El peor crimen del mundo

I. Porque no hacemos lo bueno (vers. 9)

“…No estamos haciendo bien…”

Cuatro hombre leprosos y hambrientos sentados a las afueras de Samaria se lamentaban se su actual condición, cuando de pronto a uno le vino una idea a su mente “… ¿Para qué nos estamos aquí hasta que muramos?” (vers. 3) de pronto se dieron cuenta de que nada hacían en relación de resolver su situación, por lo tanto los cuatro hombres toman una difícil, peligrosa y hasta desesperada decisión “…Vamos, pues, ahora, y pasemos al campamento de los sirios; si ellos nos dieren la vida viviremos; y si nos dieren la muerte, moriremos” (vers. 4)

Estaban decididos a todo, se habían dado cuenta que nada perdían con ir y tal vez rendirse ante el enemigo, de todas formas morirían de hambre en Samaria o bajo la espada de los sirios, pero habían un chance u oportunidad, pero para descubrirlo debían arriesgarse yendo ante los sirios.

Sin embargo los cuatro leprosos se llevaron una gran sorpresa al llegar al campamento y descubrir que estaba abandonado (vers. 5) y que por la manera en la que estaba el campamento se podía notar que habían huido rápidamente, el cronista sagrado nos aclara que fue Dios quien confundiéndolos les hace creer que son atacados en una gran emboscada por aliados de los israelitas (vers. 6).

Los hombres ya en el campamento y darse cuenta del abandono, hacen lo que muchos harían en su lugar: “…comieron y bebieron…” (vers. 8) saciaron su más básicas y más importantes necesidades, posteriormente vieron por su seguridad económica: “…y tomaron de allí plata y oro y vestidos…” (vers. 8).

Pero me llama la atención lo que hicieron después “…y lo escondieron…” y después fueron a otra tienda y volvieron a hacer lo mismo “…y lo escondieron” (vers. 8). Pero, lo malo no era que comieran y bebieran, tampoco para su tiempo y moral, el quedarse con un botín no era algo necesariamente malo, sino que su consciencia les redarguye a saber que lo que hacen no están bien, pero ¿Qué es lo que no está bien? El que solo ellos 4 estuvieran disfrutando de semejantes bendiciones, mientras los demás israelitas estaban muriendo de hambre en Samaria.

Ellos toman consciencia, es decir se dan cuenta, el texto dice: “…se dijeron el uno al otro: No estamos haciendo bien…” (vers. 9) y no se referían a comer o hacerse de algunos bienes materiales, sino de su egoísmo. Existe una oración en el medio católico llamada “El yo Pecador” y en una de sus frases dice: “…he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión…”

Algunos no entienden esto de la omisión. Muchas veces creemos que pecar o hacer lo malo, únicamente se refiere a “lo que hacemos”, al no cumplimiento de ciertas reglas o mandamientos.

En la mayoría de los casos la gente puede confesar a Dios sus pecados, es decir le dicen a Dios lo malo que hicieron; pero poco, muy pocos consideran que “no hacer” o “dejar de hacer lo bueno” es igual o más grave que aquello malo que hicimos.

Santiago el apóstol dice claramente: “Y el que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado” (Santiago 4: 17) los leprosos sabían esto por eso se dicen entre ellos “…callamos; y si esperamos hasta el amanecer, nos alcanzara nuestra maldad…” (vers. 9). No hablar de Jesús, no compartir con los no creyentes el camino a la vida eterna es un pecado y es el peor crimen que usted puede cometer contra las personas.

Rick Warren dice: “Si tu vecino tiene cáncer o SIDA y sabes cuál es la cura, sería un crimen que retuvieras esa información que le salvaría la vida” Tal vez el argumento más utilizado para no hablar de la salvación en Cristo es que las personas parecen no necesitarlo, pues se ven tan felices, exitosos y que además cada quién en su propia experiencia se vincula con Dios, a su manera.

Pero esta es una mentira, no importa cuán felices, exitosos aparenten ser las personas, sin Jesús están perdidas y están listas para el infierno eterno. La Biblia dice tajantemente “Jesús es el único que puede salvar a las personas” (Hechos 4: 12 PAR) y no decirle a los demás esto está mal, véanlo por donde lo vean, los cuatro leprosos se dieron cuenta de su error, pues lo que estaba escondiendo no era el oro, la plata y los vestidos, sino la bendición que Dios había dado a todos y solo ellos estaban disfrutando.

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