El bien y el mal

Los “Pobres de espíritu” se juzgan a sí mismos confesando su debilidad, y dicen: “Señor, no puedo ser como tú eres pues no puedo escuchar tu voz a través de tus siervos los profetas”, entonces lloran por su pecado y se lamentan no poder ser como el Señor quiere que sean, y es ahí cuando reciben consolación (Isaías 57:15).

Si decimos que vamos camino a la perfección, que estamos siendo formados a la imagen de Cristo, entonces, aquél que quiera ubicarse sobre sus hermanos no es manso ni humilde, y no podrá tener paz en su corazón (Filipenses 2:3-7).

Recordemos siempre que “El discípulo no es superior a su maestro; mas todo el que fuere perfeccionado, será como su maestroLucas 6:40.

Conclusión

De David se dice que era un hombre conforme al corazón de Dios. Tuvo la oportunidad de matar a Saúl y solamente cortó con su espada la punta del manto.

Pudo permitir que Abisai matara a Simei cuando le maldecía, pero no lo hizo. Esto sucedió porque pensó que era Dios el que le hablaba a través de ese hombre.

Pensemos cuantas veces hemos hablado o criticado un hermano, del Pastor o del Ministro porque nos confrontaba con la verdad de la Escritura, y dijimos que eran cosas o palabras de hombre en lugar de pensar que Dios nos estaba hablando a través de ellos.

Lo que sucede es que David no miraba las circunstancias, sino a Dios. Cuando danzó lo hizo para glorificar a Dios y no para agradar a su mujer. Y fueron muchas las veces que David agradó a Dios, aun cuando debió humillarse y arrepentirse por sus pecados.

Pensemos cuales son los motivos por los cuales criticamos, murmuramos, queremos estar en el altar, o tener alguna participación en las actividades de la congregación.

Reflexionemos sobre lo que nos ha planteado el Señor en este día, y le pidamos a Dios que nos haga hombres conformes a su corazón, que nos quite todo pensamiento de mal y ponga en nosotros los frutos del Espíritu.

© Ricardo Hernández. Todos los derechos reservados.

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