Los problemas… No los esperabas pero llegaron…

Los problemas y el crecimiento

Aunque salen al paso, tomándonos muchas veces por sorpresa, los problemas no deben impedir nuestro crecimiento personal y espiritual. Por el contrario, debemos tener claro que la vida cristiana tiene una dinámica que tiende a llevarnos nuevos niveles.

Siempre estaremos orientados al crecimiento. Al respecto el apóstol Pablo escribió a los creyentes de Filipos:

No es que ya lo haya conseguido todo, o que ya sea *perfecto. Sin embargo, sigo adelante esperando alcanzar aquello para lo cual Cristo Jesús me alcanzó a mí. Hermanos, no pienso que yo mismo lo haya logrado ya. Más bien, una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y esforzándome por alcanzar lo que está delante, sigo avanzando hacia la meta para ganar el premio que Dios ofrece mediante su llamamiento celestial en Cristo Jesús. ” (Filipenses 4:12-14. Nueva Versión Internacional).

Este pasaje es muy enriquecedor por que nos lleva a reflexionar en un hecho fundamental y es que no somos perfectos. Por el contrario, estamos creciendo siempre. La palabra meta proviene del término griego Skopòs que traduce “Una marca sobre la cual fijar la mirada.

Un blanco” Es decir, usted y yo estamos de camino hacia un lugar específico, Cristo, andar en Su voluntad y como Él, en quien debemos poner la mirada. Las dificultades no deben desviarnos de ese objetivo.

Si Dios nos sacó del pasado, donde estábamos inmersos en miles de problemas, eso no significa que podamos seguir atados al ayer. Los errores pasados no deben amarrarnos. Si ayer vencimos, tampoco podemos gloriarnos en esas victorias.

Los nuevos logros deben alcanzarse hoy, y eso es posible si nos mantenemos asidos de la mano de Jesucristo. Sólo de esta manera avanzaremos en el crecimiento de la fe cristiana, asumiendo nuevos pensamientos y actitudes conforme al Evangelio en el que estamos creciendo.

El apóstol Pablo a quien hemos aludido una y otra vez, compara la situación con una batalla y llama a los creyentes a pelear, con constancia, asidos al amado Hijo de Dios (1 Timoteo 6:12). Este batallar nos obliga a guardar el testimonio cristiano y a no desviar nuestra mirada de la vida eterna, hacia la que estamos marchando.

Perseverancia, la clave

La perseverancia es clave para vencer los problemas. El apóstol Pablo lo explicó en los siguientes términos en una carta magistral a los creyentes de Corinto:

¿No saben que en una carrera todos los corredores compiten, pero sólo uno obtiene el premio? Corran, pues, de tal modo que lo obtengan. Todos los deportistas se entrenan con mucha disciplina. Ellos lo hacen para obtener un premio que se echa a perder; nosotros, en cambio, por uno que dura para siempre. Así que yo no corro como quien no tiene meta; no lucho como quien da golpes al aire. Más bien, golpeo mi cuerpo y lo domino, no sea que, después de haber predicado a otros, yo mismo quede descalificado.” (1 Corintios 9:24-27. Nueva Versión Internacional)

Para vencer los problemas y, como lo aprendemos en el pasaje, debemos someter nuestra naturaleza carnal a Dios. Llevar a la práctica aquello que aprendimos. Perseverar. No dejar que las dificultades nos conduzcan al abismo de la desesperación. Si caemos, debemos levantarnos de nuevo.

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