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El Viaje Hacia una Nueva Tierra

Predicas Cristianas | Estudios Biblicos

Génesis 12:1-9

INTRODUCCIÓN:

¿Sabía usted que la historia de la humanidad está escrita sobre “tablas de inmigración”? Todos tenemos alguna conexión de un familiar que emigró de un país a otro, o aún dentro de un estado a otro en su propio país. No es sorpresa que algunos hijos o nietos tengan las facciones de un europeo, americano, mestizo o indígena. Nadie podrá decir que tiene una “casta pura”, pues algún extranjero podría estar detrás de su abolengo. Así, pues, todos somos extranjeros en un nuevo mundo.

Los que hemos llegado a este país (independientemente como haya sido), estamos agradecidos por sus bondades y sus puertas abiertas para el progreso personal y familiar. Pero también porque este país sabe de la importancia que ha significado para su progreso la vida de sus inmigrantes. En estas fechas patrias, cuando celebramos el llamado mes de la “herencia hispana”, necesario es reconocer el gran aporte de la gente que vino de otros países para hacer crecer a este continente americano. Mucho del progreso industrial, educativo, deportivo y la llamada “mano de obra” que mueve la construcción y otros trabajos que nadie más hace, se la debe al inmigrante que llegó con el deseo de progresar y ayudar a la nación que nos dio su bienvenida.

Por supuesto que el haber llegado a este “nuevo mundo” tenemos todo un desafío de adaptación, pues se trata de un giro cultural que nos lleva a un nuevo estilo de vida. El asunto es que al insertarse en este “nuevo mundo”, el anhelo que más priva es vivir en libertad. Libertad de alguna persecución política, libertad de la violencia, libertad de economías inflacionarias. Pero sobre todo, vivir en la libertad “con que Cristo nos hizo libre”. Si esta libertad la conseguimos al viajar hacia “un nuevo mundo”, entonces valió la pena inmigrar. Abraham fue llamado de su país para explorar lo que luego sería “la tierra prometida”. Muchos años después, otro explorador llamado Cristóbal Colón se convertiría en el conquistador de este “nuevo mundo”, llamado América. ¿Cuáles son las lecciones que aprendemos de de nuestros inmigrantes antepasados al celebrar el llamado “Día de la Hispanidad”?

I. EXPLORAR UNA NUEVA TIERRA ES UN ACTO DE FE

1. La osadía de la aventura (Gn. 12).

Yo no sé si usted se ha puesto a pensar en la osadía de Cristóbal Colón de aventurarse a la conquista de un nuevo mundo con las tres embarcaciones, llamadas “la Niña, la Pinta y la Santa María”, sólo tiradas por el viento, sabiendo de los peligros propios del mar y de los eventuales huracanes hace unos 500 años atrás. Pero así lo hizo. El viaje duró más de un mes de navegación hacia el Oeste sin ver tierra. Como era de esperarse la tripulación pasó por momentos difíciles de los cuales Colón tuvo que sofocarlos en no pocas oportunidades, pero la actitud enérgica y segura del Almirante ante lo desconocido, y que, en ocasiones, los marinos veían algún pájaro volando, o alguna rama verde flotando en el mar, hacía indicar la proximidad de la tierra. Y aunque si bien es cierto que en la mentalidad de este marinero surcada la obtención de nuevas tierras para la corona de España, pero también de “cristianizar” los mundos conquistados, tuvo una gran fe para lograr semejante viaje. La fe sigue siendo lo que más domina la mente de un inmigrante. Sus sueños están respaldados por esa fe. Abraham tuvo esa fe cuando Dios le dijo que saliera de su tierra (v.1). La fe apunta a algo mejor.

2. La determinación de la conquista (He.11:8,10).

El llamado “Día de la Hispanidad”, conocido también como el “Día de la Raza” o “El Acercamiento de dos Mundos”, nace como un recordatorio del tiempo cuando Cristóbal Colón llegó a la América, especialmente a las islas Bahamas, el 12 de octubre de 1492 atravesando el océano atlántico. Aquella fue la fecha cuando nos “descubrieron”, según algunos le han dado por llamarnos. Pero estudiosos de la historia consideran que Cristóbal Colón no sería el primero en haber hecho un viaje para descubrir un nuevo mundo más allá de Europa, pues al parecer ya otros lo habían intentado, sobre todo los vikingos y algunos pueblos asiáticos. Sin embargo, fue el viaje de Colón el que dio a conocer por primera vez en Europa la existencia de ese nuevo continente, todo por la determinación de ir más allá de las fronteras donde se vive. Como quiera que sea, en la mente de un conquistador impera la determinación. Y la determinación tiene su mejor aliada en la fe. Por supuesto que la fe que conquista de acuerdo a la Biblia, apunta más a lo celestial que a lo terrenal (He. 11:10).

II. EXPLORAR UNA NUEVA TIERRA ES UN ACTO DE ESPERANZA

1. El sueño americano (He. 11:9).

En la mente de los conquistadores antiguos, al estilo de Cristóbal Colón, estaba muy clara la esperanza de encontrar riquezas en las tierras exploradas para ser traídas a los tesoros de sus reyes. El poder descubrir nuevos mundos contemplaba la posibilidad de mejorar la vida de la nación que conquista. Por supuesto que cuando se descubrió la América, con todo ese mundo exuberante que el mismo Colón narra en sus cartas de las tierras conquistadas, lo que todos veían y ponderaban era haber llegado a una especie de “tierra prometida”. El descubrimiento del oro que los mismos nativos les mostraban, hacía de todo aquello una especie de “sueño americano”. En la historia que Cristóbal Colón escribió muestra las bondades de todas las tierras. Habla de cuán ricas eran para la agricultura, la ganadería y cómo estaban dotadas de minerales como el oro que podía ser llevado a España. Y esa es la mentalidad del que viaja en la búsqueda de mejores condiciones para su vida. El llamado “un sueño americano” siempre está latente en todo aquel que emigra hacia otro continente. Es una esperanza para mejorar su condición de vida. Y esto es legítimo y bíblico (Ro.8:23-24).

2. Lo que está en la otra orilla (2 Cor. 3:12).

En 1892 se cumplieron 400 años del desembarco de Cristóbal Colón en América. Para celebrar semejante fecha, se erigió un monumento a la memoria de Colón en su ciudad natal de Génova, Italia, en el centro de una de sus plazas públicas donde está rodeado de flores y arbustos. Es una gran pieza de mármol de doce metros de altura. La obra fue diseñada de tal manera que pudiera colocársele debajo los cuatro grandes eventos en la vida de aquel incansable hombre de los mares. Uno de los que más se destaca es el que simboliza la esperanza de este hombre. El símbolo tiene que ver con el acto de surcar los mares más allá de la orilla de España, de manera de conquistarlos para los reyes. Cristóbal Colon se preparó para ese viaje. Cuando tenía cuarenta años ya se conocía muy bien el océano pacifico; tal conocimiento le permitirá después adentrarse en aquellos mares y llegar hasta esas tierras por él desconocidas. La esperanza sigue siendo una de las virtudes imperecederas del alma (1 Cor. 13:13). Esa es la fuerza que mueve al inmigrante.

III. EXPLORAR UNA NUEVA TIERRA ES UN ACTO DE INCERTIDUMBRE

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