El examen final

b. Juicio final – Ovejas y cabritos (vers. 33)

Jesús fue el maestro de las ilustraciones, sus parábolas dan razón de la forma cómo enseñó. Comparar a los perdidos con los cabritos y a los salvados con las ovejas fue definir de una manera muy marcada a aquellos que participarán de su examen final. La práctica de la separación fue muy común del oficio pastoril al fin de cada día cuando ubicaban las ovejas en un lugar y los cabritos en otro (Ezequiel 34:17–22).

Lo primero que debemos notar es que son animales distintos en su carácter, o naturaleza. Mientras está de día el pastor los deja a todos mesclados, pero cuando llega la noche los separa. Por otro lado, esta comparación de los cabritos con las ovejas era un asunto de valor.

Las ovejas producían leche, lana y carne. Un ejemplo de lo que aquí se afirma lo tenemos en la queja del hijo mayor de la parábola del hijo pródigo: … nunca me has dado un cabrito… (Lucas 15:29), mientras que al menor le había matado el becerro gordo.

La separación en el juicio final no podía ser más intrigante. Todos andamos mesclados durante el día porque estamos en el mundo, pero llegará la “noche” cuando el Pastor nos llame y nos separe para el destino final.

III. JUICIO FINAL – LAS PREGUNTAS DEL EXAMEN

a. La pregunta de la sorpresa (verss. 34-40)

El presente texto nos revela cuál es el contenido del examen. Lo primero que vemos acá es la gran sorpresa de los justos al oír de su salvador las palabras más dulces que se podrán escuchar el día cuando estemos en su presencia: “Por cuanto lo hicisteis a uno de mis hermanos más pequeños a mí lo hicisteis”.

En esta pregunta que hacen los sorprendidos del Señor hay seis actos de necesidad donde estuvieron envueltos los justos y los injustos y donde el creyente se hace merecedor de este elogio del cielo. Las tres primeras necesidades: hambre, sed y techo son de carácter universal y para eso todos tenemos el sagrado deber de ayudar.

Diríamos que estos actos de amor los podemos hacer con más facilidad que las otras tres, pues estas últimas, que tienen un mayor grado de miseria, requieren de mayor compromiso y más sacrificios para hacerlas.

Cuando Jesús dijo “lo hicisteis a mi” estaba reconociendo que él pasó por esas miserias humanas en su más honda identificación con el hombre en sus penas. Mis hermanos, si en la vida cristiana no hacemos esto tendríamos que revisar si soy verdaderamente un hijo de Dios. El Señor no te calificará por tu sola asistencia a la iglesia, sino por los actos de amor hacia sus “pequeños”.

b. La pregunta desalentadora (verss. 41-45)

Una de las sorpresas de este pasaje es la calificación que Jesús hará de lo que Pablo dijo cuando habló que fuimos “creados en Cristo Jesús para buenas obras”. El creyente habla mucho de Efesios 2:8 al referirse a su salvación por gracia, pero me temo que muy pocos conocen la importancia de Efesios 2:10.

Otra vez, al final de la jornada el Señor no tomará en cuenta tanto tu fidelidad como asistente a los cultos de tu iglesia si esto no te llevó a verdaderos actos de amor por los que sufren y tienen menos.

1 comentario en «El examen final»

  1. lo Bendigo pastor tome su predica para compartirla en nuestra congregacion ya le pedi al Sr Dios todopoderoso que le bendiga grandemente por compartirla .

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