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La angustia del alma

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Predicas Cristianas Predica de Hoy: La angustia del alma

Predicas Cristianas Lectura Bíblica de Hoy: Salmo 42

INTRODUCCIÓN:

El Salmo 42 es un texto universal y con el que se puede identificar a cada persona en sus distintas necesidades. Muchos compositores clásicos se inspiraron en este salmo para crear sus obras. Una de las piezas más conocidas es del magnífico J. S. Bach, siendo este el sexto movimiento de esa clásica obra musical, especialmente para la oración.

La palabra “alma” aparece seis veces en el salmo, por lo tanto, pudiera ser el tema dominante. El salmista le hace dos preguntas a su alma (vers. 5; 9), que revelan un estado de conmoción interna. Si David fue el autor de este salmo, sabemos cuán cercano él fue al corazón de Dios, pero también David fue un hombre angustiado del alma.

Y otros hombres como David no escaparon al sufrimiento de su alma. Moisés le hizo a Dios varias preguntas debido a la carga de un pueblo tan grande, lleno de quejas y murmuraciones como Israel (Número 11:12-15). Elías, el hombre que mató a los cuatrocientos profetas de baal, huyó un “día de camino” de la malvada Jezabel, quien quiso matarle. Ante esto, su alma se angustió con un reclamo a Dios (1 Reyes 19:4).

Job, el hombre más santo de la antigüedad, después de haber sufrido hasta el extremo por algo que no sabía se preguntó también: “¿Hasta cuándo Dios?” (Job 3:11). Mis amados, nadie escapa a esos momentos. La pérdida de un trabajo, un accidente, un eventual divorcio, la muerte de un ser querido… nos lleva a la pregunta: ¿por qué me sucede esto? ¿Por qué está abatida mi alma?

Esta condición del alma es un sentimiento de desesperación horrible, de impotencia y hasta de malos pensamientos. Puede llegar a ser un continuo estado de tristeza, una actitud que nos dice que nada está bien o que nada vale la pena. Es como un sentimiento de negación total donde a nadie le importo o nadie me acepta. En este salmo vemos a un hombre “tocando fondo”, profundamente deprimido. Entonces, de qué manera podemos analizar la angustia del alma de acuerdo con la presentación del salmista. Veamos.

I. LAS TRES CAUSAS DEL ALMA ANGUSTIADA

1. La ausencia del agua viva (vers. 1)

Nada es más desesperante que la sensación de tener sed. Los expertos han dicho que lo máximo que una persona puede durar sin beber agua son tres días, y aunque ha habido sus excepciones, ese estado produce la muerte. La desesperación de este animal por las aguas se debía a dos enemigos: los externos (depredadores) que seguían su olor para devorarlo, y el otro era la sed que lo devoraba por dentro.

“Las corrientes de las aguas” lo libraban de ambos enemigos, pues además de satisfacer su sed, esa misma corriente lo lavaba de su olor y los depredadores no lo conseguían. El salmista toma la figura del ciervo buscando “las corrientes de las aguas”, las que más satisfacen la sed, para comparar su deseo por la comunión con Dios.

El salmista, al desear también esas “corrientes de las aguas”, pareciera estar en tal desesperación que su alma se abate y se turba dentro de él, por no encontrar el agua viva de la comunión son su Padre celestial. La comunión con Dios es el asunto de mayor placer para el alma, como lo es el agua para el cuerpo; pero de igual manera, nada es más triste y desesperante que estar fuera de esa comunión.

¿Ha experimentado su alma este abatimiento? ¿Brama usted con este deseo en su corazón?

2. Sentirse lejos del Señor (vers. 2)

Si fue David quien escribió este salmo ya sabemos la manera cómo él convocaba a la adoración en el santuario. Esta verdad la encontramos en el (Salmo 95:1-6). Pero ahora él no está en el centro de esa adoración, está lejos. Alguna pena de su alma le hizo estar alejado de la adoración.

Algunos piensan que pudo ser la persecución de Absalón. Y es tal su desesperación que mientras va hablando del dolor agobiante, exclama como lo hiciera el Señor, camino a la cruz: “Dios mío, mi alma está abatida en mí”. Amados, un dolor físico no puede ser comparado con el abatimiento del alma.

De esta manera, el camino para levantarse es la pregunta misma: “¿Cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios?”. Esta pregunta revela una lucha personal, pero también un firme deseo de no durar más tiempo en ese estado de alma. No es Dios quien le habla de regresar, si no él mismo.

Un genuino creyente jamás podrá encontrar descanso, sino viniendo a su Señor. Y en esa turbación del alma, están los recuerdos de las bondades de Dios (vers. 6), los que más nos tocan. Un creyente sin la comunión con Dios es como un ciervo clamando por las aguas en el desierto. Nada es más triste que estar alejados del Señor.

3. Las nostalgias que atormentan (vers. 4)

El hombre que escribe este salmo está sumido en un gran abatimiento, llevándolo a evocar una profunda nostalgia de algo que anhela volver hacer. Hay una “remoción interna” cuando se evoca al pasado, y lo comparas con la situación de lo que ahora se pudiera estar pasando.

Sin embargo, lo que te hizo feliz en un momento no puede constituirse en un indicador para tu vida en el presente. Vivir de los recuerdos es cargar con un pasado acuesta. Ciertamente hay algunas experiencias de nuestros años pasados que pudieron ser mejores a las de hoy, pero la vida no se detiene.

A lo mejor el recuerdo de nuestros países nos llevan a una incontrolable nostalgia hasta llegar a decir: Me acuerdo cuando fui a mi pueblo y estaba tan bonito todo; me acuerdo cuando en mi país era un ingeniero, diseñador de casas, y ahora soy un ayudante en la construcción de ellas; me acuerdo cuando era un profesor de idioma, y ahora me cuesta aprender uno nuevo; o cuando tenía mi propia oficina, y mi trabajo ahora es de limpiarlas. Hay una nostalgia que, en lugar de hacerme bien, nos hace mal.

Cuando las cosas no salen como quería, puede atacarnos la frustración y se abata el alma. Esto profundiza nuestro estado. Hay recuerdos que nos acompañan y muchas veces nos paralizan.

II. LOS TRES SUFRIMIENTOS DEL ALMA ANGUSTIADA

1. Alimento de lágrimas (vers. 3)

Este versículo pareciera contradecir una popular canción que dice: “Ni una lágrima más”. Por lo general las lágrimas se asocian con la pena, pero lo cierto es que cualquier emoción puede provocar lágrimas. Hay lágrimas de tristeza, rabia, y hasta de despecho; pero también hay lágrimas de alegría y de admiración.

Aquí tenemos a un hombre llorando intensamente; su lloro era de “día y noche”. Su ser fue estremecido por abundantes lágrimas, cuyo origen pudo ser por una fuerte depresión del espíritu. ¿Se ha alimentado alguna vez solo con sus lágrimas? ¿Han sido ellas su pan de día y de noche?

La Biblia describe el llorar por la noche y la alegría por el día. Y hay situaciones donde el llorar sustituye el alimento. Hay un abatimiento del alma que parecieran no tener consuelo. Sin embargo, la promesa para quien llora en su soledad es que el Señor convertirá sus lágrimas en gozo (Isaías 61:3), y muy pronto ya no habrá más lágrimas (Apocalipsis 21:4).

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