Los Cuadros de Jesús – Parte II

CAPÍTULO 3 – JESÚS COMO MAESTRO DIVINO

Texto Biblico: Juan 3:1-16

Jesús fue llamado Maestro en mayúscula porque, como dijeron los guardias a los sacerdotes y fariseos, “¡Jamás hombre alguno ha hablado como este hombre!”. Desde entonces aquella declaración se ha mantenido a través de los siglos. Ningún otro hombre ha podido decir y a su vez vivir, lo que Jesús dijo.

El es el Maestro ante cuyos pies los hombres y las mujeres que le aman, como María de Betania, se postran para recibir de él la “mejor parte” de sus enseñanzas. El pasaje que tenemos para hoy es único en este libro de Juan.

Se trata de un hombre que también era un maestro; un “principal” entre los fariseos, lo cual nos hace pensar que era un hombre al mismo estilo de un Gamaliel, ante cuyos pies Saulo de Tarso se educó.

Este hombre vino a Jesús de noche, y lo primero que hace es reconocerle como lo que él era: “Rabí”, cuya traducción literal es “maestro”. Ya hemos hablado de él como el Hijo de Dios, el Hijo del Hombre y ahora hablaremos como Maestro. Sus enseñanzas no han podido ser superadas.

Los hombres de su época se admiraban de su doctrina porque les hablaba como quien tiene autoridad. Sus métodos fueron únicos. Sus palabras han sido tan poderosas que la enseñanza central de la Biblia tiene que ver con él.

El Nuevo Testamento es un registro fiel de todo lo que él dijo. Conozcamos, pues, a Jesús como Maestro. Veamos en la historia de Nicodemo esta gran revelación.

¿Quién era Nicodemo?

Era un fariseo, pero no cualquier fariseo. Era un principal entre ellos. Su nombre aparecía en la lista exclusiva de los eruditos de la Torá. Era un estudioso de la ley, hasta el punto de ser parte de los setenta hombres que componían el llamado sanedrín. Era un hombre con credenciales y con influencia.

Por cuanto la fama de Jesús ya era notoria, se decide ir a él para hacerle las preguntas de lo que ya la gente habla por doquier. Note que va a Jesús de noche. ¿Por qué lo hizo? Bueno, a lo mejor no quería que los colegas se enteraran de ese encuentro. No le juzguemos por asumir esta actitud.

Lo importante es que Jesús le recibió. Jesús aún en las noches tenía tiempo para ayudar a la gente. ¡Imagínese aquel encuentro! La gente que acompaña a Jesús no era tan notable como el grupo con quien solía reunirse Nicodemo, pero Jesús le invita a pasar y a ser parte de ellos. Ahora él sería uno de los oidores. En aquel lugar se dio una gran conversación.

Lo que Nicodemo sabía:

La investigación que había hecho le llevó a la conclusión que Cristo era un Rabí, pues “nadie podría hacer las señales que tú haces si Dios no estuviera con él” (Juan 3:2).

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