La voluntad de Dios

Predicas Cristianas

Prédica de hoy: La voluntad de Dios es nuestra santificación

Predicas Cristianas Lectura Bíblica: 1 Tesalonicenses 4:3ª, 7; 5:23-24

INTRODUCCIÓN:

“Porque esta es la voluntad de Dios, vuestra santificación…”. Con esta amonestación comienza Pablo sus instrucciones para los creyentes en Tesalónica. Mis amados, la voluntad de Dios está claramente establecida en muchos lugares de la Biblia.

Aunque tengamos dificultades para aplicarla en la toma de decisiones diarias, está claro que la voluntad de Dios incluye la santidad de corazón para el creyente. Reconozco que este es un tema raro hoy día en los pulpitos cristianos.

El cristiano moderno no quiere escuchar sermones que desafían su consagración al Señor, sino aquellos que endulcen sus oídos de cosas “positivas”, especialmente aquellas que levanten su continuo estado anímico.

Hablar de la santidad definitivamente no es un tema popular, como no lo fue el tema del arrepentimiento que predicaban los profetas, como tampoco fue el mensaje de arrepentimiento con el que comenzó el ministerio Juan el Bautista y nuestro Señor Jesucristo. Pero el tema de la santificación es uno de los más nombrados en el Antiguo Testamento.

Probablemente no haya otro libro en la Biblia que describa el grado de santidad que debemos obtener, como lo hace el libro de Levítico. Las palabras más dominantes son pureza y santidad, de allí los continuos sacrificios que Israel tenía que ofrecer a Dios para su purificación.

El imperativo que más se resalta en el libro es el llamado a ser santo porque nuestro Dios es santo (Levítico 20:26). Al estudiar el tema de la voluntad de Dios y la santificación, vemos que esto es un binomio. Nadie podrá hacer la voluntad de Dios sin una vida santificada.

Según Romanos 12:1-2, cuando presentamos nuestros cuerpos en sacrificio vivo y santo, comprobamos que la voluntad de Dios es buena, agradable y perfecta. A la luz de esto consideremos el presente tema, sabiendo que sin “santidad nadie verá al Señor”.

I. LA VOLUNTAD DE DIOS – EL SIGNIFICADO DE LA SANTIFICACIÓN

1. Es un proceso que se inicia en la conversión (1 Corintios 1:30)

Este es un pasaje que nos habla de una seguridad eterna. Al momento de conocer a Cristo sucedieron varias cosas, entre ellas hubo una justificación, una redención y una santificación. Y esto último es el proceso que comienza en la conversión del pecador, por medio del cuál el Espíritu de Dios nos va haciendo más como Cristo y más libres de la influencia del pecado.

Lo que sabemos es que este es un proceso que continuará durante toda nuestra vida y finalizará cuando se de nuestra glorificación que ocurrirá cuando Cristo venga por su iglesia. Lo que conocemos de nuestra santificación es que sucede en tres fases: posicional, progresiva, y final.

Esto plantea que los que hemos creído en Cristo ya hemos sido separados y santificados por su obra, esa es la idea “posicional”.

Pero los creyentes estamos siendo santificados en el presente, esa es la idea de “progresiva”; esto tiene que ver con mi lucha diaria, la que se da entre el espíritu y la carne. Y la fase final es que seremos santificados en el futuro cuando ya no tengamos este cuerpo de muerte. Así, pues, la “voluntad de Dios es vuestra santificación”. Ese es su mayor deseo porque Él es un Dios absolutamente santo.

2. Este es el propósito de Dios (Romanos 8:29)

Cuando hablamos en este contexto de la voluntad de Dios nos referimos a aquellas cosas que Dios lleva a cabo, es decir, sus propósitos eternos. Cuando afirmamos que la voluntad de Dios es nuestra santificación, estamos declarando que el propósito de Dios es hacernos santos. Es saber que su trabajo en nosotros no termina hasta que lleguemos a ser santos.

Su plan es hacernos cada día semejante a Cristo. Por eso Pablo dice que a los que Dios conoció “también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos”. Hay muchos creyentes que ignoran lo que son y lo que Dios quiere que lleguen a ser.

El propósito de nuestra redención es que seamos hechos “conforme a la imagen de su Hijo”, y es allí donde entra la santificación de nuestras vidas. Y por supuesto que esto no lo podemos lograr por nosotros mismos, si tenemos que hacer lo que nos corresponde.

Dicho de otra manera, somos nosotros los que tenemos que buscar esa santidad, sabiendo que nuestro Dios hará su trabajo de transformación y cambio, porque los que creímos él somos una obra en construcción de acuerdo con Filipenses 1:6.

II. LA VOLUNTAD DE DIOS – EL ALCANCE DE LA SANTIFICACIÓN

1. Que todo nuestro ser sea santificado (1 Tesalonicenses 5:23)

La idea de un “Dios de paz” contrasta totalmente con el versículo 15, donde da la impresión de que algo estaba pasando en la iglesia. Ya hemos dicho en la definición que la santificación es el término teológico aplicado al proceso que se refiere a la conformación progresiva y continua del creyente a la imagen de Cristo.

Ahora vemos uno de los deseos más reveladores que se conozcan en la Biblia. Observamos que el texto no dice que la voluntad de Dios es por un mayor conocimiento o mayor prosperidad, sino de la santificación. Tal es el deseo de Dios que él espera que todo en nosotros sea invadido por su santidad. Que todo nuestro ser: Espíritu, alma y cuerpo sea tocado por la santidad de Dios.

Los griegos pensaban que el cuerpo era totalmente malo, de allí los grotescos pecados que se cometen en el cuerpo. Cuando Cristo vino cambió esa costumbre. Para Dios nosotros somos una integridad, por eso se refiere a “todo vuestro ser”. Y el fin de la santidad es para que seamos guardados de una manera intachable hasta la venida de Cristo. No hay otra manera acerca de cómo debemos prepararnos para la venida de Cristo que no sea la de nuestra santificación (2 Pedro 3:11).

2. Recuperar nuestra condición original

Fue Jesucristo quien introdujo la frase “al principio no fue así” cuando habló con los fariseos acerca del tema del divorcio y su gran defensa del matrimonio constituido entre un hombre y una mujer. Con eso nos dijo que Dios hizo al hombre con propósito determinado y lo hizo sin pecado. Entonces ¿por qué este texto habla que Dios nos “santifique por completo” incluyendo espíritu alma y cuerpo?

Mis amados, porque el pecado corrompió todo nuestro ser. Dicho de otra manera, no hay nada bueno en nosotros, de allí esta necesidad que él obre a través de su santidad completamente en cada aspecto de nuestras vidas. El hombre es un ser tripartito. Fue creado con espíritu, alma y cuerpo, y esto responde a la llamada “semejanza divina”. Pero esa imagen y semejanza quedó dañada por la obra del pecado.

De manera que este texto es la meta divina para que nosotros regresemos a esa vida santa con la que fuimos creados. Dios no ha parado su trabajo para que recuperemos ese estado original. Desde el mismo momento que el hombre pecó, Dios hizo provisión para su salvación (Génesis 3:15). Desde entonces Él busca su santificación porque sabe que el pecado ha hecho esa separación.

III. LA VOLUNTAD DE DIOS – LA SERIEDAD DE LA SANTIFICACIÓN

1. “Como aquel que os llamó es santo…” (1 Pedro 1:15-16)

Debemos reconocer que si hay algo que se descuida con tanta frecuencia es la santidad de vida. No siempre nuestras palabras son santas, no siempre nuestros pensamientos son santos, y no siempre nuestros actos son santos. Esto se debe a nuestra falta de conocimiento de quién es Dios. El texto de Pedro, que nos viene del Antiguo Testamento, enfatiza la naturaleza de Dios como un ser santo.

Hay otras definiciones de Dios donde se ven sus atributos que reflejan su bondad, su poder y su eternidad. Pero con ellos se revela de una sola manera, tales como: amor, misericordia, paz o como Dios poderoso. Sin embargo, cuando hablamos que él es santo, la Biblia nos va a decir que ciertamente esa es su naturaleza, pero tres veces santa.

¿Sabe lo que esto significa? Que la santidad de Dios es el más alto y sagrado atributo que posee. Por eso, desde el mismo momento cuando se erigió un lugar para él en la tierra, mencionó el lugar santísimo donde se revelaría con su gloria eventualmente. En ese lugar, el gran sumo sacerdote entraba una sola vez al año para traer la ofrenda por su pecado y la del pueblo. Dios es tan limpio ojos que Él no puede ver el mal (Habacuc 1:13-14).

2. “Sin santidad nadie verá al Señor” (Hebreos 12:14)

Este es uno de los textos más comprometedores que tenemos en la Biblia. El autor de la carta a los hebreos había hablado previamente de seguir la paz. Cuando ponemos juntas las virtudes de la paz y la santidad como requisitos para ver a Dios, el asunto se nos hace más difícil porque son las dos condiciones previas para poder “ver” a Dios.

Claro que la idea de ver a Dios no es literal, porque nadie puede verle y seguir vivo. Pero sí es una referencia al hecho que nadie puede entrar a su presencia para adorarlo y demostrarle, si no estamos bien espiritualmente con mis relaciones y, sobre todo, conmigo mismo. La santidad es un imperativo, una demanda, que debe ser cumplida.

“Sin santidad nadie verá al Señor” sugiere la idea de una resolución del corazón por quién es Dios y por la necesidad de nuestra alma. Lo que este texto nos está diciendo es que Dios no admite una condición para acercarse a él que no sea a través de la santidad.

¿Por qué cree usted que las demandas que se le exigían al gran sumo sacerdote, con su vestimenta y limpieza previa, eran tan estrictas para encontrarse con Dios? “Porque sin santidad nadie verá al Señor”.

IV. LA VOLUNTAD DE DIOS – LA META DE LA SANTIFICACIÓN

1. Salir de la inmundicia a la santificación (1 Tesalonicense 4:7)

Este texto tiene la misma idea del versículo cuatro. Allí el Señor nos ha dicho que por cuanto la voluntad de Dios es nuestra santificación, debemos abstenernos de todo tipo de fornicación. El pecado de la fornicación es altamente condenado en las Escrituras. Sodoma fue destruida por este pecado, y sigue siendo la ruina espiritual de muchos creyentes.

La sociedad de ayer fue tan tolerante con este pecado que parece haber pasado ese estilo de vida la sociedad de hoy. El desenfreno de la inmoralidad sexual ha trastocado tanto nuestras mentes, que aun dentro de las iglesias nos encontramos con creyentes que ven normal el tener relaciones sexuales antes de casarse o estando ya casados.

Cuando Pablo nos habla que hemos sido llamados a no vivir en la inmundicia sino en la santificación, estaba confirmando el gran celo que Dios tiene por aquellos que son sus hijos. El pueblo judío usó leyes extremas para contrarrestar el pecado de la fornicación, por eso no es raro que los jóvenes judíos, en su gran mayoría, se casan vírgenes.

Pero eso no era el concepto de los gentiles. El pecado de la fornicación es tan grave que Pablo nos dice: “El que fornica, contra su propio cuerpo peca”. El cuerpo ahora es el templo del Espíritu Santo (1 Corintios 6:18-19).

2. Guardarse irreprensibles para su regreso (1 Tesalonicenses 5:23)

La antesala de la venida de Cristo plantea un sin fin de acontecimientos mundiales, no solo para que veamos las señales de estos tiempos, sino para que nos preparemos en santidad para su gloriosa venida. Es por esto por lo que Pablo nos presenta una de las oraciones sobre la santidad que debiéramos vivirla y practicarla.

En la carta que dirige a los Tesalonicenses, el tema de la segunda venida de 1 Tesalónica 5:23, viene del capítulo 4:13-18. Note por un lado cuál es la meta en la santidad: “santifique por completo”. Esto significa que debemos dejar que Dios haga el trabajo completo en nuestras vidas.

Creo lo que dijo Juan Wesley, el abanderado de este tema de la santidad, nos arroja cierta luz sobre lo que Pablo está aquí demandando cuando escribió: “La santidad es, pues, un estado en el cual no existen en el corazón ira, malicia, blasfemia, hipocresía, envidia, afición a la holganza, deseo egoísta del aplauso y buena opinión de los hombres, vergüenza de confesar la cruz, mundanalidad, engaño, contienda, codicia, ni ningún deseo o tendencia mala”.

La santidad es sacar del corazón lo que no agrada a Dios y prepararse para el gran evento de su segunda venida.

CONCLUSIÓN:

La santidad pareciera ser un producto raro en medio de un mercado saturado de tantas ofertas para agradar los deseos de la carne. No nos gusta hablar de ella por el desafío mismo que trae.

Hay un animalito llamado armiño, solo visto en las selvas de Asia y Europa, quien protege celosamente su pelaje blanco. Se cuida mucho para no ser manchado, sobre todo en el invierno cuando su pelaje es aún más blanco.

La forma como los cazadores lo agarran es que cubren la entrada de su cueva con lodo; de esta manera cuando él llega, en lugar de limpiar la cueva y entrar, prefiere enfrentar a los perros de caza y al final sale perdiendo porque lo matan.

El armiño prefiere morir para mantenerse limpio. ¿No debiéramos actuar nosotros de la misma manera? Una de las bienaventuranzas que nos convoca a la santidad dice: “Bienaventurados los de limpio corazón porque ellos verán a Dios”. La santidad conviene a la iglesia (Salmo 93:5).

© Julio Ruiz. Todos los derechos reservados.
Iglesia Bautista Ambiente de Gracia, Fairfax, VA.

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