Samuel, un hombre consagrado a Dios

El principio de las primicias

Ana, con este gesto de entrega, nos enseña también el principio de las primicias. Ella consagró al primer hijo que tuvo, lo santificó, separándole de su casa, lo apartó y se lo entregó al Señor y que pasó? Que Dios mas adelante le dio otros 5 hijos más. 1 Samuel 2:21.

Romanos 11:16. “Si las primicias son santas, también lo es la masa restante; y si la raíz es santa, también lo son las ramas”.

Este versículo es una referencia a lo que leemos en Números 15:21De las primicias de vuestra masa daréis al Señor una ofrenda por vuestras generaciones“. Una parte de la masa para hacer el pan era ofrecida a Dios como señal de que toda la masa era aceptable.

Ahora si la primicia, es decir la primera pequeña porción de masa, quedaba separada para Dios, ¿qué diremos de la totalidad de la cosecha?

Esto nos enseña que si consagramos para Dios nuestras vidas, nuestras familias, nuestro ministerio, nuestras posesiones y todo lo que tenemos, se lo damos a Dios como primicias; vamos a garantizar que todo lo demás durante el resto de este año, va a ser santificado también y bendecido.

Tendremos una cosecha abundante. Ese es el verdadero propósito, cuando celebramos nuestra fiesta de las Primicias, apartar lo primero de nuestras vidas y posesiones y ofrecerlo a Dios en agradecimiento al principio del año; para que el resto también sea bendecido.

ENSENANSA DE LA LA VIDA DE SAMUEL

La vida de Samuel nos enseña, que nuestras vidas también son un milagro de Dios. Un día estábamos muertos, estériles, sin vida y Dios vino a nuestro corazón para vivificarnos, darnos un propósito santo y este es el de servirle y por eso quiere que hoy ofrezcamos nuestras vidas primeramente como primicias al Señor, para servirle en su templo y seamos Santos como Él es Santo. 1 Pedro 1:16porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo.

Si en este momento te sientes en pecado, pide perdón a Dios ahora mismo y recuerda que el siempre te perdona; El es un Dios misericordioso.

Miqueas 7:18-19¿Qué Dios como tú, que perdona la maldad, y olvida el pecado del remanente de su heredad? No retuvo para siempre su enojo, porque se deleita en misericordia. 19 El volverá a tener misericordia de nosotros; sepultará nuestras iniquidades, y echará en lo profundo del mar todos nuestros pecados.

© Moreiba Cabrera. Todos los derechos reservados.

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