Que nos amemos unos a otros

Cuando me uní a la iglesia, allí descubrí un amor fraternal jamás experimentado. Al hacerme cristiano entendí cuán grande es el amor de Dios por cada uno de nosotros, y de igual manera, el amor de mi corazón por aquellos que aman al mismo Dios. Si no amo así, permanezco en muerte.

III. PORQUE JESÚS ES NUESTRO MODELO DE AMOR

1. Jesús puso su vida por nosotros (vers. 16)

No hay ejemplo mayor respecto al mandato de amarnos unos a otros como el amor de Cristo. Una cosa es amar de labios y otra muy distinta es de hechos.

Jesucristo es nuestro modelo supremo cuando hablamos del tema del amor hacia los demás. Su muerte no fue pasiva como el sacrificio hecho con un animal. Su muerte fue activa y determinada. Por su absoluta decisión dio su vida por los demás.

En una de sus más grandes declaraciones, cuando se acercaba al final de su vida en el fiel cumplimiento a su misión y destino, dijo: “Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos” (Juan 15:13). Jesús dio su vida por nosotros, pero de acuerdo con Juan, se puede aborrecer a los hermanos por quienes él murió.

El amor significa la disposición de hacer cualquier cosa por los demás, lo contrario a esto no es amor. Con este ejemplo, Juan nos anima a considerar el valor de las demás personas.

Es estar dispuesto a renunciar a la propia vida para que otros vivan. Nuestra naturaleza egoísta no considera el valor de este sacrificio. Por lo general vivimos pensando más en nosotros en lugar de otros.

Esto es normal en el mundo, ¿y qué pasaría si esto llega a ser normal en la iglesia?

2. “También nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos” (vers. 16b)

Esta declaración nos compromete a revisar nuestra salvación. El amor que tenga o no por mi hermano, es una de las pruebas de mi salvación. Si no me sacrifico por mis hermanos, y solo velaré por mis derechos, jamás veré en mi hermano la oportunidad de amarle o de servirle.

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