Un padre tonto

¿Qué pasos has llevado acabo para resolver eso que sabes que te detiene a ser amoroso con tus hijos? Lo triste del asunto es que son muchos lo papás que prefieren seguir siendo considerados “normales” a ser considerados “tontos” por amar incondicionalmente a sus hijos.

Antes de terminar este punto hay que hacer una clara diferencia, el papá de la parábola no aplaude a su hijo en su pecado, sino que le aplaude por su regreso, por su arrepentimiento. ¿Cómo es un padre tonto?

Es una persona que demuestra amor, sobre todo cuando las cosas son más difíciles de resolver. El hijo regresa, el padre corre a su encuentro, lo abraza y lo perdona con un beso, símbolo de perdón y aceptación como hijo. Juan el apóstol dice: “…no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad” (1ª Jn 3: 18)

II. Un Padre Tonto es restaurador (vers. 22)

“…sacad el mejor vestido, y vestidle…”

Un padre “normal” actuaría muy diferente al papá de este joven rebelde. Muy seguramente después de reprocharle sus errores le impondría una dura prueba con el propósito de volver a tenerle confianza.

Pero este tonto papá lo que hace, después de recibirlo con besos y abrazos, es que decide darle más. Este joven venía en condiciones francamente lamentables, pues su oficio era el de cuidar cerdos (vers. 15), un oficio no muy limpio que digamos.

Seguramente este joven no había querido perder tiempo en arreglarse para ver a su padre, por lo que su aspecto debió haber sido muy desagradable, sucio, mal oliente y descalzo; el papá se percata de esto y ordena a sus criados: “Sacad el mejor vestido y vestidle…” (vers. 22).

Este hijo es tratado como huésped distinguido; pues le son cambiados sus andrajos por vestimentas dignas y aptas, lo que le confiere ante todos alta distinción, un alto honor de parte de su padre, en otras palabras le da reconocimiento de hijo digno ante los demás. Además dice a sus criados: “…y ponedle un anillo en su mano…” (vers. 22), símbolo de autoridad, pero también de pertenencia y pacto.

Las tribus antiguas sellaban sus alianzas y se identificaban a través de pedazos de metal en forma de aro que colocaban entre sus dedos. Así pues el padre refuerza la idea ante todos de que ese mal oliente y rebelde joven es su hijo y que por lo tanto debe ser tratado con decoro y respeto, le da reconocimiento y autoridad.

Por último dice: “…y calzado en sus pies” (vers. 22); por estas instrucciones dada a los criados, podemos estar seguros que el hijo llegó descalzo ante su padre; pero su padre ordena que calcen sus pies con zapatos, los cuales solo eran usados por las personas del alta jerarquía.

Todo esto con la sola idea de restaurar a su hijo ante sus propios ojos y de los demás; hizo todo esto como si nada hubiera pasado; aunque ellos sabían que sí había pasado y que todo se había solucionado. Pero hay más para este hijo.

No sólo el papá lo viste de “pipa y guante” sino que organiza una gran fiesta en la que mandó: “…traed el becerro más gordo y matadlo y comamos y hagamos fiesta…” (vers. 23), algunos pensarían que este es un padre de impunidad, pero no, es un padre que restaura después de que la vida ha enseñado duramente al hijo a valorar a su padre; por eso decimos que a los ojos de los demás, este es un padre tonto.

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