Discipulado Nº 3 – No seamos creyentes superficiales; sino creyentes fructíferos

II. REPRESENTA AL CREYENTE RELIGIOSO

La semilla sembrada en lugares pedregosos encuentra poca profundidad de tierra. La planta brota rápidamente, pero la raíz no puede penetrar en la roca para encontrar el alimento que sostenga su crecimiento, y pronto muere.

Muchos que profesan ser religiosos son oidores pedregosos. Así como la roca yace bajo la capa de tierra, el egoísmo del corazón natural yace debajo del terreno de sus buenos deseos y aspiraciones. Debajo de ellos hay egoísmo, no creen que hayan pecado por lo que no sienten culpa por sus pecados. Esta clase puede ser fácilmente convencida, y parecen ser conversos inteligentes, pero tienen sólo una religión superficial.

Santiago 1:21. “Por lo cual, desechando toda inmundicia y abundancia de malicia, recibid con mansedumbre la palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas”.

No se retractan porque hayan recibido la palabra inmediatamente ni porque se regocijen en ella. Tan pronto como Mateo oyó el llamamiento del Salvador, se levantó de inmediato, dejó todo y lo siguió. Tan pronto como la palabra divina viene a nuestros corazones, Dios desea que la recibamos, y es lo correcto aceptarla con gozo. Hay “gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente”. Y hay gozo en el alma que cree en Cristo.

Pero aquellos de los cuales la parábola dice que reciben la palabra inmediatamente, no calculan el costo. No consideran lo que la palabra de Dios requiere de ellos. No examinan todos sus hábitos de vida a la luz de la palabra, ni se entregan por completo a su dominio.

Las raíces de la planta penetran profundamente en el suelo, y ocultas de la vista nutren la vida del vegetal. Tal debe ocurrir con el cristiano: es por la unión invisible del alma con Cristo, mediante la fe, como la vida espiritual se alimenta. Pero los oyentes pedregosos dependen de sí mismos y no de Cristo. Confían en sus buenas obras y buenos impulsos, y se sienten fuertes en su propia justicia. No son fuertes en el Señor y en la potencia de su fortaleza, Tal persona “no tiene raíz en sí”, porque no está relacionada con Cristo.

En la semilla que cayó en pedregales, está reflejado el creyente cuyo corazón por diferentes razones no es tierra fértil. La tierra endurecida, que no es ablandada periódicamente por la lluvia, con el paso del tiempo finalmente termina por convertirse en piedra. Así son los creyentes de duro corazón. Los cuales no permiten que el agua viva del Espíritu les ablande. Son religiosos, mas no espirituales.

Quizá se acercaron a Dios en alguna necesidad, y cuando su súplica fue contestada se pusieron felices, pero malentendieron la verdad del reino (Hechos 14:22; 2 Timoteo 3:12) y permanecen cerca de las cosas de Dios un tiempo, hasta que vienen las necesarias pruebas (1 Pedro 1:6; 1 Pedro 4:12) y se alejan (2 Timoteo 1:15) porque no están dispuestos a sufrir por la Palabra (1 Pedro 3:14; 1 Pedro 4:13).

Cuando una semilla es lanzada y alcanza el suelo, luego nace. Por eso, la planta nueva intenta profundizar sus raíces para encontrar agua. Como en el suelo pedregoso hay poca tierra, no logra profundizar porque encuentra muchas piedras. Por esa razón, sus raíces no son profundas y no halla la humedad necesaria para crecer. Con nosotros puede suceder lo mismo si no buscamos el suministro en la Palabra, pues cuando surgen las dificultades y persecuciones, representadas por el sol en esta parábola, nos desanimamos y no producimos frutos.

No podemos permitir que esta condición permanezca. Debemos buscar la palabra del Señor para ser iluminados, es decir, negar nuestra vida del alma, nuestro ser natural. La vida del alma necesita ser arrancada como se sacan las piedras del suelo. Debemos arrancar aquello que impide que la palabra del reino eche raíces en nuestro corazón, como el orgullo, la autosuficiencia, la envidia, la ambición, etc. Por eso siempre enfatizamos la importancia de negar la vida del alma.

Si practicamos esto, sólo quedará la buena tierra, es decir, un corazón preparado para recibir más semillas de vida.

REPRESENTA AL CREYENTE INESTABLE

El suelo pedregal significa la gente de sentimientos inestables, cuyos buenos impulsos no son profundos, así como la capa fina de tierra que cubre la superficie de la piedra. Esta clase de gente por más que en un momento de su vida se hubiera interesado en la verdad evangélica como en algo interesante y nuevo, igual no hubiese sido capaz de sacrificar por esta verdad sus intereses personales, cambiar sus costumbres de la vida y comenzar firmemente a batallar con las tendencias malas. Ya en las primeras pruebas estas personas se desaniman y caen en la tentación.

Si analizamos el simbolismo de esta semilla que cayó en pedregales concluimos que DISCIPULADO Nº 3. 2019. Dios quiere que entendamos lo que significa el Reino de los cielos y ÉL enseñó a sus discípulos como era su reino a través de parábolas y quiere también enseñarnos a nosotros de una manera sencilla, entendible.

© Moreiba Cabrera. Todos los derechos reservados.

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