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Las reuniones debajo del Encino

Devocionales Cristianos

Obdulio y Manuel se reunían debajo de aquel encino cada tarde y se les podía escuchar sus tertulias, las cuales eran entretenidas pero sin sentido y burlescas.

Cierto día Doña Juana pasaba por allí, y mientras ellos hablaban de política, fútbol entre otras cosas, ella se paró frente a ellos y les saludó.

Buenas tardes Manuelito y Obdulio, tengo mucho tiempo de pasar por aquí y siempre tengo el gusto de poder verles y que bien verles saludables y sonrientes.

En eso Manuel le interrumpió:

¿Sonrientes? ¿Con esa crisis que tenemos? No Doña Juana, si este País va de mal en peor, mire los que nos gobiernan, si ya no se aguanta esto.

Ella frunció el ceño y preguntó: ¿y qué es lo que tanto hablan ustedes aquí? ¿Que están haciendo de productivo que cambie la manera de pensar de esa gente que está allá arriba? Miren hablando y hablando, y criticando y criticando, no se componen las cosas, mi madre siempre me decía: entre más hables mal de una persona, mejor le va a esa persona, y entonces qué hacer le preguntaba a mi madre y ella decía: pues arrodíllese a orar por ellos, para que el dios mamon no se los almuerce, porque si se los almuerza a ellos, se almuerza a la gente.

Obdulio le interrumpió: ¿orar?, no hombre, si ni las oraciones hacen nada por esa gente… En ese momento ella levantó su mano y expresó: Momento mijo, usted como que nunca ha necesitado orar ¿verdad?

Mire, la lengua a veces ni para orar nos sirve, pues lo que la lengua quiere es hablar siempre en mal del otro, haga un ejercicio y les ayudará a ustedes, a partir de hoy solo hablen en bien de la gente y verán que diferencia sentirán en sus corazones.

Todos, todos, hasta el más malo tienen cosas buenas, y si no me creen vayan a preguntarle a Raulito que está detrás de los barrotes que hasta educación les dio a todos los niños de la cuadra con el dinero mal habido que tenía, y miren sino era algo bueno de ese muchacho malandrín ¡así que no me vengan con cuentos!, y la palabra del Señor dice que de la abundancia del corazón habla la boca (Mateo 12:34).

Si todos estos años que ustedes han estado aquí parados, hubiera sido para orar y hablar en bien de los demás, creo que no serían ustedes los que estarían parados en este mismo lugar, pues el hablantin se estaciona y el que ora de rodillas se eleva.

Bueno, yo me tengo que ir, pues debo ir a traer el maíz para mañana en la madrugada hacer los tamales de esta navidad, pues yo en mi corazón celebro que Jesús vino para darnos esperanza, y quiero compartir mis tamales con los que menos tienen, si ustedes quieren ayudarme a repartir tamales están invitados. Feliz navidad muchachos vayan a predicar de Jesús en estas fechas, y verán que cambiarán las vidas de otras personas.

Ellos al unísono respondieron: que le vaya bien Doña Juanita.

Ella se alejó de aquel encino y ellos se comenzaron a carcajear y siguieron en sus mismas tertulias debajo de aquel gran encino.

Los consejos de Doña Juana poco se escuchan, porque son la minoría los que hacen eso, y la mayoría solo daña a otros, demostrando así que ese segundo mandamiento que dice “…Amaras a tu prójimo como a ti mismo…” (Mateo 22:36-40) es violado día a día.

El que no cumple estos mandatos, sencillamente no tiene el amor de Dios, y actúa en esa dirección, “…Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso;…” Jeremías 17:9

¿Y tu? ¿Quieres unirte a la tertulias de Obdulio y Manuel por años y años?

Recuerda, si hablas mal de otros solo le estas ayudando a seguir escalando, y tu te quedarás debajo de aquel encino y no prosperaras.

© Mauricio Loredo. Todos los derechos reservados.

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