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La ley de la casa

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Bosquejos Bíblicos Predica de Hoy: La ley de la casa: Un llamado a la santidad

Bosquejos Bíblicos Lectura Bíblica: Ezequiel 43:12

Introducción:

Hoy vamos a explorar un versículo poderoso de la Biblia, Ezequiel 43:12, que dice: “Esta es la ley de la casa: Sobre la cumbre del monte, el recinto entero, todo en derredor, será santísimo. He aquí que esta es la ley de la casa.” Este versículo nos habla de la santidad de la casa de Dios y nos llama a vivir vidas santas. Pero, ¿qué significa realmente vivir una vida santa? ¿Cómo podemos cumplir con esta “ley de la casa”?

I. La ley de la casa

A. La santidad de la casa de Dios

La santidad de la casa de Dios es un tema que se repite a lo largo de las Escrituras. En 1 Pedro 1:15-16, se nos recuerda que, como Dios es santo, también nosotros debemos ser santos en toda nuestra manera de vivir. Esta es una llamada a la pureza, a la integridad y a la rectitud en todas nuestras acciones y decisiones.

Además, en 2 Corintios 7:1, se nos insta a purificarnos de todo lo que contamina el cuerpo y el espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios. Este versículo nos recuerda que la santidad no es solo un estado de ser, sino un proceso continuo de crecimiento y transformación.

Finalmente, en Hebreos 12:14, se nos dice que debemos esforzarnos por la paz con todos, y por la santidad, sin la cual nadie verá al Señor. Este versículo nos recuerda que la santidad es esencial para nuestra relación con Dios y con los demás.

Por lo tanto, cuando hablamos de la santidad de la casa de Dios, estamos hablando de un llamado a vivir vidas que reflejen el carácter santo de Dios. Esto implica un compromiso con la integridad, la pureza y el amor en todas nuestras acciones y decisiones.

B. La ubicación de la casa

La ubicación de la casa de Dios en la cumbre del monte es simbólica de cómo debemos vivir nuestras vidas como seguidores de Cristo. En Mateo 5:14-16, Jesús nos dice que somos la luz del mundo y que una ciudad situada en la cumbre de un monte no puede ser escondida. Esto significa que nuestras vidas deben reflejar la luz y la santidad de Dios para que otros puedan ver y glorificar a nuestro Padre que está en los cielos.

Además, en Filipenses 2:15, se nos insta a ser irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin tacha en medio de una generación torcida y perversa, entre los cuales debemos resplandecer como luminares en el mundo. Este versículo nos recuerda que, a pesar de las dificultades y tentaciones que podemos enfrentar en el mundo, estamos llamados a vivir vidas que reflejen la santidad y la bondad de Dios.

Finalmente, en 1 Pedro 2:12, se nos dice que debemos mantener una conducta honrada entre los gentiles, para que en lo que murmuran de nosotros como de malhechores, al considerar nuestras buenas obras, glorifiquen a Dios en el día de la visitación. Este versículo nos recuerda que nuestras acciones y nuestro comportamiento pueden tener un impacto poderoso en cómo otros ven a Dios.

Por lo tanto, al igual que la casa de Dios está en la cumbre del monte, visible para todos, también nosotros debemos vivir nuestras vidas de una manera que refleje la santidad y el amor de Dios para que otros puedan verlo en nosotros.

II. La santidad en nuestras vidas

A. Llamados a la santidad

Al igual que la casa de Dios es santa, también estamos llamados a ser santos en todas nuestras acciones (1 Tesalonicenses 4:7). Esto significa vivir de una manera que honre a Dios y refleje su amor y bondad.

Pablo nos insta a “vestirnos” del Señor Jesucristo. Esto significa que debemos buscar reflejar el carácter de Cristo en nuestras vidas, viviendo de una manera que refleje su amor, gracia y verdad. Como dice en Gálatas 3:27, “porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos.

Sin embargo, ¿qué significa realmente “vestirse” de Cristo? En Efesios 4:24, se nos dice que debemos “vestirnos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad.” Esto implica un cambio radical en nuestra forma de vivir y pensar. No se trata solo de evitar el pecado, sino de buscar activamente vivir de una manera que refleje el carácter de Cristo.

Además, en Colosenses 3:12-14, se nos da una descripción más detallada de lo que significa “vestirse” de Cristo: “Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia; soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros, si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros. Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto.

Por lo tanto, “vestirse” de Cristo implica adoptar las cualidades de Cristo: misericordia, bondad, humildad, paciencia y, sobre todo, amor. Al hacerlo, podemos reflejar el carácter de Cristo en nuestras vidas y ser una luz para el mundo.

B. La santidad en acción

La santidad no es solo acerca de evitar el pecado, sino también de buscar activamente hacer lo que es bueno y justo. Esto puede incluir cosas como amar a nuestros prójimos, ayudar a los necesitados y buscar la justicia. Como dice en Gálatas 5:22-23, el fruto del Espíritu incluye amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza. Estas son las cualidades que debemos esforzarnos por cultivar en nuestras vidas.

Además, en Santiago 1:27 se nos recuerda que la religión pura y sin mancha delante de Dios el Padre es esta: visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo. Esto nos muestra que la santidad también implica cuidar a los necesitados y mantenernos puros de las influencias corruptas del mundo.

Por último, en Miqueas 6:8 se nos dice qué es lo que Dios requiere de nosotros: practicar la justicia, amar la misericordia y caminar humildemente con nuestro Dios. Estos son los principios que deben guiar nuestras acciones si queremos vivir vidas santas que honren a Dios.

Por lo tanto, la santidad no es solo una cuestión de evitar el pecado, sino también de vivir de una manera que refleje el amor y la justicia de Dios. Esto implica tanto evitar lo que es malo como buscar activamente hacer lo que es bueno.

Aplicación

Entonces, ¿cómo podemos aplicar esta “ley de la casa” a nuestras vidas? Primero, debemos recordar siempre que Dios es santo y tratar de reflejar esa santidad en nuestras propias vidas.

Esto puede significar tomar decisiones difíciles para evitar el pecado y buscar activamente hacer lo que es bueno. En segundo lugar, debemos recordar que, al igual que la casa de Dios está en un lugar visible, nuestras vidas también son visibles para los demás. Debemos vivir de una manera que refleje el amor y la bondad de Dios para que otros puedan verlo en nosotros.

Conclusión

Ezequiel nos recuerda la santidad de la casa de Dios y nos llama a vivir vidas santas. Aunque esto puede ser un desafío, también es una oportunidad para reflejar el amor y la bondad de Dios en el mundo. Recordemos siempre esta “ley de la casa” y esforcémonos por vivir vidas que honren a Dios.

Ezequiel nos recuerda la santidad de la casa de Dios y nos llama a vivir vidas santas. Aunque esto puede ser un desafío, también es una oportunidad para reflejar el amor y la bondad de Dios en el mundo. Recordemos siempre esta “ley de la casa” y esforcémonos por vivir vidas que honren a Dios.

© José M. Vallín. Todos los derechos reservados.

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6 comentarios en «La ley de la casa»

  1. Hermosa predica en donde nos enseña a vivir en santidad de acuerdo a los designios de Dios, una forma de ir asimilando y nuestra actitud, en todos los espacios en donde nos movemos, amen de nuestros pensamientos y hábitos además de nuestros interrelaciones.

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