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No seas engañoso

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Bosquejos Bíblicos Predica de Hoy: No seas engañoso

Introducción

Hay una historia de un profesor de filosofía que inmigró desde Alemania al Japón. Llegando allá, él quiso absorber mejor la cultura y costumbres del pueblo japonés. Para esto, él se inscribió en una clase de arco y flecha. En su primera clase, recibió un arco, pero no encontró un blanco donde tirar las flechas.

Entonces, el profesor de filosofía preguntó al maestro de arco, “¿dónde está el blanco?”. El maestro le contestó con otra pregunta: “Pero, ¿quieres aprender a disparar?, ¿o quieres dar al blanco? Son dos cosas diferentes.”

Esta pequeña historia, que realmente sucedió en el inicio del siglo XX, ilustra algo muy importante: debemos estar siempre enfocados en lo que hacemos, independientemente del objetivo que buscamos. Esto porque, el fundamental es no caer en el engaño.

Hay una historia similar en la Biblia. Cuando los hijos de Efraín, arqueros armados, rompieron el pacto con Dios, el libro de los Proverbios cuenta que ellos: “Se volvieron como arco engañoso.” (Salmos 78:57).

¿Qué quiere decir aquí arco engañoso?

Engañoso no quiere decir solamente engañador, falso, o embustero. Engañoso quiere decir suelto, flojo, holgado, es decir, un arco que no estaba debidamente preparado para disparar.

Así como el maestro japonés de arco y flecha enseñó al profesor alemán de filosofía, antes de pensar en el objetivo, tenemos que estar preparados para las tareas que deseamos cumplir. La mayor dificultad es que, muchas veces, ante la ansiedad de lograr algo, somos llevados a manejar las cosas de cualquier manera, sin cuidado. Esto es el principio de un pecado mortal, a saber: el pecado de la pereza.

La pereza es como arco flojo. Carece de disciplina. Es todavía engañoso, como el arco de los hijos de Efraín.

El diligente enriquece (Proverbios 10:4-5)

Otra historia muy popular y que conocemos muy bien es la fábula de la cigarra y la hormiga sobre el esfuerzo. Durante el verano, mientras la cigarra cantaba, la hormiga trabajaba. Cuando el invierno llegó, la hormiga estaba preparada y la cigarra se dio mal.

La sabiduría de Salomón, registrada en el libro de los Proverbios, cuenta algo parecido: “Ve a la hormiga, oh perezoso, mira sus caminos, y sé sabio; la cual no teniendo capitán, ni gobernador, ni señor, prepara en el verano su comida, y recoge en el tiempo de la siega su mantenimiento. Perezoso, ¿hasta cuándo has de dormir? ¿Cuándo te levantarás de tu sueño? ” (Proverbios 6:6).

Bien como la hormiga, que trabajo durante el verano para no pasar necesidad en el invierno, Salomón advierte que: “La mano negligente empobrece; mas la mano de los diligentes enriquece. El que recoge en el verano es hombre entendido; el que duerme en el tiempo de la siega es hijo que avergüenza.” (Proverbios 10:4-5).

Todavía, la riqueza de la cual habla Salomón no tiene que ver con bienes materiales, pero con la recompensa que trae la virtud. El hombre diligente conoce la predica que dice: “Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano.” (1 Corintios 15:58).

El perezoso nada alcanza (Proverbios 13:4)

Ahora bien, ¿quién se recuerda de la historia de los tres cerditos? También es una fuente muy rica de inspiración. Sabemos que los dos primeros cerditos fueran perezosos y construyeron sus casas de la manera más fácil. No tardó para que el lobo soplase y derribase sus casas. Pero el hermano mayor de los cerditos trabajo mucho y el lobo no pudo derribar a su casa.

En el mismo sentido, leemos en los Proverbios de Salomón: “El alma del perezoso desea, y nada alcanza; mas el alma de los diligentes será prosperada.” (Proverbios 13:4). Salomón escribe esto porque sabe que: “El camino del perezoso es como seto de espinos; mas la vereda de los rectos, como una calzada.” (Proverbios 15:19).

El camino perezoso de los dos primeros cerditos se mostró lleno de espinos. Y el camino del tercero cerdito, aunque más laborioso, se tornó una calzada por la cual se puede caminar con tranquilidad.
El perezoso nada alcanza porque, como indica Salomón: “La pereza hace caer en profundo sueño, y el alma negligente padecerá hambre.” (Proverbios 19:15). Y aún: “El perezoso mete su mano en el plato, y ni aun a su boca la llevará.” (Proverbios 19:24).

Conclusión

En hebraico, el término usado para referirse al negligente es remîhāh. Salomón escribe: “La mano negligente (remîhāh) empobrece; mas la mano de los diligentes enriquece.” (Proverbios 10:4). Es exactamente lo mismo término utilizado en los Salmos, para referirse al arco engañoso de los hijos de Efraín: “Se volvieron como arco engañoso (remîhāh).” (Salmos 78:57)”.

El engañoso es negligente, es remîhāh. Es decir, resulta suelto, como un arco mal preparado, como la pereza de la cigarra o de los dos primeros cerditos.

Además de lo que indica Salomón acerca de las consecuencias de esta negligencia, ¿cual es el destino final del perezoso?

Esto, aprendimos desde el destino de los hijos de Efraín. Después de blandir sus arcos engañosos, ellos fueron devorados por el fuego divino. Escribe Salomón: “Desechó la tienda de José, y no escogió la tribu de Efraín, sino que escogió la tribu de Judá, el monte de Sion, al cual amó. Edificó su santuario a manera de eminencia, como la tierra que cimentó para siempre. Eligió a David su siervo, y lo tomó de las majadas de las ovejas; de tras las paridas lo trajo, para que apacentase a Jacob su pueblo, y a Israel su heredad. Y los apacentó conforme a la integridad de su corazón, los pastoreó con la pericia de sus manos.” (Salmos 78:67-72).

El engaño de los hijos de Efraín, con sus arcos perezosos, les condenó ante al Señor. Y así empezó la historia del reinado de David, cuyo descendente más importante, que vendría algún tiempo después, se llamaba Jesús.

© Francisco Hernández. Todos los derechos reservados.

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