El desafío de Jabes – Parte II

4. OH SI ME GUARDARAS DEL MAL

La última petición de Jabes es una estrategia brillante. Sin duda los triunfos traen consigo mayores oportunidades de fracaso. Las bendiciones son el mayor de los peligros, nos dejan expuestos a la presunción.

Con seguridad van a venir más ataques sobre usted y los suyos. Tendrá que discernir cada uno de los dardos del fuego del maligno, distracciones, obstáculos, opresión, entre otros. En efecto, si en su vida no hay nada de eso, ahí sí preocúpese porque a lo mejor se quedó solamente en la primera petición y no ha llegado ni a la segunda.

Alguna vez escuché de alguien: Puedo asegurar que durante mucho tiempo ya no he vuelto a ser tentado. Pero eso es lo peor que jamás pude haber oído, pues me demuestra que ya no está más en la lucha y que el diablo ya no tiene porqué preocuparse por usted. Orar para que se nos guarde del mal es parte básica de una existencia bendecida.

Incluso en la oración modelo Jesús nos enseñó a pedir: “Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal”.

¿Cuándo fue la última vez que usted le pidió a Dios que le mantuviera lejos de la tentación? La arena de la tentación es por lo general territorio enemigo, no se meta por ahí. No diga de aquí podré salir fácilmente porque no lo hará.

Por eso, como Jabes deberíamos orar para recibir de él toda defensa contra el enemigo: “Señor, impídeme cometer los errores que estoy más dispuesto a hacer cuando viene la tentación, reconozco que a veces caigo solamente por la envoltura hermosa que tiene el pecado, por favor te ruego que mantengas el mal lejos de mí”.

El mayor peligro no es estar al borde del precipicio sino el no estar alerta, deberíamos siempre clamar que la misericordia de Dios nos aparte de juicios peligrosos, como el mundo, la carne y el dinero.

Digámosle al Señor que dirija mis pasos para apartarme de todo lo que no venga de él, pues si usted está dispuesto a ser como Jabes, usted será una amenaza para Satanás, entre tanto Dios le dé más respuestas a sus plegarias y ensanche su territorio, más debería prepararse para hacer frente a los ataques espirituales, y si quizá no siente ningún ataque maligno, es simplemente que el diablo está tranquilo con usted, según él no ofrece ningún peligro.

Si usted le pide protección al Señor, ¿Cree que él no va a mostrar su poder, guardarlo y proteger esa inversión que usted es para él? Jabes lo creyó y obró de acuerdo a este convencimiento.

El apóstol Pablo también nos da una asombrosa declaración de victoria, dice en 2 Corintios 2:14 “Mas a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús”.

¿Estamos listos para movernos a un nivel más alto de honor y bendiciones con crecimiento ilimitado o vamos a seguir en las 4 paredes de nuestra vida, familia e iglesia, solo con las bendiciones que por ser cristianos Dios nos da?

Reflexione en lo que dice este pasaje respecto a Jabes: “Y Jabes fue más ilustre que sus hermanos”.

¿Cree que Dios tiene favoritos? Pues no, su amor y sus bendiciones están a disposición de todos. Sólo que él al buscar a Dios y sus bendiciones, su experiencia le enseñó que entrar a la gracia de Dios no implica enaltecimiento.

Dios favorece y honra a quienes le piden. No les retiene nada a aquellos que quieren y con todo fervor anhelan justo lo que Él desea. Ser más ilustre a los ojos de Dios no es arrogancia ni egoísmo.

Pablo decía: “Prosigo hacia la meta para obtener el premio” (Filipenses 3:13-14). No quisiera llegar al cielo y oír que Dios diga: “Déjame mostrarte todo lo que quise para ti y que traté repetidamente de dártelo pero nunca me pediste ni quisiste trabajar para lograrlo”.

Pienso que “el ahora”, la urgencia de servir a Dios es uno de los aspectos más emocionantes de vivir para el cuadro de honor de nuestro Señor.

Permítame estimularlo a buscar con todo denuedo el milagro. Nuestro padre celestial conoce sus dones, sus carencias y las condiciones en que se encuentra en todos y cada uno de los momentos de su vida.

Si usted es como muchos que usan la oración de Jabes, vendrán tiempos a su vida en que se sienta tan bendecido que dejará de orar para pedir más bendiciones, por lo menos durante un lapso de tiempo porque verá que las bendiciones son demasiadas.

Sabrá que Dios le ha abierto los depósitos de los cielos simplemente porque oró y estuvo dispuesto a obedecer. ¿Va a permitirle que obre en su vida? No disipe, no deseche, ni siquiera por un solo minuto lo que Dios quiere comenzar en su vida.

En estos versículos quizá la última frase es la más impresionante de todo: “Y Dios le concedió lo que pidió”.

La oración sincera siempre estará en camino de convertirse en un hábito que le llenará de tesoros inimaginables, porque cuando uno ora con fe y sinceridad siempre sucede algo, porque se ora conforme a la voluntad divina y para agradar a Dios, no para nuestros intereses personales.

“Jabes invocó al Dios de Israel diciendo: ¡Oh si en verdad me bendijeras, ensancharas mi territorio, y tu mano estuviera conmigo y me guardaras del mal para que no me causara dolor! Y Dios le concedió lo que pidió”. (1 Crónicas 4:9 10).

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