Temor, incentivo al fracaso

Conclusión:

Un predicador y músico cristiano llamado Charles Wesley, iba caminando por la costanera de un puerto en el año 1738, cuando de pronto se levantó un viento huracanado; los cielos se cerraron, la gente del puerto y de los barcos corrían atemorizados hacer maniobras de seguridad y algo hizo impacto en su pecho.

Rápidamente se dio cuenta que la causa era un gorrión asustado que estaba incentivado por el pánico a huir donde fuera pero seguramente moriría. Olvidando la naturaleza dañina que esta ave tiene, con profunda compasión, abrió su capota y la mantuvo allí.

Esta acción lo inspiró a escribir el famoso himno que muchos conocemos hasta el día de hoy: Cariñoso Salvador, huyo de la tempestad. A tu seno protector fiándome de tu bondad.

Colócate en el profundo amor de Dios como Juan en el costado de Jesús.

Solo su perfecto amor echa fuera el temor.

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