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La experiencia del sufrimiento

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Predicas Cristianas Prédica de Hoy: La experiencia del sufrimiento

Predicas Cristianas Lectura Bíblica: Salmos 137

IDEA CENTRAL: Ante la maldad de sus opresores el salmista lloraba por sus burlas, expresaba su lealtad por medio de resistencia pasiva, y lloraba que Dios se encargara de ellos, pagándole en su propia moneda.

PROPOSICIÓN O TEMA: Como iglesia lloramos por la maldad y las burlas de nuestros enemigos, pero es en estas circunstancias en que como creyentes debemos expresar nuestra lealtad a Dios, y llorar pidiendo que la justicia de Dios se manifieste a ellos como una expresión de amor.

PROPÓSITO ESPECÍFICO: Que al predicar la Palabra de Dios los oyentes estén dispuestos a partir de hoy a soportar la opresión de nuestros enemigos como iglesia, expresar su lealtad a Dios resistiendo todo ataque del enemigo, y poner en las manos del Dios de amor a todos aquellos que atenten contra la vida de la iglesia.

INTRODUCCIÓN

Cuando Judá fue llevado cautivo por los babilonios, la primera fase ocurrió en el año 605 a. de C. (Daniel y amigos); la segunda fase en 1l año 797 (Ezequiel y 10, 000 – la más importante, los “higos buenos”); y la tercera y definitiva en el año 586 (los higos malos). Entonces algunos del primer grupo de los cautivos pudieron adaptarse a su situación y dar testimonio por su vida de santidad y oración.

Es difícil imaginarnos cómo reaccionaban los del tercer grupo, pues tenían que darse cuenta que estaban sufriendo por sus propios pecados. Algunos del segundo grupo, conscientes que estaban sufriendo por los pecados de otros y la maldad de sus conquistadores, lloraban por las burlas de sus opresores, expresaban su lealtad a su patria por medio de su terquedad, y oraban que su Dios se encargara de sus atormentadores, pagándoles en la misma moneda.

Nosotros podemos identificarnos más con los del segundo grupo, especialmente cuando vemos la iglesia sufrir siendo desgarrada por dentro y asediada por fuera, sufriendo a manos de amigos como de enemigos.

Ante el recuerdo de lo que han hecho a esta iglesia y muchas iglesias hermanas, sólo podemos llorar; frente a las burlas de los opresores, sentimos la lealtad ardiendo en el pecho, y sube una obstinación; al pensar en las crueldades que han hecho a los nuestros, somos tentados a pedirle a Dios que los castigue severamente.

I. CUANDO SOLO DESEAMOS LLORAR (verss. 1-3) .

A. Nuestras lágrimas mezcladas con añoranza.

Los israelitas deportados en babilonia lejos de su patria amada evocaban su tristeza llorando. Una tristeza desgarradora, nostálgica que les producía más fuertemente el deseo de volver a Sión, la ciudad de Dios. (Paúl, p. 167).

Extrañaban su tierra con profundo amor, siendo esclavos no disfrutaban la vida y aun más por las conductas burlonas de sus opresores. Ellos se sentaban junto a los ríos de babilonia para llorar su tristeza. La posición es decir “sentados” indica una actitud de duelo por la situación en que se encontraban. (Henry, p. 136).

Como iglesia y como creyentes en particular anhelamos nuestros mejores tiempos cuando todo marchaba bien, cuando teníamos buena salud física, emocional y espiritual, cuando como iglesia teníamos una asistencia numérica extraordinaria.

Lloramos junto al hombro de otros hermanos rogando a Dios nos permita volver a recuperar nuestra identidad como creyente y como iglesia.

Aunque tristes por la situación actual de nuestra iglesia añoramos una iglesia totalmente restaurada, liberada por el eterno Dios en su Hijo Jesucristo quien expresó en Juan 8:36 “si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres”.

Los israelitas exiliados extrañaban Sion, el monte del templo, la ciudad de Dios, Jerusalén como la habitación de Dios (Salmo 74:2; Isaías 8:18; Joel 3:17; Amós 1:2) (Nelson, pp. 625-626).

Babilonia era característicamente una tierra de corrientes de agua, al igual que Palestina también era una tierra seca y montañosa; esta característica topográfica sin lugar a dudas quedó profundamente impresa en la mente de los exiliados (Jeremías 51:13).

Junto a los ríos. Se refiere al sistema de canales que cruzaban el gran llano entre los ríos Eufrates y Tigres. A las orillas de los ríos y canales los exiliados se reunían para lamentar la pérdida de su libertad, de su identidad patriótica.

Los exiliados usaban estos lugares para sus reuniones religiosas, quizá por ser lugares tranquilos, y porque allí crecían los árboles que producían abundante sombra, también eran lugares aptos para la meditación melancólica. (Purkiser, p. 430).

Al poner en las manos de Jesús todas nuestras aflicciones y nuestras tristezas escuchamos a un su voz diciéndonos “De cierto, de cierto os digo, que vosotros lloraréis y lamentaréis, y el mundo se alegrará; pero aunque vosotros estéis tristes, vuestra tristeza se convertirá en gozo.” (Juan 16:20)

B. Nuestra decisión de no profanar lo sagrado.

Los “sauces de los arroyos” (Levítico 23:40) y los “sauces” de Babilonia (Salmo 137:2) en general se consideran actualmente como álamos.

“Lo sagrado es lo dedicado a Dios: digno de respeto y venerable”. (Gutiérrez, p. 165). Uno de los instrumentos que los israelitas habían consagrado a Dios era el arpa traducido en algunas versiones como citara o lira.

Es el primer instrumento musical mencionado en la Biblia (Génesis 4:21), a la vez es el único instrumento de cuerdas que se menciona en el Pentateuco. Se desconoce cuantas cuerdas lo formaban, aunque Josefo pensaba que tenía diez. Este era el instrumento que los exiliados usaban para glorificar a Dios a las orillas de los ríos de babilonia.

Como señal de duelo y ante las burlas de sus opresores los exiliados enmudecieron sus arpas colgándolas en las ramas de los sauces (los “sauces” de los arroyos (Levítico 23:40) y los “sauces” de Babilonia (Salmo 137:2) en general se consideraban actualmente como álamos) mientras descansaban a su sombra, para añorar la tierra de Sion que se les había heredado, la cual estimaban como un regalo de Dios.

Se reunían a las orillas de los ríos para lamentar por la destrucción del santuario en Jerusalén y para que Dios cambiara la suerte de los desterrados, pero ante las burlas de sus opresores ellos mantuvieron su lealtad a Dios y prefirieron colgar sus arpas que profanar.” (Joachim, pp. 740-741).

Como creyentes debemos imitar tan loable proceder de los exiliados. Debemos mantenernos leales a Dios a pesar de las condiciones en que nos encontramos como iglesia, ante la burla o provocación de aquellos que nos han dañado, debemos juntos tomar la decisión de no profanar nuestras vidas y todo aquello que hemos consagrado para el servicio a nuestro Dios.

C. Nuestra consternación ante las burlas del mundo. (vers. 3)

Los opresores de los exiliados, los que los llevaron cautivos, los atormentadores (sus escarnecedores) les pedían cánticos alegres, esto realmente era en son de burla ya que ellos estaban llorando su cautividad y añorando su patria. (Henry, p. 470).

No se puede cantar en medio de la tristeza y el duelo al menos que Cristo sea el Señor de nuestra vida y produzca alegría en medio de la tristeza. Aún así hay dolor.

Por ello el que los cautivadores pidieran a sus exiliados que cantaran cánticos de Sion en Babilonia, era realmente una petición muy cruel. “¿Cómo pedir alegría a los cautivos a quienes se ha atormentado y hecho aullar de dolor, mientras los traían como animales encadenados, luego de haberles arrebatado no solamente su patria sino también su libertad?” (Gutiérrez, p. 166).

Lo que se puede observar en este versículo es que no solamente se trataba de estimular gozo, alegría en una situación tan triste, sino de divertir a sus opresores paganos con cánticos que usaban para servir a Jehová, cantos que habían consagrado en forma exclusiva para adorarle a El. (Purkiser, p. 430).

Como hemos visto la respuesta de los exiliados fue el silencio. Que admirable respuesta ante sus ofensores aunque por dentro deseaban acabar con ellos.

Esto me hace recordar las palabras del Señor Jesús cuando dijo: “Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.” (Juan 16:33).

Solo en Cristo podemos vencer todo aquello que atente contra la integridad de nuestra vida, sólo él es capaz de colocar paz en nosotros en medio de las aflicciones, solo con él podemos conquistar lo que siempre hemos añorado, nuestra libertad.

II. CUANDO SOLO PODEMOS RESISTIR (verss. 4-6).

A. Nuestra obstinación surge del deseo de no pecar. (vers. 4).

¿Cómo cantaremos cánticos de Jehová en tierra de extraños? Los cánticos de Sión eran los cánticos de Jehová. Los cantores de Israel, normalmente los Levitas, cantaban los salmos y otros pasajes poéticos de la Escritura.

Eran los cantos que usaban de igual manera los exiliados en Babilonia para alabar a Jehová Dios. A la petición cruel y burlona de los opresores a que cantaran para que ellos les escucharan, los exiliados responden con una pregunta: ¿Cómo cantaremos cánticos de Jehová en tierra de extraños?

El término “nekar” es un sustantivo que designa algo “extraño”; “lo que no se reconoce como propio.” Y el adjetivo “nokri” designa algo extraño, extranjero.” (Jenni, pp. 97-98).

Nokri puede referirse a una persona de otra raza, a la vez adquiere una connotación religiosa a causa de la relación de otras naciones con la idolatría. Debido a ello se prohibió a los israelitas casarse con los cananeos (Deuteronomio 7:1-6). El exilio en Babilonia se consideraba como un juicio por la práctica muy difundida en la nación. (Apuntes de clase).

No podían entonar cánticos en honor a Jehová en tierra de extraños. Es decir separados de Sion la tierra que añoraban. “El salmista, al hablar de “cántico de Jehová”, se refiere seguramente a los himnos en honor de Jehová, a los cánticos que glorificaban a Jehová (II Crónicas 29:27; Salmo 33:2). También los cánticos de Sion glorificaban a Jehová. Por ello tales himnos no pueden entonarse en tierra extranjera. (Joachim, p. 741).

Babilonia era una tierra extraña para los exiliados y aún a la exigencia de sus opresores a cantar los cánticos de Sion, ellos resistieron con la idea de no pecar. Ya que consideraban a esta tierra como extraña e impura.

B. Nuestra resistencia muestra lealtad al Rey y su Reino. (vers. 5).

“Si me olvidare de ti, oh Jerusalén, pierda mi diestra su destreza.” (vers. 5).

“En el reino de David, Dios eligió a Jerusalén para su templo (II Crónicas 3:1; Salmo 132:13). Sion llega a ser, entonces, “la ciudad de Dios” (Salmo 46:4); “el gozo de toda la tierra” (Salmo 48:2; 97.3), ya que indica su presencia.

Nacer en Sion representaba la salvación de aquellos que conocen a Dios (Salmo 87:4; 9:6) y cuyos nombres estaban registrados para vida en Jerusalén (Isaías 4:3).” (Harrison, p. 296).

Los de Judá guardaban un gran afecto a Jerusalén, la cual consideraban como la ciudad de sus solemnidades, incluso ahora estando en Babilonia. La recordaban con tanto amor, la tenían en mente, aunque muchos de ellos ni siquiera la conocían. En sus oraciones diarias, abrían las ventanas de sus habitaciones en dirección hacia Jerusalén. ¿Cómo podían olvidarla? (Henry, pp. 470-471).

C. Nuestra terquedad descubre nuestras preferencias. (vers. 6).

III. CUANDO SOLO QUEREMOS JUSTICIA (verss. 7-9). (Cp. Deuteronomio 19.19-21).

A. Nos consuela saber que los instigadores no arrepentidos recibirán su merecido.

B. Nos alegra saber que los destructores serán destruidos, si sus corazones siguen endurecidos.

C. Nos atañe reconocer que si rogamos a Dios algunos serán salvos.

CONCLUSIÓN

Así que, este Salmo ocupa su lugar en las Sagradas Escrituras, y no podemos ni deseamos quitarlo o ignorarlo, ni siquiera restarle nada de su impacto sobre nuestras sensibilidades.

Los fieles del Señor en la cautividad en Babilonia lloraban cuando se acordaban del pecado que había destruido su amada ciudad, y la crueldad de los conquistadores, en la alegría con que destruían y mataban y en su gusto por las burlas.

Dios quiere que lloremos también por la condición de nuestra iglesia y otras muchas, viendo los estragos hechos por amigos y enemigos.

Los judíos sentían un patriotismo muy fino, y resistían el comprometerse con los opresores o darles gusto profanando las cosas de Jehová. Dios desea ver nuestra lealtad a su iglesia y nuestra resistencia al compromiso con el mundo y el mal empleo de nuestros talentos.

El salmista reclamaba apasionadamente el juicio de Dios sobre los Edomitas y Babilonios que les habían abusado, al grado de estrellar sus niños contra la peña. Dios nos llama a tener hambre y sed de justicia, a perdonar a nuestros enemigos y a ser embajadores de reconciliación.

No condenamos al salmista por sus palabras tan fuertes y vehementes, pues comprendemos su sufrimiento. Pero también comprendemos, porque vivimos en este lado de la cruz, que el problema principal no son los crímenes y atrocidades de los hombres.

Estos son los peones de un poder, mucho más maligno y peligroso. Nuestra lucha no está en contra de sangre y carne, sino contra principados y potestades. No debemos odiar y maldecir, sino amar y bendecir.

Cristo murió por el pecado de todos nosotros, para que los hombres más malos tuvieran la oportunidad de arrepentirse y creer en Jesucristo; y ganó una victoria contundente sobre Satanás.

Aunque nos abusen y opriman y se burlen de nosotros, no caigamos en la amargura y la desesperación. Oremos por ellos, pues también son victimas. Y si sentimos el deseo de clamar a Dios en contra de ellos, pidiendo su destrucción, y aunque lo hagamos, el Señor también nos comprende a nosotros. Tiernamente nos llamará la atención, mostrándonos las heridas de Cristo, y recordándonos de aquel quien dijo, “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.” Los invito a reflexionar sobre su condición y su actitud hacia la maldad.

BIBLIOGRAFÍA

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Hans, Joachim Graus. LOS SALMOS. Tomo II: Salmos 60-150. Salamanca, España. Ediciones Sigueme, 1995.

Harrison, Everett F. DICCIONARIO DE TEOLOGIA. Grand Rapids, Michigan, EE. UU. Libros Desafío, 1996.

Nelson, Wilton M. DICCIONARIO ILUSTRADO DE LA BIBLIA. Bogotá, Colombia. Editorial Caribe, 1990.

Purkiser, W. T. El libro de los SALMOS. COMENTARIO BIBLICO BEACON. Tomo III: LITERATURA POETICA Y SAPIENCIAL. Kansas City, Missouri. Casa Nazarena de Publicaciones, 1996.

Schokel, Luis Alonso y Carnita, Cecilia. SALMOS II. Estella Navarra. Editorial Verbo Divino, 1993.

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