Cómo adorar correctamente a Dios

Esto era un distintivo del pueblo de Israel: mientras las demás naciones suponían que era necesaria una imagen visible de su dios para poder adorarlo, Israel debía eliminar cualquier descripción visual de Dios. En lugar de ello, la adoración que Israel debía darle a Dios tenía que ser basada, enfocada en la palabra.

La forma de adorar que Dios escogió para su pueblo consistía en relatar verbalmente las obras de Dios en la creación y en el éxodo de Egipto, en cantar salmos y en escuchar la ley de Dios. Pero de ninguna manera y por ningún lado se debería ver el rostro, la apariencia o la semejanza de Jehová. El segundo mandamiento lo decía en términos muy claros.

ADORAR CORRECTAMENTE A DIOS – CÓMO ENTENDER EL SEGUNDO MANDAMIENTO

El segundo mandamiento dice directamente: 20:4-6… Cuando vemos el segundo mandamiento a la luz del primero, vemos que no solamente se nos dice que no adoremos ídolos, sino que también debemos evitar todo aquello que estorbe o dificulte nuestra adoración del verdadero Dios.

El texto nos manda que evitemos una representación gráfica de Dios. A simple vista, parece que Dios está haciendo una tormenta en un vaso de agua. Pero no es así. Consideremos dos razones de esta prohibición.

La primera es que las imágenes enseñan mentiras. Habacuc 2.18; Romanos 1:25. Si uno quiere conocer, amar, servir y adorar al verdadero Creador del universo, entonces sólo hay una manera segura de no equivocarse: ir a las Escrituras para encontrar la revelación que él ha hecho de sí mismo.

Es por eso que cada imagen o representación de Dios es una mentira acerca de Él, porque enseña mentiras acerca de Él. El problema principal  más grave relacionado con la mentira es que las imágenes son una deshonra a Dios porque son pervierten su gloria.

La razón central de la prohibición de las imágenes para representar a Dios es que inevitablemente ocultan toda la verdad, la santidad y la perfección de la belleza de aquel a quien representan.

Dios es tan grandioso, tan majestuoso, tan brillante, tan puro, tan fascinante que tan pronto se intenta dibujar algún trazo de su rostro divino o de su presencia, corremos el riesgo seguro de pasar por alto una multitud de aspectos de Dios que queramos comunicar.

Es por eso que cualquier imagen de Dios lo presenta a Él incompleto, y de esta manera hace que la imagen sea también incorrecta y falsa. Entonces las imágenes mienten porque limitan a Dios quitándole sus atributos; mienten porque distorsionan su carácter pues lo deforman; y en tercer lugar mienten porque oscurecen la verdad de Dios.

Ocultan al verdadero Dios en lugar de revelarlo.

Mienten porque -peor aún- lo encapsulan en un pedazo de yeso y dan la idea de que puede ser controlado, manipulado y manejado por los hombres. Recordemos que Satanás es el padre de la mentira que quiere que la gente piense en Dios que sea fácil y cómodo de manejar y de creer en él.

Una segunda razón es que las imágenes de Dios violan su trascendencia. Decir que Dios es trascendente es decir que Dios está mucho más allá de nosotros; más allá de nuestra comprensión. Es decir que su presencia rebasa infinitamente nuestra presencia.

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