Milagros de Jesús Parte II

a) Entregar a Dios lo que tenemos

A diferencia de Felipe, quien respondió a Jesús que no había suficiente dinero para comprar para todos, se acercó Andrés indicando al Señor que había un muchacho que tenía cinco panes y dos peces. Andrés sabía que esto no era suficiente para que esta multitud comiera, pero a diferencia de Felipe presentó una opción al Señor.

Debemos entregar a Dios nuestros talentos. Lo que tenemos, aunque sea poco, al estar en las manos de Dios puede ser usado por Él para grandes maravillas. Vemos aquí entonces que es entregado al Señor cinco panes y dos peces pequeños para alimentar a cinco mil hombres.

Por nuestra mente puede pasar que lo que tenemos es muy poco y que Dios no puede usar algo tan pequeño. Sin embargo hay muchos testimonios de cómo Dios usó a muchas personas en aquello que pensaron era su debilidad.

Podemos ver en la biblia cómo Dios usó a un hombre que no podía hablar bien a los demás para sacar a su pueblo de la esclavitud. Vemos como Dios uso a pescadores para llevar el mensaje del evangelio a todo el mundo. Dios usó a muchos grandemente, no por las capacidades que tenían, sino porque lo que tenían lo entregaron en las manos del Señor.

b) Haced recostar a la gente

Los discípulos no pudieron solucionar el inconveniente, alimentar a la multitud. Jesús entonces toma el control y manda a los discípulos que hagan algo. Jesús manda que toda la gente se recueste, en la hierba. Esto para poder organizar de mejor manera a las personas y estar preparados para el milagro que habrían de ver.

Esto significa que la gente estaba lista para empezar a comer, habían sido recostados en la hierba, estaban preparados para recibir la alimentación del Señor. Este también fue un acto de obediencia y de fe, pues sin tener que comer se prepararon para recibir lo que el Señor les daría. Ellos estaban ahí en primera instancia para recibir el alimento espiritual, pero el Señor además les dio el alimento material.

c) Habiendo dado gracias

Debemos ser agradecidos con Dios por todo lo que nos da. Muchas veces tenemos todo lo que necesitamos y olvidamos que el mismo acto de respirar y ver la luz del día es un regalo de Dios para nosotros. Debemos estar agradecidos con Dios por todo lo que nos permite vivir cada día, cada instante.

Jesús dio gracias por lo que tenía a mano, y después repartió los panes y los peces entre los discípulos para que estos los entregarán a la multitud. Pero de estos pocos elementos los discípulos entregaron a la gente cuanto querían. El poder de Dios se manifestó en esos panes y en esos peces y todas las personas se saciaron, no comieron solo un poco, sino que comieron cuanto quisieron. 

d) Recogieron lo que sobró

Jesús no quería que se perdiera nada y de todo lo que sobró recogieron doce cestas de pedazos de pan. Esto nos demuestra que Dios nos puede dar hasta que sobreabunde.

Dios no tiene ningún límite y, de lo poco puede hacer mucho, de lo débil puede hacer fortaleza, del miedo puede transformarlo en valor. Pero Dios no quiere que nada se desperdicie, lo que Dios nos da lo hace con un propósito. Si Dios nos ha dado capacidades debemos usarlas para la gloria de su nombre. 

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