El poder de la oración

Hay en la Biblia tres casos de oración que me dejan siempre sorprendido:

El primero lo encontramos en el libro de Ezequiel, donde aparece Dios examinando la tierra y vio que la gente, los sacerdotes y los profetas estaban en pecado. Todo andaba mal y no parecía haber esperanza para la nación (Ezequiel 22:30).

¿Qué es lo que Dios buscaba? Buscaba a alguien quien se interpusiera entre la gente impía y rebelde y el Santo Dios. El Señor buscaba un hombre de oración y la respuesta fue: “…Y no lo hallé…” (Ezequiel 22:31a).

El segundo es en la vida de Abraham, con quien el Señor había hecho un pacto. Dios había escuchado el clamor contra Sodoma y Gomorra y dijo: “No haré nada contra aquellas ciudades hasta que no hable con Abraham.

Entonces Abraham actúa con astucia proponiendo acciones a Dios y le dice: (Génesis 18:24-33). Vemos que un hombre de oración estaba intercediendo por dos ciudades, hizo lo imposible para que Dios no destruya Sodoma y Gomorra.

El tercer caso tiene que ver con una experiencia de Moisés. El Señor dijo: “.¿Hasta cuándo he de aguantar a este pueblo? Los quitaré de en medio y empezaré de nuevo con otra gente.” Moisés no contestó: “Señor, pienso que es la mejor idea que has tenido, me buscaré un lugar apropiado y desde allí observaré cómo los destruyes”.

Moisés dijo: “Señor, no lo hagas, yo te pido que perdones a este pueblo por amor a mí”. Luego Jehová respondió: “Yo los he perdonado conforme a lo que tú has dicho.” ¡Así de grandiosa es la oración! (Números 14).

Necesitamos ajustar nuestra idea a la grandeza de la oración. A veces pensamos que la oración es únicamente para quienes tienen tiempo de sobra, pero Dios se deleita en la oración de los justos y nos invita para que participemos en su soberanía por medio de la oración. Jeremías 33:3 dice: “...Clama a mí y yo te responderé y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces…”

5. La única manera de aprender y desarrollar una vida de oración es orando.

En Mateo 6 encontramos a Jesús enseñando sobre la oración. Él suponía que sus discípulos oraban, entonces les dijo: (Mateo 6:5-7). Jesús contesta tres preguntas básicas en este pasaje: cuándo orar, dónde orar y cómo orar.

El poder de la oración: ¿Cuándo orar?

Tiene que ser una parte regular de nuestras vidas. En Lucas 18:1 habla sobre la necesidad de orar siempre y no desmayar. ¿Dónde orar? “…Entra en tu aposento…”, es decir un lugar privado de oración. No busquemos un lugar en medio del tráfico o mientras oímos música en alto volumen.

¿Cómo hacerlo? (Mateo 6:9-13). Su intención no fue que usáramos esta oración para repetirla sin ningún sentido, sino para que tengamos un modelo. Lo primero que Jesús dijo fue:

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