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Una salvación sin excusas

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Estudios Bíblicos Predica de Hoy: Una salvación sin excusas

Estudio Bíblico Texto Biblico:Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana.” (Isaías 1:18)

Introducción

Si los pecadores se arrepienten alcanzan la salvación. Si los pecadores reconocieran a Cristo vendrían a ser perdonados. Muchas personas son alcanzadas por el mensaje, pero como en la parábola del sembrador, hay muchos obstáculos que impiden que esa palabra de frutos en ellos.

El mundo está lleno de excusas para no acercarse a Dios, si tan solo lo hiciera podría podría salir del dolor y sufrimiento para entrar en la felicidad y la salvación. Pero Dios quiere y busca que el mundo sea salvo y puedan ver con claridad la verdad de su amor.

Como siervos de Dios debemos llevar el mensaje de salvación y romper con las excusas del mundo para que venga al conocimiento verdadero de Dios. Para que caigan los pretextos y Dios pueda bendecir a este mundo perdido.

La salvación de Jesús (1 Timoteo 1:15)

Existen muchas maneras de medir el tiempo en este mundo, pero la más significativa es la que nos divide como antes de Cristo y después de Cristo. Esto es debido al impacto que tuvo la predicación de Jesús en esta tierra. 

Este impacto fue posible debido a que Jesucristo es el Hijo de Dios. Conocemos esa confesión que Pedro hiciera en una barca donde reconoce que Jesús es el Hijo del Dios Viviente. Como tal tiene la autoridad en todas las cosas.

Jesús estuvo con el Padre desde la eternidad y seguirá a la diestra de Dios por la eternidad. No tiene principio y no tiene fin. El Hijo es en el Padre y el Padre en el Hijo, Dios se manifiesta en tres personas y cada una de ellas es Dios mismo.

Por lo tanto el sacrificio que Jesús hizo en la cruz no puede ser repetido por nadie pues solo Él tiene la autoridad por ser Dios. Y ese fue su propósito al venir a la tierra, para perdonar a los pecadores. Así lo indica también Mateo 9:12-13, donde el mismo Jesús confiesa que ha venido a buscar a pecadores para que se arrepientan de sus malos caminos.

Por lo tanto sabemos que Jesús nos quiere salvar, tiene el poder y quiere hacerlo. Así es que no hay excusas ni pretextos de no existir un medio para ser salvos. Si existe y se llama Jesucristo, el Hijo de Dios.

Dios primero, el cambio después

Muchas personas primero buscan cambiar su vida de pecado y ser personas rectas antes de buscar a Dios. Pero como leemos en Mateo 9:12-13 el Señor no vino por los justos, sino por los pecadores para que se arrepintieran. 

Así es que la excusa de primero cambiar nuestra vida y dejar el pecado antes de venir a Dios no es válida. Sin Dios es imposible alcanzar la salvación y una vida recta carece del elemento principal para caminar correctamente, Dios.

Él es quien nos da la fortaleza y sabiduría para saber cómo debemos conducirnos, pero primero debemos acudir a Él. Si no venimos a Él e intentamos enderezar nuestros pasos estaremos caminando por nuestro medio y con nuestras fuerzas. Sin embargo si primero venimos a Dios estaremos caminando en sus caminos y con su poder nos enderezará.

Si vemos el ejemplo del hijo pródigo no acudió a su padre limpio y reparado de todo el desastre que vivió, sino que acudió a su padre tal y como estaba esperando ser recibido en su casa nuevamente. El padre le recibió y entonces puso en él vestiduras nuevas. Así es nuestra vida, debemos acudir al Padre tal y como estamos y Él se encargará de transformarnos y darnos nuevos propósitos.

Sin fuerzas para ser fiel

Dios es santo y quiere que sus hijos sean santos también. La palabra de Dios y sus mandamientos pueden sonar imposibles de cumplir para muchos. De hecho es imposible alcanzar la estatura que Dios requiere de nosotros, si lo hacemos por nuestra cuenta. 

Pero Dios es el que nos fortalece y nos ayuda en nuestro caminar diario con Él. No tenemos que enfrentar a nuestra carne, a la sociedad y al mundo entero con nuestra fuerza únicamente, pues terminamos derrotados y volviendo al mundo de donde salimos. Pero si podemos humillarnos ante Dios y aprender a depender totalmente de Él. 

Dios nos enseñará cómo debemos andar en este mundo y nos dará las armas necesarias para enfrentar las tentaciones y ataques del enemigo. En Judas 24 leemos que el Señor es poderoso para guardarnos sin caída y presentarnos sin mancha delante de Dios, así es que no dependamos de nuestra fuerza sino sólo de Dios. Él nos llamó, Él también nos ayudará a caminar correctamente en sus caminos.

El futuro es incierto

Hay personas que esperan algo, esperan que algo suceda, que tengan más edad, que logren algo en la vida, que terminen cierto proyecto para empezar a buscar de Dios. La realidad es que el número de nuestros días en la tierra están contados y por más que nos afanemos no podremos agregar días a nuestra existencia más allá de lo que está establecido.

Es también verdad que no sabemos cuántos son esos días que viviremos en la tierra, por más seguros creamos estar es una falacia pensar que por mis cuidados podré estirar el número de mis días. Ciertamente es nuestro deber cuidar el templo del Espíritu Santo, pero eso no rompe la barrera del tiempo destinado a cada uno ni nos puede brindar seguridad de que nuestro número de días en la tierra lo podremos conocer.

Hay bendiciones de Dios para que nuestra vida sea larga, pero no sabemos cuántos serán esos días. Lo que sí es verdad es que en cualquier lugar y en cualquier momento puede ser el fin de nuestra existencia en la tierra. Por lo tanto es nuestro deber estar preparados y en este momento estár seguros de que si dejamos esta tierra nos vamos con el Señor.

No podemos arriesgarnos ni por un segundo y echar mano de la salvación lo antes posible. No hay mejor momento que el ahora, mañana puede ser tarde, dentro de una hora puede ser tarde, este es el mejor momento para alcanzar la salvación y estar seguros que si morimos con Cristo iremos a un mejor lugar.

El llamado de Dios

Existen personas que quieren ver maravillas, prodigios en el llamado de Dios. Esperan algún tipo de señal que les indique que deben de dar el paso para acercarse a Él. Pero Dios ya lo ha hecho todo, ya envió a su hijo a morir en una cruz, Dios mismo tomando forma de hombre para entregar su vida por los pecados de la humanidad. Este es el milagro más grande que existirá y ya lo hizo.

Tampoco es necesario que una persona sienta algo específico en su interior para acercarse al Señor, basta con ser obedientes a la palabra del Señor para darnos cuenta que necesitamos a Dios y debemos pedirle perdón por nuestros pecados y creer en nuestro corazón en el Señor Jesucristo para ser salvos.

En Mateo leemos la parábola de los dos cimientos, de cómo un hombre edificó su casa sobre arena y otro que edificó sobre la roca. El que edificó sobre la arena tuvo perdida cuando vino la tempestad, pero el que edificó sobre la roca no fue destruida su casa.

Esto nos deja ver que lo prudente entonces es obedecer la palabra de Dios, fundar nuestra vida en Él y buscarle. No es necesario que sintamos algo específico, la fe en Jesucristo es suficiente y la obediencia a su palabra necesaria. Dios nos ayudará en que podamos hacer su voluntad.

Las obras no salvan

También existen personas que buscan alcanzar misericordia a través de las obras. Cada vez buscan cómo hacer más y mejores obras con el prójimo. Y esto es una gran bendición, pero de ninguna manera podemos comprar salvación con nuestras obras. 

La única obra que puede comprar la salvación fue la que Jesús hizo en la cruz y esa no la puede replicar nadie, pues solo Él es Dios. Cuando venimos a Dios, Él es quien nos permite realizar buenas obras en su nombre y recibir bendición por esas obras, pero la salvación no es por causa de nuestras buenas obras.

Por supuesto que la fe sin obras es muerta, pero no es por ella que alcanzamos salvación. El ladrón que murió en la cruz al lado de Jesús no pudo hacer buenas obras en su vida, toda ella fue maldad y murió como consecuencia de esa vida de pecado, pero en el último momento pudo alcanzar salvación al reconocer y confesar a Jesucristo como Hijo de Dios.

Conclusión

No existen excusas para buscar a Dios, la salvación ha sido dada por el Señor y está llamado a todo aquel que quiera recibirla. Las excusas que podamos tener para detener nuestros pasos y acercarnos son vanas. 

No debemos esperar ni un segundo más viviendo en nuestros caminos y  sustentando nuestra decisión con excusas que no tienen ningún sentido. Dios derriba esas excusas y nos invita a que nos acerquemos confiadamente hasta su trono, con el corazón contrito y humillado delante de su poder, reconociendo que Él es Dios en el cielo y en todo lugar y que sólo en Él hay salvación.

Pidamos perdón por nuestros pecados y empecemos una nueva vida en Dios. Él nos dará la fortaleza y a su Espíritu Santo para que nos guíe en sus caminos y alcancemos la vida eterna.

© Pedro Blanco. Todos los derechos reservados.

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