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La humildad

Bosquejos Biblicos

Prédica de Hoy: La humildad

Bosquejos Biblicos – Texto Biblico: 1 Pedro 5:6

INTRODUCCIÓN

En nuestro mundo actual donde prevalece la ley del más fuerte nadie parece estar dispuesto a dejarse dominar por los demás. El hombre esta contra el hombre, y cualquier signo de debilidad quiere ser aprovechado por otros para someter al más débil.

Jesús el Hijo de Dios vino a este mundo y las cosas no eran muy distintas para entonces, pero Él nos trajo un mensaje basado en la humildad como aspecto indispensable en nuestra vida práctica delante de Él.

La humildad es la ausencia absoluta de la arrogancia, es ser modesto y querer el bienestar de otros sin ser engañoso o altivo. El mundo está lleno de personas que buscan su propio bienestar y quienes buscan alcanzar sus logros pasando por encima de otros.

I. LA HUMILDAD CONTRA LA VIOLENCIA

Uno de los distingos de nuestra actualidad es la violencia, pero la palabra de Dios nos llama vivir en humildad. Esto es para que rechacemos la violencia como regla de vida y antepongamos la modestia, echemos la arrogancia y la altivez que tanto daño hace a nuestra relación con nuestros semejantes.

Alguien dijo que la violencia engendra violencia, y de esto no se ha percatado el hombre ya que ante tanta violencia el responde con más violencia, creándose así el caos y la desesperación. Es tiempo de reflexionar y dejar a un lado el deseo de venganza y tomar el consejo divino de perdonar y mostrar interés por los demás como por nosotros mismos.

Por lo general cuando recibimos una ofensa no nos quedemos callados, o reaccionamos de manera pacífica; sino que estamos acostumbrados a darle rienda suelta a nuestra emociones o caracteres y cuando hacemos contacto con la ofensa nuestra reacción humana siempre tiende a devolver la ofensa. Sin embargo, con la ayuda del Espíritu Santo podemos desechar la ofensa y tener una reacción de paz y no de violencia.

La Biblia nos enseña en Proverbios 15:1 que “La blanda respuesta quita la ira; Mas la palabra áspera hace subir el furor”. En este tiempo debe prevalecer el entendimiento entre nosotros y la paz.

Para esto es necesario que rindamos nuestros propios principios altivos y llenos de arrogancia ante el Señor y permitirle que reine en nuestros corazones, solo así habrá una blanda respuesta de parte nuestra en tiempo de confrontación y por ende las razones de violencia perecerán.

II. LA HUMILDAD PERMITE DESENTENDERSE DEL PROPIO PRESTIGIO

El principal problema del ser humano es pensar en sí mismo egoístamente sin pensar ni en el mal, ni en el bien de los demás. Si Jesús hubiera tenido este mismo patrón de pensamiento nunca hubiéramos obtenido la salvación por gracia.

Pero Cristo se humilló a sí mismo por nosotros, para que nosotros fuéramos libres del pecado y de la condenación; y al mismo Jesús esto le generó al final la satisfacción de nuestra redención y además fue exaltado por el Padre dándole un nombre que es sobre todo nombre.

La humildad no es bien recibida

La humildad no es bien recibida en el andar diario del hombre porque es considerada como muestra de debilidad. Al contrario, cuando hacemos las cosas pensando en el bienestar de los demás, Dios se agrada y nos exalta trayendo bendiciones a nosotros que realmente no esperábamos.

Cuando ayudas a otros, cuando te desprendes de toda altivez y egocentrismo, Dios se encarga de exaltarte públicamente sin que tú se lo estés pidiendo. Él considera el esfuerzo que hacemos por ser humildes, ya que el hombre posee una naturaleza pecaminosa, y no está entre sus virtudes propias el humillarse.

Si eres de esas personas que realizas un trabajo con mucho esfuerzo y dedicación, das lo mejor de ti pero realmente nadie lo nota, y los créditos siempre se los llevan otras personas, y aún así estarías dispuesto a hacer ese mismo trabajo una y otra vez a pesar de que nadie te reconoce; entonces estás encaminado en la humildad.

Cuando tal vez se trata de una persona que está acostumbrado a resaltar tus defectos públicamente y aun así mantienes un respecto hacia esa persona entonces ya estás enfrentando tu propio desafío de humildad. Todos seremos desafiados, todos tendremos alguna vez la oportunidad de hacerle frente a las dificultades con humildad, y Dios estará allí para ayudarnos.

III. LA HUMILDAD QUE QUIERE DIOS

Muchos hombres y mujeres de Dios en la biblia fueron maltratados y humillados a causa de su fe en Dios, y muchos de ellos podían escoger negar al Señor para evitar esa humillación, sin embargo, resistieron el maltrato por amor y fidelidad a Dios.

Tal fue el caso de Jeremías y muchos otros profetas de Dios quienes debían de estar en posiciones de honor porque eran los mensajeros de Dios para los reyes y los puebles en aquel tiempo; sin embargo eran humillados por hablar lo que Dios les había ordenado que hablasen.

¿Cómo podríamos llamarnos cristianos sin ser como Cristo? Sabiendo que Cristo se humilló hasta lo sumo, y siempre buscó exaltar al Padre. Nuestra posición en Cristo y nuestro testimonio siempre estará en juego cuando se trata de humildad.

La forma en la que reaccionamos con nuestros semejantes, la manera en la que manejamos nuestra conducta al servirle, siempre debe ser inclinada a buscar agradar a Dios. La Biblia nos enseña a hacer todas las cosas como para Dios, y no para los hombres (Colosenses 3:23). Esto quiere decir que busquemos agradar a Dios y no a los hombres.

CONCLUSIÓN

Es imposible pretender servir al Señor con aires de grandeza, mirando a otros por encima de los hombros, o siendo altivos en nuestra manera de reaccionar, como si fuésemos personas intocables.

El concepto y el modelo de humildad que nos debe caracterizar están descrito en la persona de Jesús. Él mismo tuvo muchas razones para destruir a todos los que lo humillaban y ofendían, sin embargo sus reacciones nunca fueron violentas.

Cuando hay carencia de humildad en una persona muchos problemas le rodean; por el contrario una persona humilde siempre tendrá las puertas abiertas. El llamado de Dios es para que permanezcamos rendidos delante de él; humillados y entendiendo que de él es toda la gloria por los siglos de los siglos.

De esa forma cuando las dificultades se levanten, él nos dará la capacidad de mantenernos en humildad y mansedumbre como él mismo lo hizo, y entonces él se encargará de nuestros enemigos, y también nos exaltará a nosotros en su tiempo perfecto.

© Jose R. Hernández. Todos los derechos reservados.

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