La cremación – Estudio Biblico

José, muerto en el exilio, lejos de su tierra dio mandamiento acerca de sus huesos para ser transportado a la tierra prometida, dando importancia al hecho de esperar las promesas de Dios y es alabado por esa fe en el libro de Hebreos. (Génesis 50:15-26; Hebreos 11:22).

Job, a pesar de estar corrompiéndose en vida, creyó que podría ver a Dios en su propia carne aún después de muerto Job.19:25-27) y Daniel recibió promesa de que descansaría y después, al final de los tiempos se levantaría de nuevo para recibir su herencia. ¿Y qué diríamos del Señor Jesucristo, el cual había de recibir una sepultura indigna pero fue con los ricos su sepulcro, tratado con esmero y respeto reverente?(Isaías 53:9; Juan19:31-42).

En la Biblia, el fuego es símbolo de destrucción completa y sin remedio. La condenación merecida por el pecado. En el sacrificio, el animal ofrecido se le consideraba como sobrellevando los pecados de la persona y bajo condenación, por consiguiente era consumido sobre el altar.

La muestra de la desaprobación divina era ilustrada por una palabra: ANATEMA, que significa literalmente: Condenado al Fuego y el lugar que prefiguraba la condenación eterna era ese valle en donde se quemaban los desperdicios y cuyo fuego era siempre mantenido vivo. El valle de la Gehenna.

La fe bíblica es una fe que da valor al espíritu, pero también al cuerpo. El cuerpo es en realidad una parte del hombre tan eterna como puede ser su espíritu, y la resurrección del cuerpo es una parte indispensable de su salvación . La victoria de nuestro Señor Jesucristo no estará completa hasta que los muertos sean resucitados sin corrupción. (Salmo 110:1; 1 Corintios 15:25-26).

Tanto la perspectiva del pueblo judío como la del cristianismo posterior, fue conservando la práctica de la sepultación, mostrando con ella que se tenía una fe cierta en la resurrección de los que “durmieron en Cristo” (1 Tesalonicenses 4:13-15). De aquí que la palabra para designar el lugar de entierro, cambió con el Cristianismo de “Necrópolis” (Ciudad de los muertos) a Cementerio (Dormitorio)

Tanto judíos como musulmanes, en extremo respetuosos con el cuerpo creen que “La sepultura en la tierra, devolver nuestros cuerpos físicos a la tierra de la cual vinimos, implica dejar que la Naturaleza tome su curso, y existe una enorme profundidad en esto -tanto psicológicamente (en términos de aceptar la muerte) como espiritualmente (en términos de colocar la muerte dentro de su lugar natural en el esquema cósmico de las cosas). Y la tradición judía mantiene que cualquier cosa que interfiera de forma no natural con este proceso -ya sea que lo impida (por ejemplo, al embalsamar), o que lo acelere (por ejemplo, con la cremación)- está prohibido.

El punto de vista católico no tiene la profundidad del reconocimiento del cuerpo como templo del Espíritu Santo, que nos dice la Biblia, influido fuertemente por el gnosticismo pagano, pensando que al ser abandonado por el espíritu el cuerpo nada es.

Pero asimismo reconoce que esa cremación se convierte en algo ilícito cuando es realizada como una afirmación de ateísmo, o como una forma de manifestar que no se cree en la inmortalidad del alma o en la resurrección de la carne. En estos casos, se hace ilícita por ser el modo de profesar públicamente una doctrina errónea y herética.

Vemos que tanto unos como otros hacen énfasis en el elemento de creencia escondido detrás de la práctica. El cristianismo es una fe que se expresa a través de símbolos. El bautismo es un símbolo externo que expresa una realidad interior así como también la Santa Cena.

Esto nos conecta con la expresión visible de entregar el cuerpo al polvo, colocándolo en la tierra como” la analogía entre la semilla que es sembrada y resucita en la planta” (1 Corintios 15).

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