandamiento. Por el bien del llamado mismo, y por la obra que realizamos, debemos conservarnos puro para Dios.
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