Invasión Inminente

Como cabezas de familias tenemos que hacer tal como hizo Josafat, reunir a nuestros hijos, hijas esposos o esposas y unirnos en oración. Muchos pensaran que esto no es nada fácil, ya que muchos tenemos diferentes labores y horarios opuestos a nuestras familias, que muchos tenemos agendas complicadas y llenas. Pero estoy seguro que el pueblo de Judá también tenía agendas complicadas, tenía labores diarias, tenía responsabilidades que cumplir. Pero nada de esto los detuvo, ellos se unieron en ayuno y oración. Ellos se dieron cuenta que solo Dios los podía salvar de esta situación que ahora enfrentaban (2 Crónicas 20:12). Nosotros tenemos que seguir este ejemplo, tenemos que darnos cuenta que las malas situaciones que se presentan en nuestros hogares no son nada mas que una invasión del enemigo que quiere destruir la paz que Dios nos ha dado (Juan 14:27; Juan 16:33). Tenemos que darnos cuenta que por mucho que hagamos y planeemos, si no le pedimos a Dios que nos entregue la victoria, pues el enemigo persistirá, y en algunos casos triunfara. ¿Qué sucedió en el caso de Josafat?

2 Crónicas 20:14-19 – Y estaba allí Jahaziel hijo de Zacarías, hijo de Benaía, hijo de Jeiel, hijo de Matanías, levita de los hijos de Asaf, sobre el cual vino el Espíritu de Jehová en medio de la reunión; 15 y dijo: Oíd, Judá todo, y vosotros moradores de Jerusalén, y tú, rey Josafat. Jehová os dice así: No temáis ni os amedrentéis delante de esta multitud tan grande, porque no es vuestra la guerra, sino de Dios. 16 Mañana descenderéis contra ellos; he aquí que ellos subirán por la cuesta de Sis, y los hallaréis junto al arroyo, antes del desierto de Jeruel. 17 No habrá para qué peleéis vosotros en este caso; paraos, estad quietos, y ved la salvación de Jehová con vosotros. Oh Judá y Jerusalén, no temáis ni desmayéis; salid mañana contra ellos, porque Jehová estará con vosotros. 18 Entonces Josafat se inclinó rostro a tierra, y asimismo todo Judá y los moradores de Jerusalén se postraron delante de Jehová, y adoraron a Jehová. 19 Y se levantaron los levitas de los hijos de Coat y de los hijos de Coré, para alabar a Jehová el Dios de Israel con fuerte y alta voz.

Ellos recibieron una respuesta inmediata, Dios no les dejo partir de ese lugar preocupados o angustiados, ellos recibieron la seguridad de que saldrían victoriosos. Dios les animo a confiar cuando les dijo por medio del profeta “porque no es vuestra la guerra, sino de Dios.” En ese momento Dios les quito toda preocupación, Dios les libero de toda angustia. Dios quiere hacer lo mismo con nosotros. Pero tenemos que confiar en Él, tenemos que unirnos en oración, tenemos que reprender las fuerzas del enemigo que tratan de destruir lo que Dios nos ha dado. Cuando nos unimos en oración, cuando llegamos ante su presencia humillados reconociendo que solo Él nos puede ayudar, Él responderá nuestras oraciones. Él nos quitara esa carga, preocupación o tormento. Él peleara esa batalla cual nosotros sabemos que no podemos ganar solos, Él nos dirá “porque no es vuestra la guerra, sino de Dios.” Pero para poder obtener esta respuesta, primero tenemos que confiar en Él, tenemos que orar y alabar Su santo nombre. Tenemos que escucharle en todo momento y estar dispuestos a descansar en Él (Mateo 11:28-29). Josafat y el pueblo de Judá confió y descanso en Dios, y por eso Dios le entrego una victoria total (2 Crónicas 20:30). Josafat tenia 1,600,000 hombres a su disposición, tenia un ejercito grande y poderoso, pero su primera preocupación no fue la de reunir al ejercito. Su primera preocupación fue la le acudir a Dios. Josafat no se preocupo de cómo debían ellos estar equipados o de que todos estuviesen bien armados para la batalla; Josafat les animo a creer en Jehová su Dios (2 Crónicas 20:20). Asta ahora hemos analizado la oración, pero entonces ¿qué de la segunda arma? ¿Qué de la alabanza? Sé que quizás algunos hayan pensando que se me olvido mencionar la segunda arma, pero no fue así. Prestemos mucha atención a lo próximo que aconteció.

2 Crónicas 20:21-24 – Y habido consejo con el pueblo, puso a algunos que cantasen y alabasen a Jehová, vestidos de ornamentos sagrados, mientras salía la gente armada, y que dijesen: Glorificad a Jehová, porque su misericordia es para siempre. 22 Y cuando comenzaron a entonar cantos de alabanza, Jehová puso contra los hijos de Amón, de Moab y del monte de Seir, las emboscadas de ellos mismos que venían contra Judá, y se mataron los unos a los otros. 23 Porque los hijos de Amón y Moab se levantaron contra los del monte de Seir para matarlos y destruirlos; y cuando hubieron acabado con los del monte de Seir, cada cual ayudó a la destrucción de su compañero. 24 Y luego que vino Judá a la torre del desierto, miraron hacia la multitud, y he aquí yacían ellos en tierra muertos, pues ninguno había escapado.

¿Se han dado cuenta de lo que sucedió aquí? La alabanza saldría en vanguardia (Salmos 95:1-2; Salmos 96:1-2; Salmos 150), Josafat no mando a los soldados mas armados al frente, el mando a los cantores que cantasen alabanza a Dios. No fue la caballería quien dirigió la carga al combate, fueron los cantores con alabanza a Dios. Con esta extraña táctica de combate lo que Josafat estaba declarando es que él estaba completamente confiado en la Palabra de Dios. Fíjense bien lo que les voy a decir, la oración de Josafat llego a los oídos de Dios, la oración de Josafat comenzó el proceso, pero fue a través de la alabanza que Dios les libero. El enemigo aun siendo innumerable, cayo derrotado, no a filo de espada de hombre o de ángel, ni con tempestad de fuego y granizo, sino por la intervención de Dios. Tan pronto el pueblo de Judá comenzó su obra de alabanzas, Dios comenzó su obra de liberación. Ellos no tuvieron que hacer nada, Dios lo hizo todo por ellos. La Palabra nos dice “ellos mismos que venían contra Judá, y se mataron los unos a los otros.”

Para concluir. Cuando el enemigo avanzo en Judá, Dios hablo por medio de Jahaziel. Dios le dijo a ese pueblo que no temiese, que no se preocuparan porque la batalla se era de Él. Quizás nosotros no estemos luchando contra un ejercito, pero todos los días luchamos con la tentación, la presión y huestes espirituales de maldad (Efesios 6:12) que quieren que nos rebelemos contra Dios. Debemos recordar que como creyentes, tenemos el Espíritu de Dios en nosotros. Si pedimos la ayuda de Dios cuando nos enfrentamos a lucha Dios peleara por nosotros, y ¡Dios siempre triunfa! ¿Cómo podemos dejar que Dios pelee por nosotros? Lo hacemos al darnos cuenta que la lucha no es nuestra sino de Dios; lo hacemos cuando reconocemos las limitaciones humanas y al permitir que la fortaleza trabaje a través de nuestros temores y debilidades; lo hacemos al asegurarnos que buscamos los intereses de Dios y no nuestros deseos egoístas; lo hacemos al pedir la ayuda de Dios en nuestras batallas diarias. La oración de Josafat tenia cinco ingredientes esenciales.

1. Le entrego la situación a Dios
2. Busco el favor de Dios
3. Reconoció la soberanía de Dios
4. Alaba la gloria de Dios
5. Profeso una dependencia completa de Dios

Sigamos el ejemplo de Josafat para que en momentos difíciles también escuchemos “porque no es vuestra la guerra, sino de Dios.”

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