Caminando en su propósito

De niños tomamos decisiones a la ligera, sin pensarlo, a través de nuestra crianza podemos adquirir carácter o temor para afrontar lo que se presente día a día. Pero, cuando llegamos a cierta edad o cuando adquirimos ciertas experiencias empezamos a pensar mas antes de avanzar. Esto es parte de la madurez.

Ser maduro, sabio y consciente de lo que se hará antes de hacerlo no esta mal. El problema se origina al momento de dar grandes pasos. Me refiero a esos mandamientos de Dios que requieren un cambio radical a nuestras vidas. Ya sea ir a predicar por las naciones siendo una persona de bajos recursos o tener una responsabilidad y compromiso en la iglesia siendo un ocupado empresario.

Estos ejemplos son hipotéticos, lo que represente un reto para cada persona puede convertirse en un misterio para muchos. Solo Dios puede escudriñar lo profundo de nuestro ser y tomar las medidas apropiadas para que enfrentemos ese temor a dar un paso importante. Ese temor se genera por los fracasos vividos y el temor sembrado por personas que han fallado en sus intentos de éxito.

Dios no cambia ni te abandona, aunque nosotros fallemos

Nosotros que reconocimos al Señor como nuestro único y suficiente salvador tenemos una confianza especial hacia Él. Lamentablemente solo usamos dicha creencia cuando estamos en apuros o tenemos miedo, utilizando al Padre como amuleto de buena suerte.

Generalmente nosotros creemos que las cosas simples pueden ser resueltas por nuestras manos y lo mas complicado se lo entregamos a Dios. Pero, no es así como funciona. El Señor debe ser nuestro guía en todo momento. Aun sabiendo quien nos acompaña, tenemos como tendencia el desconfiar de Cristo. Por ello en muchas ocasiones tomamos el control y se lo quitamos a Él.

Ya sea por apresurados o porque nos guste tener el control, debemos entender que Dios no es humano, no es como nosotros, no miente, no falla. Su silencio no representa Su ausencia. Es primordial comprender que nos debemos a Él, es vital que lo aceptemos como concejero, proveedor, amigo, padre y Dios.

El propósito de Dios – Dios te promete, pero es tu responsabilidad enfocarte

En la biblia podemos encontrar 3565 promesas de parte del Señor para sus hijos, todas están allí, a nuestro alcance. Sin embargo, para ser bendecidos por ellas debemos creer en quien las entrega y enfocarnos en permanecer aptos para su beneficio. Antes de ver cumplidas las promesas de Dios en nosotros debemos cumplir con sus mandatos. Esto demanda una entrega de todo corazón por nuestra parte.

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