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La belleza que Dios busca

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Bosquejos Bíblicos Predica de Hoy: La belleza que Dios busca

Bosquejos Bíblicos Texto Biblico: Ezequiel 27:4

Introducción

La naturaleza de la belleza

En el mundo de hoy, es frecuente que nos encontremos con innumerables situaciones que nos llevan a creer que los humanos pueden ser bastante superficiales. Somos bombardeados con anuncios todos los días, exigiéndonos una apariencia “ideal” para tener éxito y vivir una buena vida.

Bueno, eso es lo que el mundo nos dice. Sin embargo, recordemos que como hijos de Dios, Su perspectiva de nosotros es mucho más significativa que lo que dicta la sociedad.

A menudo se dice que la belleza es subjetiva. Sin embargo, lo que realmente nos debe preocupar no es nuestra apariencia física, sino las cualidades que cultivamos en nuestro corazón y espíritu. Esto es lo que genuinamente nos hace agraciados a los ojos del Señor. De hecho, Su opinión y juicio son las únicas cosas que deberían tener la mayor importancia para nosotros.

Superficialidad de la belleza

Como mencioné anteriormente, la apariencia es algo superficial, algo que solo los ojos humanos ven y juzgan en consecuencia. Esto es algo que la Biblia describe como vanidad (Proverbios 31:30) ya que tener un hermoso exterior no nos beneficia mucho si nuestro corazón permanece manchado por el pecado.

Ahora bien, esto no quiere decir que debamos descartar la salud y la higiene personal. Después de todo, somos templo del Espíritu Santo (1 Corintios 6:19), por lo que debemos cuidar nuestro cuerpo en consecuencia.

Sin embargo, la superficialidad ocurre cuando las personas priorizan su apariencia física sobre su yo espiritual. Y es cuando sucede este cambio que empezamos a distanciarnos de Dios porque valoramos las opiniones de la sociedad sobre las de nuestro Señor.

Jesús amonestó severamente a los fariseos cuando habló de “tumbas blanqueadas” (Mateo 23:27). Con esta expresión, enfatizó su enfoque en los adornos externos sabiendo que no había nada agradable dentro de ellos, como las lápidas en un cementerio.

Lamentablemente, esto todavía sucede con frecuencia ya que las personas solo se preocupan por cómo aparecen ante los demás, pero nunca se detienen a considerar “¿cómo me presento ante Dios?”

Todo es transitorio

En verdad, hay individuos que, preocupados por su apariencia ante los demás, descuidan su propia salud, que debería ser igual o más importante. Hay quienes se vuelven ansiosos tratando de mantenerse al día con las tendencias y las expectativas de la sociedad. Como resultado, muchas personas comienzan a sufrir trastornos de ansiedad y otras dolencias inexplicables, enraizadas en las presiones innecesarias que enfrentan.

El Señor nos enseña en Su Palabra a no preocuparnos por cosas que están fuera de nuestro control o que están bajo el control de Dios (Mateo 6:25). No olvidemos que la belleza física es fugaz. No lo tendremos para siempre y por lo tanto, es efímero. Lo único que permanece eternamente es la Palabra de Dios. La Biblia ha sido un libro atemporal que trasciende generaciones desde la época de Jesús hasta el día de hoy.

De hecho, nuestra fuerza puede agotarse; podemos envejecer y cumplir nuestro propósito en la Tierra. Sin embargo, la Biblia nos recuerda que nuestro interior, nuestro espíritu, se fortalece en Cristo Jesús (2 Corintios 4:16). Esta debe ser nuestra principal preocupación: nutrir nuestro espíritu con la Palabra del Señor.

La belleza que Dios busca

Lo que verdaderamente le importa al Señor es nuestro corazón. Lo que cultivamos determina lo que cosechamos en cada una de nuestras vidas. A Dios no le importa cómo vestimos, nuestro tono de piel, nacionalidad o cualquier otro aspecto superficial.

De hecho, animó a sus ministros a no confiar en su vista humana sino a seguir sus mandamientos. Esto quedó demostrado en el caso de David cuando Samuel fue a ungirlo a su casa (1 Samuel 16:7).

El profeta se dejó influir por la apariencia física de los hermanos de David. Sin embargo, a Dios no le interesaba si eran altos o guapos; simplemente quería a alguien dispuesto de todo corazón a servirle y permanecer firme en medio de los desafíos.

Y así fue; el Señor conocía la espiritualidad de David y, sin importarle su apariencia ni su condición de hijo menor de la familia, lo convirtió en un gran rey que condujo a su pueblo a numerosas victorias.

Conclusión

La belleza física es algo que eventualmente se desvanecerá. Sí, es crucial cuidar nuestro cuerpo, estar bien arreglados, mantener la higiene y someternos a chequeos médicos para asegurar una buena salud.

Sin embargo, hay una diferencia entre limpieza, salud y vanidad. La Biblia nos advierte que las vanidades físicas, aquellas basadas únicamente en las apariencias, no durarán para siempre.

Las personas que gastan su energía en las tendencias de la moda en constante cambio pueden volverse dependientes y obsesionadas con ellas.

Somos hijos de Dios; no necesitamos la aprobación de los demás para sentirnos bien con nosotros mismos y encontrar la felicidad. De hecho, la opinión de nuestro Padre Celestial debe importarnos más.

Después de todo, somos Su creación y le pertenecemos. Esa debería ser nuestra máxima prioridad por encima de cualquier otra cosa. Agrademos al Señor

© Juan C. Planteiro. Todos los derechos reservados.

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