Que no se apague el amor

c. Haz las primeras obras.

La iglesia de Éfeso fue fundada por Pablo, pastoreada por Timoteo, liderada por Apolos. Aquellos fueron tiempos de gloria. La manera cómo se enfrentaron a la idolatría hablaba de una iglesia con una pasión por el Señor que ahora se le reclama para que regresen.

¿Y acaso no es esto lo que se espera de cada creyente? ¿No es cierto que la fuerza de la costumbre y la rutina en la vida cristiana hace que nos olvidemos de nuestras primeras obras?

Vuelve a ese primer amor impulsado por tu corazón amoroso. Regresa a tu tiempo de gozo en el servicio. Reconcíliate con él y con su obra. No dejes que te quiten tu candelero. Tú has sido llamado para ser un instrumento de luz.

IV. POR LA RECOMPENSA QUE LE ESPERA (vers. 7)

Hace apenas unas semanas se celebraron las Olimpíadas de Tokio 2020. Muchos fueron eliminados. Algunos ganaron medallas de bronce y de plata, mientras que muy pocos ganaron medallas de oro. Para algunos ha habido gozo, mientras que para otros han sido notorio las lágrimas y la frustración.

Las olimpíadas nos recuerdan la importancia de la competencia y de la necesidad de la disciplina para obtener el galardón. En el caso de la vida cristiana nadie apuesta para ser eliminado. Nuestro objetivo es el triunfo.

¿Qué les espera a los vencedores cristianos después que hayan competido legítimamente? El Señor dice: “Al que venciere, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios”.

El “árbol de la vida” es símbolo de provisión. Dios jamás defraudará a su pueblo cuando este sufre necesidad.

El fruto del jardín de Dios le está asegurado a todos los triunfadores. Dios espera que su pueblo viva en victoria. Son los victoriosos los que se le abre camino a ese árbol de la vida. Al principio se le prohibió a Adán y a Eva, por causa del pecado. Sin embargo, ahora se les promete a todos los triunfadores.

CONCLUSIÓN:

El texto termina diciendo: “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias”. ¿Qué le está diciendo el Espíritu Santo a nuestra iglesia hoy día?

¿Cuál es el mensaje que quiere comunicarle? Le está diciendo que revisemos cuáles son nuestras verdaderas motivaciones en el servicio al Señor.

Todo trabajo y celo que tengamos por la obra no debería sustituir la prioridad de mi amor. Recordemos la pregunta que le hizo el Señor a Pedro, “¿me amas más que esto?”. Mientras el Señor andaba en aquel candelero alabando la gran obra de la iglesia, notó que había “fisura en su costura”.

Descubrió que algo se había perdido en el proceso. Que algo había sido abandonado mientras se dedicaban al trabajo y a la defensa doctrinal. La queja del Maestro es que habían dejado el primer amor. Pero ¿a qué amor se refería Jesús? Seguro que era el “amor de los amores”.

Porque no hay amor más grande que el divino. ¿Qué hay en mi vida que ha substituido el amor a Cristo? Dejar el primer amor es dejar de amar lo que debiera ser lo primero en vida. ¿Qué nos motiva? La tradición y la religiosidad nos esclavizan; necesitamos un cambio de vida.

© Julio Ruiz. Todos los derechos reservados.
Iglesia Bautista Ambiente de Gracia, Fairxfax VA

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