Los problemas… No los esperabas pero llegaron…

Con el vivo deseo de huir

¡Cuál es la actitud de centenares de cristianos cuando llegan los problemas? Salir huyendo. Como en sus mentes tienen la idea equivocada que ser cristianos les exime de tener tropiezos, prefieren volver atrás en la vida de fe.

Tremendo error. Si queremos desarrollar el potencial de vencedores, necesariamente debemos perseverar y disponernos a permanecer firmes, aunque las olas comiencen a anegar nuestra embarcación.

En la carta a los Hebreos el autor estrado escribe: “Por eso, dejando a un lado las enseñanzas elementales acerca de *Cristo, avancemos hacia la madurez. No volvamos a poner los fundamentos, tales como el *arrepentimiento de las obras que conducen a la muerte, la fe en Dios, la instrucción sobre bautismos, la imposición de manos, la resurrección de los muertos y el juicio eterno. Así procederemos, si Dios lo permite. Es imposible que renueven su arrepentimiento aquellos que han sido una vez iluminados, que han saboreado el don celestial, que han tenido parte en el Espíritu Santo y que han experimentado la buena palabra de Dios y los poderes del mundo venidero, y después de todo esto se han apartado. Es imposible, porque así vuelven a crucificar, para su propio mal, al Hijo de Dios, y lo exponen a la vergüenza pública.”(Hebreos 6:1-8. Nueva Versión Internacional)

Jamás olvide que el crecimiento, para enfrentar entre otras cosas los problemas que enfrentamos a diario, es una meta del cristiano. No somos perfectos pero avanzamos hacia esa meta, a la estatura de Cristo. Crecer y aprender van unidos de la mano.

Los problemas y la madurez espiritual

Como lo anotamos hace unas cuantas líneas, crecemos a través de los problemas. Pero agreguemos otro elemento que es necesario considerar. Las dificultades nos llevan a desarrollar la madurez espiritual.

Consideremos el siguiente pasaje bíblico: “Sobre este tema tenemos mucho que decir aunque es difícil explicarlo, porque a ustedes lo que les entra por un oído les sale por el otro. En realidad, a estas alturas ya deberían ser maestros, y sin embargo necesitan que alguien vuelva a enseñarles las verdades más elementales de la palabra de Dios. Dicho de otro modo, necesitan leche en vez de alimento sólido. El que sólo se alimenta de leche es inexperto en el mensaje de justicia; es como un niño de pecho. En cambio, el alimento sólido es para los adultos, para los que tienen la capacidad de distinguir entre lo bueno y lo malo, pues han ejercitado su facultad de percepción espiritual. ”(Hebreos 5:11-14)

Los creyentes del primer siglo, al igual que puede ocurrir hoy, eran tardos para oír, tendientes a quedarse en los primeros rudimentos de la fe y resignados a los pocos avances en su crecimiento.

Esa condición les impedía alcanzar nuevas dimensiones en la vida de Dios. En tales circunstancias se dificulta el crecimiento personal y espiritual y, sin duda, los primeros problemas amenazarán con llevarlo a correr con desespero, sin rumbo fijo.

Tenga presente que la inmadurez espiritual es el fruto de ser oidores pero no hacedores de la Palabra. Crecer está ligado a la perseverancia. Tenemos que tener presente que hay una enorme diferencia entre envejecer en el Señor, y crecer en el Señor. ¿En cuál estado se encuentra usted?

Los problemas no desaparecerán porque los ignoremos. Estarán siempre ahí, latentes. En nuestra nueva condición de cristianos aprendemos que es necesario enfrentarlos. Sin duda saldremos airosos en nuestro propósito, porque a diferencia de épocas pasadas, tenemos a Jesucristo morando en el corazón y Él nos lleva a sobreponernos a las dificultades.

¡Obtendremos la victoria!.

© Fernando Alexis Jiménez. Todos los derechos reservados.

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