Predica sobre la esperanza: La esperanza en las cosas mejores

2. Que Dios valora lo que hacemos… (vers. 10b)

¿Le gusta el trabajo que hace? ¿Considera que es un trabajo de amor? Bueno, no siempre eso esa así. Hay trabajos que no despiertan ningún tipo de amor por él. Se hace porque forma parte del sustento de la familia. Sin embargo, vea lo que nos dice el texto. Dios califica el trabajo que hacemos en su nombre como un “trabajo de amor”.

Este texto nos llena de una profunda esperanza. Las cosas mejores que corresponde a la economía divina tienen su reconocimiento del cielo. Hay un solo trabajo de amor y ese es el que tiene que ver con nuestro Dios y su sacrificada obra. Dios no tiene que hacerlo, pero él le pone precio a lo que tiene que ver con esta obra de amor.

En el sentido contrario, los seres humanos no somos dados a reconocer siempre lo que otros hacen para nosotros. Nos encanta que nos sirvan, que nos mimen, que nos tomen en cuenta, pero no siempre hacemos lo mismo con los demás. Pero el llamado de este texto es a ver que todo lo que hacemos para Dios es un “trabajo de amor”. Este trabajo se hace con esperanza, pues es trabajo de Dios.

3. Que Dios distingue a sus hijos… (vers. 10c)

Este texto termina hablando por quiénes Dios no olvida su trabajo de amor. Por un lado, llama a los creyentes con un nombre que los distingue de los demás, los llama sus santos. El trabajo de amor tiene que ver con el servicio que se presta a los santos.

Este texto pone de manifiesto el hecho que Dios no está tan interesado en cuántas cosas hacemos para él, sino cuál la motivación que tengo para hacerlas. Para el Señor todos los trabajos son importantes, pero el hecho de distinguir el servicio prestado a los santos pareciera tomar una gran importancia delante de su presencia.

Es posible que por ciertas actitudes de los hermanos en las iglesias el amor de algunos se enfríe. Reconozco como pastor que algunas actitudes desaniman el servicio que deseamos prestar. Pero el saber que lo que hago por los santos es para el Señor eso me levanta ni ánimo, me llena de esperanza y al final me consuelo porque el trabajo en el Señor no es en vano.

¿No es extraordinario pensar que entre las cosas mejores que nos llenan de esperanza está el hecho de haber servido a los santos y sirviéndoles aun? No nos cansemos de hacer el bien.

III. CUÁL ES NUESTRA PARTE EN ESAS COSAS QUE ESPERAMOS

1. Que seamos solícitos de esa esperanza (vers. 11)

Nos encanta soñar con las cosas mejores que nos esperan. Nos llenamos de un profundo gozo cuando esperamos el cumplimiento de las promesas que Dios nos ha revelado. Nos regocijamos al pensar en el trabajo que será galardonado.

Pero las cosas del Señor no son todas gratis. Aun la salvación que es por gracia, la Biblia nos exhorta a no descuidarla y que debemos trabajar, no para alcanzarla, pero si para fortalecer nuestra salvación. De allí que este texto nos exhorta a poner nuestra más grande solicitud por las cosas de arriba.

A veces tenemos mucha solicitud por las cosas terrenas, pero muy poca las cosas mejores a las que Dios nos llama a trabajar. Yo tengo la impresión que quien haya escrito la carta a los hebreos fue un pastor. La manera como se expresa, exhortanto, reconocimiento y animando, refleja eso.

Observe que este texto revela una gran ternura, con un gran deseo para que cada hermano no se quede sin ser parte de las bendiciones de las cosas mejores que Dios tiene. Simplemente dice: “Cada uno…”. Si la iglesia es como una colmena, no podemos tener zánganos y ociosos. Todos debemos trabajar.

2. Que no seamos perezosos sino imitadores (vers. 12)

Este texto es por demás interesante. Como he dicho, creo que esta carta la escribió un pastor quien conocía muy bien a su rebaño. Ahora les exhorta a dejar esa condición del ánimo donde pareciera que una pie le pide permiso al otro para moverse, de manera de ir a la prontitud, a la diligencia, al trabajo gozoso.

Los anima para que pongan a un lado la pereza y vean a aquellos hermanos a quienes pueden imitar en la obra del Señor. Algo estaba pasando en aquella iglesia. Algunos hermanos, a lo mejor influenciados por aquellos que estaban negando de su fe, habían retrocedido en su fervor y a estaban conformando el club de “los hermanos perezosos”, los que nunca hacen nada en la iglesia, sino que esperan que sean otros los que hagan el trabajo.

Me llama la atención que el autor hable de esto en este gran tema de la esperanza de las cosas mejores que nos esperan. Ante esta condición del alma la Biblia nos anima a imitar lo bueno, a esforzarnos por dar lo mejor. La pereza es enemiga del éxito y la esperanza es enemiga de la pereza. Que frente a una salvación tan grande seamos más diligentes (Hechos 2:1-3). El Señor es digno de lo mejor.

3. Que tengamos paciencia para heredar las promesas (vers. 12b)

La esperanza de la que estamos hablando va más allá del corto plazo para satisfacer nuestras necesidades. Lo que es más consolador en estas “cosas mejores” es saber que lo que sostiene esta vida terrenal son las promesas que nos esperan más allá del sol.

Nada puede ser mejor que lo que Dios ha reservado, como el buen vino, para la parte final. En este sentido, este mismo libro nos revela esas preciosas promesas, vistas en la esperanza que son, en primer lugar, seguras y firmes como “ancla del alma” (vers. 19).

Las anclas no permiten que el barco quede a la deriva. De esta manera, nuestra vida no anda a la deriva porque nuestra esperanza está respaldada por Aquel que está sentado a la diestra de la Majestad de las alturas (1:3).

Y la razón por la que está allí es porque después de haber sido perfeccionado, llegó a ser autor de la salvación (5:9). Porque tenemos a Aquel que no se avergüenza de llamarnos sus hermanos (2:11). Porque Aquel que está en los cielos también es nuestro gran sumo sacerdote que conoce todas nuestras debilidades y nos anima a seguir adelante (4:14-16).

CONCLUSIÓN:

Mis hermanos si estoy persuadidos de cosas mejores, no permitiré que nada oscurezca mi esperanza. Si estoy persuadido de cosas mejores, no dejaré que mis condiciones físicas o emocionales me roben el gozo de lo que me espera.

Si estoy persuadido de cosas mejores viviré, aprovecharé y redimiré el tiempo de manera que todos mis actos contribuyan para el trabajo del cielo. Si estoy persuadido de cosas mejores, no dejaré que el presente, con sus penas y sin sabores, me desvíe del propósito que Dios tiene para mi vida.

Y finalmente, si estoy persuadido de cosas mejores, viviré para el Espíritu y no para la carne, porque el vivir para el Espíritu paz, pero vivir para la carne es la ruina total. La esperanza de las cosas mejores debe hacerme un creyente triunfante, seguro y de bendición para otros.

© Julio Ruiz. Todos los derechos reservados.

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