El afán y la ansiedad

2. La ansiedad es propia de los que no conocen a Dios

Si, en el versículo 32 de nuestro texto base, Jesús nos dice que estas preocupaciones son propias de los gentiles; tengamos en cuenta que los gentiles en este contexto son las personas no Judías del momento, y ellos aparte de no conocer a Dios eran idolatras y se preocupaban por lo que necesitaban en su vida en ese momento.

Hay veces que caemos en ansiedad porque no permitimos que Dios tome en control de todas las áreas de nuestra vida, y es ahí donde Él quiere que confiemos y no actuemos como los que no le conocen.

3. La ansiedad es un exceso de pensar en el futuro

Así es, en el versículo 34 del texto base nos da la luz a este punto. Jesús más claro no pudo ser al decirnos en su palabra que no debemos afanarnos por lo que aún no hemos vivido, puesto que cada día trae su propio afán.

4. La ansiedad apaga nuestra fe

Este punto reúne los tres anteriores, ya que cada vez que dudamos de Dios, damos libertad a nuestras propias maneras de vivir y dejamos que la duda e incredulidad gobierne nuestro ser.

En el versículo 30 del texto base Jesús dice que la hierba del campo que hoy es mañana no sería cuando se hecha al horno, pero Dios la vistió durante su vida ¡hombres de poca fe!

Esto es bastante claro e inquietante, ya que nosotros somos hijos de Dios y debemos creer y confiar en nuestro Padre celestial a pesar de que la situación sea contraria a lo prometido por Él en este pasaje. 

Para concluir

Debemos estar atentos en nuestro interior a las palabras de Jesús escritas en este pasaje. Creer y confiar que en todo momento Él está al cuidado de nosotros, y que nosotros debemos es vivir agradándole a Él.

© José R. Hernández. Todos los derechos reservados.

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