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Nehemías: Edificando el reino de Dios

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Predicas cristianas predica de hoy: Nehemías: Edificando el reino de Dios

Predica cristiana lectura bíblica de hoy: Nehemías

Introducción

Queridos hermanos y hermanas en Cristo. Hoy vamos a revisar de forma superficial aun la historia de Nehemías y extraer lecciones valiosas sobre cómo podemos edificar el Reino de Dios en nuestra iglesia y en nuestras vidas. Nehemías vivió en tiempos difíciles, pero Dios le dio una visión poderosa para reconstruir los muros de Jerusalén. Aprendamos de su experiencia y cómo podemos reconocer la visión de Dios para nosotros.

Contexto Histórico de Nehemías: Nehemías vivió en un momento crucial de la historia de Israel. Jerusalén había sido destruida, y su gente estaba dispersa. Pero Nehemías, un siervo de Dios, recibió una visión. En Nehemías 2:17-18, leemos cómo compartimos esa visión con el pueblo: “Les dije entonces: ‘Ustedes ven la difícil situación en la que estamos; Jerusalén está en ruinas, y sus puertas han sido quemadas. Vengan, y edifiquemos el muro de Jerusalén, y no estaremos ya en afrenta'”.

I. RECONOCIENDO LA VISIÓN DE DIOS

En nuestra búsqueda por edificar el Reino de Dios, es esencial comenzar por reconocer la visión que Dios tiene para nosotros. Si observamos la vida de Nehemías, notamos que su viaje comenzó cuando se enfrentó a la realidad de la situación de Jerusalén. Él no ignoró los problemas ni los minimizó, sino que los enfrentó con valentía.

Nehemías 2:17-18 nos ofrece una lección perspicaz sobre el proceso de reconocer la visión de Dios. Nehemías se dirige al pueblo diciendo: “Ustedes ven la difícil situación en la que estamos; Jerusalén está en ruinas, y sus puertas han sido quemadas. Vengan, y edifiquemos el muro de Jerusalén, y no estaremos ya en afrenta“. Aquí, Nehemías no solo señala el problema, sino que también presenta la visión de la solución.

Hechos 2:17-18 nos recuerda que el reconocimiento de la visión de Dios no es un evento aislado en la historia bíblica. En el día de Pentecostés, Pedro citó las palabras del profeta Joel al decir: “Y en los postreros días, dice Dios, derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán; vuestros jóvenes verán visiones, y vuestros ancianos soñarán sueños. Y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días derramaré de mi Espíritu, y profetizarán“.

Este pasaje nos muestra que la visión de Dios es un elemento central en la obra de Dios en la tierra. Él comparte su visión con sus siervos y les da la capacidad de discernirla y compartirla con otros. Pero, ¿cómo podemos aplicar esto a nuestra vida ya la vida de nuestra iglesia?

Proverbios 29:18 nos advierte: “Donde no hay visión, el pueblo se desenfrena; más bienaventurado es el que guarda la ley“. Esto significa que la visión de Dios no solo es importante, sino que es crucial para mantenernos enfocados y en camino en la edificación del Reino.

Para reconocer la visión de Dios

Demos abrir nuestros ojos espirituales a través de la oración y el estudio de Su Palabra. Debemos buscar Su dirección y estar atentos a las oportunidades que Él nos presenta. Al igual que Nehemías, no debemos contentarnos con ver solo los problemas, sino buscar la dirección de Dios y estar dispuestos a tomar acción.

Al reconocer la visión de Dios para nuestra iglesia y nuestras vidas individuales, encontramos un propósito divino que nos impulsa a edificar el Reino de Dios con pasión y determinación.

II. LEVANTÉMONOS Y EDIFIQUEMOS

En nuestro estudio de Nehemías 2:18, hemos visto cómo Nehemías reconoció la difícil situación de Jerusalén y presentó una visión clara para su restauración. Ahora, profundicemos en el llamado a la acción contenido en este versículo y cómo podemos aplicarlo en nuestras vidas y en nuestra iglesia.
Nehemías 2:18 (NVI) : “Les dije entonces: ‘Ustedes ven la difícil situación en la que estamos; Jerusalén está en ruinas, y sus puertas han sido quemadas. Vengan, y edifiquemos el muro de Jerusalén, y no estaremos ya en frente‘”.

Respuesta Inmediata y Unidad: Un aspecto fundamental de este versículo es la respuesta inmediata y unida de Nehemías y el pueblo: “Levantémonos y edifiquemos”. Esto nos enseña una lección crucial: cuando reconocemos la visión de Dios, no debemos perder tiempo en la indecisión o la postergación. La urgencia es esencial en la obra del Señor.

Exégesis: En el contexto histórico, la respuesta inmediata es una muestra de la fe y la confianza que Nehemías y el pueblo tenían en Dios. Sabían que Dios los había llamado a esta tarea y confiaban en Su dirección. En la misma línea, hebreos 11:6 nos dice: “Pero sin fe es imposible agradar a Dios, porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan”. Cuando reconocemos la visión de Dios, nuestra fe nos impulsa a actuar de inmediato.

Además, la unidad es un elemento esencial aquí. Nehemías no estaba solo en su visión y llamada a la acción; tenía el respaldo del pueblo. En la iglesia, la unidad es un factor crucial para avanzar en la edificación del Reino de Dios.

Efesios 4:3 nos insta: “Solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz“. Cuando trabajamos juntos en unidad, somos más efectivos en llevar a cabo la visión de Dios.
Hoy, quiero inspirarlos a que nos levantemos como iglesia con la misma urgencia y unidad que Nehemías y su pueblo se vieron en ese momento crítico de la historia. No permitamos que la indecisión, la complacencia o la división nos detengan en nuestra misión de edificar el Reino de Dios.

Recordemos que estamos edificando tanto un templo espiritual como un templo físico en la iglesia. El templo espiritual se refiere a nuestras vidas transformadas por el Espíritu Santo, y el templo físico es el lugar donde nos reunimos para adorar a Dios. Ambos aspectos son importantes, y Dios nos llama a comprometernos y actuar con determinación.

1 Corintios 3:9 nos recuerda: “Porque nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios“. Somos colaboradores en la obra divina de edificar Su Reino. Así que, hermanos y hermanas, levantémonos juntos en unidad, actuemos con urgencia y edifiquemos el templo espiritual y físico que Dios ha planeado para nosotros. No permitamos que la apatía o la división nos detengan, porque recordemos que estamos edificando el Reino de Dios, y eso requiere compromiso y acción.

III. SUPERANDO LOS DESAFÍOS

Ahora, centrémonos en el aspecto de la prédica que habla sobre cómo superar los desafíos, tomando como referencia la experiencia de Nehemías y el pueblo en su tarea de reconstruir los muros de Jerusalén.

Desafíos que Enfrentó Nehemías: Nehemías y su pueblo se encontraron con una serie de obstáculos y desafíos mientras trabajaban en la reconstrucción de los muros de Jerusalén. Estos desafíos incluyen la oposición de los enemigos de Israel, las críticas de aquellos que dudaban de su capacidad, y las dificultades materiales, como la falta de recursos y mano de obra. Sin embargo, lo más destacado de su historia es que no se rindieron.

En Nehemías 4:6, leemos: “Edificamos el muro, y toda la muralla se cerró hasta la mitad de su altura, porque el pueblo tuvo ánimo para trabajar“. A pesar de los desafíos, Nehemías y su pueblo se mantuvieron enfocados en su visión y perseveraron en su tarea. Esto nos recuerda la importancia de mantener la determinación en la obra de Dios, incluso cuando enfrentamos obstáculos aparentemente insuperables.

Aplicación a Nuestra Vida Actual: Estos desafíos que Nehemías enfrentó no son ajenos a nuestra vida actual en la iglesia. También nosotros enfrentamos oposición en forma de tentaciones, dudas y críticas. A menudo, nos enfrentamos a limitaciones materiales y recursos limitados. Sin embargo, al igual que Nehemías, podemos aplicar estas lecciones a nuestras vidas ya la vida de la iglesia.

En 2 Corintios 12:9, el apóstol Pablo nos recuerda la gracia de Dios en medio de los desafíos: “Y me ha dicho: ‘Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo“. Esto significa que, cuando enfrentamos desafíos, podemos encontrar fortaleza en la gracia de Dios, y Su poder se manifiesta de manera más evidente en nuestras debilidades.

Hebreos 12:1-2 también nos inspira a perseverar en medio de los desafíos: “Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios“.

Como iglesia, podemos superar los obstáculos con fe, perseverancia y oración. Debemos mantener nuestros ojos puestos en Jesús y recordar que Él es el fundamento de nuestra obra. Cuando confiamos en Su gracia y poder, podemos enfrentar y superar cualquier desafío que se presente en nuestro camino mientras edificamos el Reino de Dios.

Al mirar la experiencia de Nehemías y aplicar las enseñanzas de la Biblia a nuestros desafíos actuales, encontramos la inspiración y la fortaleza para perseverar en nuestra misión de edificar el Reino de Dios.

CONCLUSIÓN

En esta prédica, hemos explorado el libro de Nehemías para extraer valiosas lecciones sobre cómo edificar el Reino de Dios en nuestra iglesia y en nuestras vidas. Hemos recorrido tres puntos clave que son cruciales para nuestra vida como cristianos y para el crecimiento de la iglesia. Aquí hay algunas pautas prácticas:

  • Buscar la Visión de Dios: Continuamente busquemos la dirección de Dios en nuestras vidas y en la iglesia. Dediquemos tiempo a la oración y al estudio de la Palabra para discernir Su voluntad y visión.
  • Responder con Urgencia y Unidad: Cuando reconozcamos la visión de Dios, no demoremos en actuar. Trabajamos juntos en unidad, superando diferencias y divisiones, enfocados en nuestro propósito común de edificar el Reino de Dios.
  • Perseverar en los Desafíos: Entendamos que enfrentaremos desafíos en el camino. No nos desanimemos por la oposición, las críticas o las dificultades materiales. En lugar de eso, confiamos en la gracia y el poder de Dios para superar cualquier obstáculo.
  • Recordar Nuestra Misión: Mantengamos en mente que estamos edificando el Reino de Dios, un propósito divino y significativo. Nuestra dedicación y acción son esenciales para su éxito.

Es decir, al aplicar estas lecciones y principios, edificaremos el Reino de Dios en nuestra iglesia y en nuestras vidas de manera efectiva. Que la gracia de Dios y el poder del Espíritu Santo nos guíen mientras continuamos en este importante camino de edificación del Reino. Amén.

© Franklin Riera. Todos los derechos reservados.

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