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El matrimonio con un no creyente

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Reflexiones Cristianas Reflexión de Hoy: Sobre el matrimonio con un no creyente

Ocurre y a ocurrido muchas veces, que hay entre nosotros personas que recién empiezan en el camino de Jesús, o que por cuestión de su corazón no son creyentes. Hay hombres y mujeres que divagan  sobre esto, pues una de las grandes necesidades de un cristiano es encontrar alguien con quien compartir los dones que Dios nos ha proporcionado.

No pocos son los que piensan que al ser como son  las circunstancias, estamos obligados a estar solo con creyentes. Pero al respecto, Pablo nos habla en 1 Corintios 7: 12-16 indicándonos que amar es una forma de bendecir.

Cuando un hombre y una mujer se unen en matrimonio, la mujer creyente santifica al hombre que no lo es. De  la misma manera ocurre con el hombre creyente que santifica a la mujer no creyente, pues el amor de Dios comprende el corazón de sus hijos.

En esta misma carta Pablo explica sobre los hijos, que si antes eran impuros ahora son santos. Siendo uno de los padres creyentes, los hijos serán santos por su fe. Cierto es que cada quien tiene su propio camino, pero  eso no significa que no pueda brindarle un camino hacia el amor de Dios que le bendiga durante su vida.

Sobre el miedo a no encontrar compañero de vida

Las dificultades  nos han hecho sentir que estamos como indica Salmos 107:4, “ perdidos por el desierto, por la soledad sin camino, sin hallar ciudad en donde vivir.” No hay corazón que nos alivie de esta soledad, pero está Jesús que es el gran sanador.

Si Jesús es nuestro pastor, ciertamente nada nos faltará. Entonces cuando pensamos en nuestra soledad debemos entender que nuestro paso primordial es a Dios y a la oración. Pues la oración y comunión con Dios nos lleva a la paz.

Nuestra alma es el recinto en el que crece el amor. No podemos pedir a otros lo que no tenemos dentro, tampoco podemos esperar que otros desarrollen de la nada la fe en Jesús, ni creer que  el hecho de que porque hoy no sea un creyente jamás o será.

No hagas juicios sobre las personas. Para juzgar solo Jesús que es nuestro Dios puede hacerlo a cabalidad. En cambio sí da amor a tu prójimo y concédele la bendición de tenerte, y si así que en tu ejemplo crezca en su coraźón el amor por Dios entonces tú y él serán bendecidos.

No procures el amor de manera agobiante. Cultiva primero el amor a Dios y el amor al prójimo, descubrirás que  el amor llega a los huertos donde se cuidan los frutos. Siembra en tu corazón los dones de Dios, y la persona correcta vendrá a ti en razón de amarte a ti y a tus frutos.

¿Y si todo acaba?

Dios nos dice en Corintios que si un no creyente decide separarse debe separarse, no opongas resistencia, deja libre a esa persona pues no se harán bien ninguno de los dos.

Lo elemental es que la cosas ocurran según su naturaleza.  Un hombre que ama y es amado, y ante él se presenta la palabra de Dios, descubrirá en esa palabra el fruto de su felicidad, igual ocurre con una mujer que siendo amada  y ama a su prójimo. Pero si esto no ocurre y apartas a Dios de tu unión, entonces no habrás edificado sobre el fango.

No pretendas seguir construyendo sobre un suelo que no tendrá futuro, deja libre a la persona y busca edificar sobre la palabra de Dios que todo lo soporta.

Al final, debemos mantener nuestro corazón entorno a Jesús, es en él que encontraremos paz. Y habiendo paz en nuestro corazón podremos brindar paz a nuestro prójimo, ya así podremos amar y ser amados, en comunión con Dios.

© Hilda Hernández. Todos los derechos reservados.

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