El tesoro de el poder de Dios

D. Tome el escudo de la fe…

Teniendo ya el cinturón, la coraza y el apresto en su lugar, el soldado levantaba su escudo. El escudo no era uno pequeño, sino uno grande que cubría todo el cuerpo y era de madera cubierto de cuero. Estaba diseñado para la batalla intensa donde se usaban dardos ardientes.

Los dardos eran desviado y extinguidos por el escudo que había sido remojado. Se dibuja aquí la fe en la veracidad de la Palabra de Dios. A pesar de lo que enemigo nos lance temor, deseos de la carne, celos, ira, el escudo de la fe y la confianza en las promesas de Dios puede ponerse firme contra de ello.

Recuerde que hay aproximadamente 33,000 promesas en la Palabra de Dios y son todas suyas. Romanos 10:17 nos dice que la fe viene como resultado de oír el mensaje, y el mensaje que se oye es la palabra de Cristo.

La fe también es fruto del Espíritu. Y que la fe es nuestro escudo, decimos “confío en ti, Jehová-Nisi”

E. Póngase el yelmo de la salvación…

La última pieza de la armadura por lo general se la colocaba un asistente y era la parte más costosa de la armadura. Esta pieza protegía la cabeza. Así la salvación nos es dada por Dios y el ser partícipes de la salvación es nuestra protección.

La salvación protege nuestra mente, nuestros pensamientos.

La palabra empleada aquí “tomar” es literal. Pues la recibimos de Dios por Cristo. Es el don precioso, de valor incalculable del Padre. Sin la salvación estamos indefensos. En 1ª Corintios 2:16 dice que tenemos la mente de Cristo. O sea, que percibimos y comprendemos, determinamos las cosas buenas y odiamos lo malo.

F. Tome la espada del Espíritu…

Ya listo el soldado para la batalla, tomaba por último su espada. Es la única arma ofensiva que se nos muestra en las Escrituras. Se usaba para herir o matar y es símbolo de poder o autoridad, especialmente cuando se dictaba una sentencia. Sin embargo, en nuestra pelea con el diablo, tenemos que estar firmes y saber usar la Palabra de Dios contra sus ataques.

Aquí se usa la palabra rhema (la Palabra escrita) y no logos. En tiempo de necesidad el Espíritu Santo trae a nuestra mente la Escritura que necesitamos en ese instante. Está establecido que debemos procurar con diligencia presentarnos a Dios, como obreros que sabemos trazar (usar) la Palabra (nuestra espada). Mantengamos filosa la espada, o sea leamos, estudiemos y asimilémosla diariamente.

G. El poder de Dios – Orando siempre…

¿De qué sirve una buena armadura si no hemos sido adiestrados?

1. El poder de Dios – La oración nos mantiene diestros.

Al orar, el Espíritu viene y se une a nuestro espíritu para elevar nuestras súplicas con gemidos indecibles, pues nuestro espíritu es finito, pero al haber sido redimido, se llena del Espíritu de Dios. Y es el Espíritu de Dios quien hace intercesión por nosotros como nos dice en Romanos 8:26.

Después que hemos sido adiestrados y nos hemos puesto TODA la armadura, debemos entonces habitar en la protección de Dios y derribar toda fortaleza del enemigo. (2ª Corintios 10:3-4)

A. Destruir la fortaleza que se levante en su mente

“… derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo.” (2ª Corintios 10:5). En 1 Pedro 4:1-4 nos dice que nos armemos del mismo pensamiento de Cristo para no vivir el tiempo que resta en la carne si no en la voluntad de Dios.

B. Derribemos el temor

Dios no nos ha dado es espíritu de temor sino de poder, de amor y de dominio propio (2ª Timoteo 1:7). Y si estamos en amor, el perfecto amor echa fuera el temor (1ª Juan 4:18).

Y así derribando las fortalezas podemos vivir en nuestra fortaleza, en nuestro refugio, según el Salmo 91, hay tres razones por lo cual debemos hacerlo. (Salmo 91)

A. Porque has puesto a Jehová, que es mi esperanza, al Altísimo por tu habitación, (vers. 9).

B. Por cuanto en mí ha puesto su amor (vers. 14).

En el Salmo 27 verso 5 hay la palabra tabernáculo que significa una casa temporal. Durante el tiempo de la guerra, el tabernáculo real se ponía en el centro del campamento y se guardaba con mucha seguridad. Si queremos ser protegidos, debemos pertenecer a la casa real y habitar en Su amor para ser protegidos.

C. Por cuanto ha conocido mi nombre (vers. 14).

En Proverbios 18:10 nos dice “Torre fuerte es el nombre de Jehová a él correrá el justo, y será levantado“.

Recuerde los nombres de Dios: Jehová-Tsidkenu (Dios es mi justicia) que perdona mis pecados; Jehová-M’kaddesh (Dios mi santidad) que me hace vivir apartado para Él; Jehová-Shalom (Dios mi paz) que me da la plenitud de su Espíritu; Jehová-Shama (Dios que siempre está) nunca me desampara; Jehová-Rophe (Dios mi sanador); Jehová-Yireh (Dios mi proveedor); Jehová-Nisi (Dios mi bandera, mi pendón, mi causa); Jehová-Rohi (Dios mi pastor).

Conclusión:

Conociendo, pues el que nuestro Dios es TODOPODEROSO, confiadamente podemos decirle, “cuando nos permitas ser tentados, escúdanos del pecado para ser victoriosos y que la tentación sea una bendición en vez de una maldición”.

Oremos

© A. Adrián Olivas D. Todos los derechos reservados.

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