Huyendo en dirección a Dios

Hay aquí un sentido muy personal de Dios. A través de estos versículos David dice: “Tu espíritu… Tu presencia… Tú estás allí… Tu mano… y Tu mano derecha… la oscuridad no me esconde de Ti”.

Ciertamente Dios está en todas partes, pero todas las partes no son Dios. Su omnipresencia lo llena todo. He aquí la más absoluta seguridad revelada de la palabra.

Ninguna otra presencia puede estar simultáneamente, al mismo tiempo, como la de Dios. De esta manera, en los casos hipotéticos donde David piensa huir lejos del Señor a esos lugares mencionados, allí está Dios. No hay manera de escapar de Dios.

Cuando pretendemos huir de Dios, lo estamos haciendo hacia Él. Paradójicamente, mientras más nos alejamos de Dios, más cerca estamos de Él, aunque esto no indique alguna comunión con Él. Si usted va a huir, hágalo siempre hacia Dios, porque Él está en todas partes.

2. “Allí estás tú… allí tú estás…me guiará tu mano… alrededor de mi” (verss. 8-10)

Qué pensamiento tan reconfortante es este, no hay absolutamente ningún lugar en la tierra, o incluso más allá de esta tierra, donde no podamos encontrarnos con la presencia íntima y la dirección de Dios en nuestras vidas. La pregunta sería ¿hay un lugar donde no esté Dios?

Otros, aparte de David, testificaron de esa dulce compañía al momento de haber pasado por una terrible prueba. Jacob es un ejemplo de un hombre en fuga. Al engañar a su hermano Esaú, huyó de su presencia por temor a su ira.

Mientras huía hacia Harán, un lugar nuevo jamás visto antes por él, el Señor le dijo en un sueño “he aquí Yo estoy contigo, y te guardaré por dondequiera que fueres, y te traeré de nuevo a esta tierra; porque no te dejaré hasta que haya hecho lo que te he dicho” (Génesis 28:15).

Cuando Jacob despertó de ese sueño, reconoció la presencia de Dios allí, y él no lo sabía. Esto nos muestra la omnipresencia de Dios, porque si aun la huida es delante de los hombres, Dios nos encontrará. En todos los casos imaginarios donde David podía pensar en huir, al final dice: “Allí estás tú”.

II. EN TODO CASO EL NOS GUÍA EN NUESTRA HUIDA

1. “Si tomare las alas de la mañana… allí me guiará tu mano…” (vers. 10)

Dios no nos suelta, aunque vayamos lejos. El creyente es representado aquí como un niño pequeño cuya mano está firmemente sujeta por su padre. Como el padre guiando a su niño de la mano, así Dios también nos guía por el camino correcto y nos sostiene para protegernos del daño y el peligro.

En cualquier lugar o situación, debemos confiar plenamente en la dirección del Señor. Dios ya ha trazado un camino integral para nuestras vidas que abarca todo, y en la medida que avanzamos, Él ordena a las circunstancias acomodarse para cumplir este plan. Para esto, Él puede abrir una puerta y cerrar otra. Nuestra responsabilidad a lo largo de todo este camino es determinar hacia dónde nos lleva el Señor.

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