La Grandeza en el Reino de Dios

Ya Jesús les había prometido a sus discípulos que ellos se sentarían en doce tronos para juzgar a Israel, De cierto os digo que en la regeneración, cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria, vosotros (sus discípulos) que me habéis seguido también os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel”. (Mateo 19:28).

Siempre será verdad incuestionable que el que comparte la campaña de Cristo, compartirá el triunfo de Cristo; y el que lleva la cruz, llevará la corona.[3] El Señor no dejará en vergüenza y sin recompensa a los que le sirven con fidelidad.

Pero Salomé, Juan y Jacobo, no contentos con esta honrosa promesa de Jesús, querían además lugares de preferencia por encima del resto de los discípulos. No pensaron en ninguno de los otros diez que también habían dejado todo para seguir a Jesús.[4] (Filipenses 2:3-4). Ellos confundieron las realidades terrenales con las celestiales,[5] de ahí la petición: “Ordena que en tu reino se sienten estos dos hijos míos, el uno a tu derecha, y el otro a tu izquierda.” (Mateo 20:21).

Imagínese que sentarse a la derecha del rey era el primer lugar de honor, poder y privilegio. Y sentarse a la izquierda era el segundo lugar de honor. Esta petición revela que estos dos hermanos no sólo eran vengativos, sino además ambiciosos.

Es que siempre podemos encontrarnos con personas que quieren privilegios sin deberes, bendiciones sin compromisos, honras sin sacrificios. Y en el reino de Dios, no hay gloria sin historia.

Esta gente no había conseguido comprender a Jesús. Como también hoy existen creyentes que no logran comprender a Jesús y el nuevo estilo de vida en su reino. Tanto Mateo como Marcos dicen que antes de que surgiera la petición de Juan y Jacobo, Jesús por tercera vez les anunció su muerte y resurrección, pero ellos no lo entendían (Marcos 10:32-34). Pienso que el Señor se quedaría asombrado cuando escuchó semejante petición fuera de contexto. (Afganistán vs. parque de Disney).

Tanto Mateo como Marcos explican que Jesús respondió con una observación y una pregunta, como solía hacerlo. No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber del vaso que yo he de beber, y ser bautizados con el bautismo con que yo soy bautizado? Y ellos le dijeron: Podemos.” (Mateo 20:22).

Queda claro según esta pregunta de Jesús, que para poder compartir el reino glorioso de Cristo, sería necesario sufrir y morir tal y como él iba a sufrir y morir. El vaso simboliza sufrimiento (Marcos 14:36), y el bautismo significaba muerte (Romanos 6:3-4). Recordemos que Jesús fue llamado no sólo a sufrir sino también a morir.

Nunca olvidemos que la biblia dice que los que desean ser glorificados en su reino deben primero sufrir con Él. Y, como somos sus hijos, también somos sus herederos. De hecho, somos herederos junto con Cristo de la gloria de Dios. Pero, si vamos a participar de su gloria, también debemos participar de su sufrimiento.”  (Romanos 8:17 NTV). (cf. Mateo 5:11-12; Gálatas 2:20).

La rápida respuesta de Jacobo y Juan: Sí, podemos (Mateo 20:22c), muestra que ellos no captaron el alcance, ni de su petición ni de la respuesta que les dio Jesús. No eran conscientes de lo que les esperaba en el futuro y que Jesús se lo anticipaba cuando les dijo: “A la verdad, de mi vaso beberéis, y con el bautismo con que yo soy bautizado, seréis bautizados” (Mateo 20:23a).[6]

Jesús les advirtió que ambos, Juan y Jacobo, sufrirían persecuciones y muerte por su causa. Jacobo fue el primero de los discípulos que sufrió el martirio, bajo el reinado de Herodes Antipas I (Hechos 12:2).

Después de un ministerio de muchos años en Éfeso, Juan sufrió el destierro en la Isla de Patmos, por causa de la palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo (Apocalipsis 1:9). Juan también sufrió martirio durante una ola de persecución en Roma, pero fue librado de la muerte. Juan murió de viejo y fue el único de los apóstoles que falleció de muerte natural.

Pero a pesar de todo lo que ellos sufrirían por la causa del evangelio, Jesús les dice: pero el sentaros a mi derecha y a mi izquierda, no es mío darlo, sino a aquellos para quienes está preparado por mi Padre.” (Mateo 20:23b). Tales honores se reparten según el plan eterno de Dios. Dios mismo dará a cada persona su lugar apropiado en el cielo.

Jesús explica la grandeza en el reino

Tanto Mateo como Marcos cuentan que los otros diez discípulos se indignaron con Juan y Jacobo por ser egoístas pidiendo un lugar mejor que el suyo en el reino de Cristo. (Mateo 20:24).

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