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Viviendo de la Palabra

Predicas Cristianas | Estudios Biblicos

Deuteronomio 8:1-3

INTRODUCCIÓN:

¿Por qué Dios hizo esta declaración a su pueblo en el desierto? ¿Qué se proponía enseñarle con todo esto? ¿Por qué Jesús usó este texto contra Satanás? Es obvio que el pan acá representa lo natural, las cosas materiales que se necesitan para la vida, tales como: comida, hogar, vestimenta, trabajo, salario. El pan representa la vida misma. Y si bien es cierto que todas estas cosas son necesarias, la realidad es que muchos creyentes solo viven para comer. En la oración del “Padre nuestro”, Jesús pidió por el “pan nuestro de cada día”, pero antes pidió que viniera tu reino y que se hiciera tu voluntad.

Esto significa que antes de todo, nosotros debemos enfocarnos en los intereses de Dios. ¿En qué ha pensado estos últimos ocho meses del año? ¿Qué es lo que más ha consumido su tiempo? Si tuviera que evaluar entre el consumo del pan material y el pan espiritual, ¿cuál habrá sido su mayor alimentación? Cuando Jesús se enfrentó a Satanás y lo increpó con el texto de Deuteronomio 8:3, tenía cuarenta días y noche en oración y ayuno.

El planteamiento de Satanás era osado porque él sabía que Jesús podía transformar las piedras en pan. Imagínese el cuadro. Usted dura una mañana sin comer y le aseguro que al medio día ya su estómago le demanda comida. Y si tuviera que pasar cuarenta días y cuarenta noches sin comer y el tentador le ofreciera pan, ¿cómo reaccionaría? Es muy fácil decir: “No solo de pan vivirá en el hombre” cuando su estómago está lleno. Pero, ¿será posible vivir de “toda palabra que sale de la boca de Dios”? Bueno, ese es el fin de este mensaje. La palabra de Dios debiera ser suficiente. Si ella no nos alimenta es porque estamos comiendo muchas cosas materiales. Sigamos el ejemplo de Jesús, quien después de un largo periodo en el desierto, reconoció la necesidad de alimentarse de la palabra divina. ¿Cuál es este mensaje?

I. HAY UNA VIDA QUE PUEDE SER SUSTENTADA SIN EL PAN MATERIAL “No solo de pan vivirá el hombre…”

1. Es la vida que atraviesa el desierto. ¿Por qué Israel pasó por el desierto durante cuarenta años antes de entrar a la tierra prometida? ¿Por qué no entró directamente a Canaán? Bueno, hay varias lecciones que se desprende de esta historia. El desierto es un lugar sin vida. No hay agua, por lo tanto no hay vegetación, ni nada que pueda dar sustento. Es un lugar donde impera la inclemencia del sol de día, y un gran frio durante las noches. Pero también el desierto es símbolo de soledad y de incertidumbre para la vida.

Israel pasó cuarenta años en ese lugar. El texto dice: “Y te acordarás de todo el camino por donde te ha traído Jehová tu Dios estos cuarenta años en el desierto…”. Deuteronomio es una repetición de la ley, y eso es exactamente lo que ahora Israel está oyendo. Israel tenía que recordar que recordar la larga experiencia en este lugar. Pero sobre todo, ellos tenían que recordar que fue en ese sitio donde fueron sustentados exclusivamente por Dios. Ellos no dependieron de Egipto, el lugar más conocidos por ellos, para solicitar alguna ayuda. En todo caso la nación había quedado destruida. Ellos fueron sustentados por algo que no produjeron, ni sacaron de Egipto.

2. Es la vida que atraviesa las pruebas. Israel tenía que recordar también estas palabras: “…para afligirte, para probarte, para saber lo que había en tu corazón, si habías de guardar o no sus mandamientos. La ausencia de pan y agua conlleva a una vida de quebrantamiento. La intención de Dios al llevar a su pueblo por este lugar era quebrantarlo para sacar de ellos el pueblo que iba a servirle como nación apartada y escogida por Dios. Note que la intención de Dios fue especifica: “para afligirte, para probarte…”. Hay un paralelismo asombroso cuando el Señor también fue sometido a prueba en el desierto.

La Biblia dice que él fue llevado por el Espíritu Santo allí para ser probado. Y va a ser en ese marco de pruebas y tentaciones donde Cristo tomará las palabras de Deuteronomio 8:2, para responderle a Satanás, diciendo que “no solo de pan vivirá el hombre” (Mt. ). Ahora Jesús es el nuevo Josué que fue llevado al desierto por 40 días, siendo esto la representación de los 40 años de pruebas de Israel en aquel lugar. Jesús fue probado, y tuvo hambre, al igual que Israel tuvo hambre. Las pruebas nos hacen estar carentes de las cosas materiales, siendo sustentados por la intervención divina.

3. Es la vida que tiene el hambre que produce Dios. Esta es una declaración muy interesante. Dios es el autor del hambre y del sustento. Y cuando te provoca el hambre, no siempre te da el sustento que quieres. Para algunos esto pudiera ser injusto y paradójico. Sin embargo, nuestro Dios está en la tarea de formar en nosotros el carácter que solo proviene de esos tiempos cuando pasamos por el hambre. La verdad es que no siempre sucede esto. Por lo general nos sentimos tan saciados que casi nunca tenemos hambre.

Ahora vea esta historia. Dios provocó hambre en su pueblo, pero se aseguró de sustentarlo con el maná. El maná fue algo que ninguno de ellos cosechó. Nadie cultivó para tenerlo. Por lo tanto, el maná es una representación de lo que sale delante de Dios. Vino del cielo. ¿Por qué debemos confiar en Dios y no en el alimento? Para que aprendamos a a vivir de todo lo que sale de la boca de Dios. El maná es una de las formas increíbles en que Dios puede, con una sola palabra, revelarse a sí mismo y cubrir tus necesidades cuando nada más parece funcionar. El maná representa a Cristo, la palabra encarnada, el “pan de vida” (Jn. 6). Solo él satisface todo nuestro ser.

4. Es la vida que se sustenta con el maná. Si usted es un amante del arte culinario y experto en las exquisiteces que se ponen en la mesa, tendrá que reconocer que hay comidas que todavía no conoce, pues la variedad gastronómica de cada país y cultura, hacen imposible conocerlos todos. Israel no conoció muchas comidas, solo las que comía en Egipto. Cuando se quejó contra Moisés y Dios, por cuanto le parecía un fastidio aquel maná todos los días, anhelaban el menú que no parecía cambiar todos los días, compuesto de: carnes, pescados, pepinos, puerros y ajos (Nm. 11:4-9).

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