Epístola a los Hebreos – Parte I

Epístola a los Hebreos (vers. 4)

Finalmente el escritor nos lleva a este texto: “Hecho tanto superior a los ángeles, cuanto heredó más excelente nombre que ellos.

Cuando Dios quiso comparar la obra y la grandeza de su Hijo, escogió a una de sus más inigualables criaturas, como lo son los ángeles.

El autor de Hebreos nos hace ver que en la mente de muchos judíos, había una especie de culto supersticioso e idolátrico hacia los ángeles; y la razón que daban de eso, era que por medio de ellos se había dado la ley además de otras cosas más, a través de las cuales Dios había manifestado su voluntad.

Tal era el culto a ellos que los consideraban una especie de mediadores entre Dios y los hombres, como lo serían hoy en día las vírgenes y los santos. Muchos judíos adoraban a los ángeles como si fueran Dios mismo. Semejante desvío hizo necesario que el autor del libro, destacara la supremacía de Cristo como Mesías por encima de los ángeles.

Este reconocimiento puso a Cristo, no solo por encima de ellos, sino como el creador de ellos mismos. Por supuesto que la obra de Cristo lo llevaría a tener mucho más excelente nombre que ellos, aunque entre ellos había los llamados arcángeles.

Mis amados hermanos, frente a semejante doctrina acerca de la Cristología en la cumbre de la revelación divina, no nos queda sino postrarnos delante de Él, y al ver la grandeza de su obra a través de la creación, la salvación y la sustentación, simplemente le reconocemos como el Eterno Salvador, y ahora también, el eterno mediador entre Dios y los nombres. ¡Bendito sea nuestro Salvador por siempre y para siempre! Amén.

Epístola a los Hebreos (vers. 5)

El Hijo, Superior a los Ángeles

Así nos sigue hablando el autor de Hebreos, cuando está resaltando la obra superior de Cristo sobre la de los ángeles.

“Porque ¿a cuál de los ángeles dijo Dios jamás: Mi Hijo eres tú, Yo te he engendrado hoy,  y otra vez: Yo seré a él Padre, Y él me será a mí hijo?”

Pues a ninguno, es la primera respuesta que daremos a la pregunta formulada. Ciertamente hubo un ángel que quiso ser como Dios, o estar en el lugar de Dios como si fuera su hijo, pero fue expulsado del cielo. La singularidad del Hijo por sus atributos está por encima de cualquier comparación con los ángeles. Es evidente que hubo un gran desarrollo de la angelología en la historia judía, comprobada por los descubrimientos que se hicieron con los Rollos del Mar Muerto.

Mis amados, es claro la importancia del ministerio de los ángeles en las Escrituras, pues ellos se describen como ministros del Señor para hacer su voluntad. Pero de allí, a que alguno de ellos sea llamado Hijo de Dios, no es posible. ¡Solo uno posee ese título, y es nuestro muy amado Salvador!

El autor sigue trayendo a la memoria las Escrituras antiguas, para hacer ver por qué Cristo es superior a los ángeles, al decirnos: “Y otra vez, cuando introduce al Primogénito en el mundo, dice: Adórenle todos los ángeles de Dios.” (vers. 6)

El término: “Primogénito”, es una nominación de rango, privilegio y dignidad. Por las referencias que tenemos de la cultura hebrea, se nos dice que el primogénito tenía un privilegio sobre los demás miembros de la familia (Génesis 27:1–4, 35–46). En cuanto al trato, simplemente era en forma especial (Génesis 43:33), lo respetaban (Génesis 37:22), y le daban una doble porción de la herencia (Deuteronomio 21:17).

Sin embargo, debemos hacer notar que cuando hablamos de Cristo como primogénito, no es una referencia a Él como si tuviera un punto de partida en el tiempo, por cuanto Él es eterno, y en todo caso, el significado sería que Cristo mantiene una posición de privilegio (cp. Deuteronomio 21:15–17; Colosenses 1:18).

Nuestro amado Cristo posee un rango superior, por ser primogénito sobre todos los demás en la tierra (Salmo 89:27). De modo pues que el llamado es, para que los ángeles le adoren y lo reconozcan dentro de esta categoría.

¿Se ha dado cuenta que las veces que los hombres han querido darles adoración a los ángeles, ellos mismos se lo han impedido? Pero la vez que apareció el Ángel de Jehová a Josué antes que este entrara en batalla, cuando Josué le vio, se postró y le adoró, y no se le prohibió. ¡La razón es, porque aquel ángel era el mismo Cristo! Esto equivale a lo que se conoce como una cristofanía o teofanía, una manifestación visible del Cristo preencarnado.

Mis amados hermanos, en los cielos hay una continua alabanza, quizás compuesta por innumerables coros integrados por ángeles que adoran sin cesar. Recordemos que la Biblia nos dice que nosotros seremos como los ángeles y por lo tanto, seremos parte de aquella adoración universal. ¡Bendito sea nuestro Cristo!

El autor sigue con su tema respecto a los ángeles, para dejar claro en el lector la diferencia entre ellos y Cristo.

1 comentario en «Epístola a los Hebreos – Parte I»

Deja un comentario