El verdadero avivamiento

Hoy día parece que nos fiamos de lo que tenemos, hay templos, hay salto, hay música fuerte, hay gritos, pero no hay presencia… no, eso no es avivamiento, porque el mundo se sigue perdiendo cada día más. Templo de Jehová es este… pero ¡¿DÓNDE ESTÁ JEHOVÁ?! ¿Está en el templo?, porque si no es así estamos en graves problemas.

“Curaron la herida de mi pueblo con liviandad, diciendo: Paz, paz; y no hay paz…” Podemos aparentar lo que queramos, pero Dios ve una realidad distinta a la que nosotros mostramos, porque él sondea el corazón.

En 2 Reyes 6:24 en adelante narra una historia que me hizo reflexionar muchísimo: Cuenta del sitio a Samaria, cuando el rey de Siria puso sitio a la cuidad, no había más alimento en la ciudad, no tenían fuerzas para pelear, no tenían esperanzas. El rey de Israel se paseaba por el muro de la ciudad, cuando una mujer lo llamó y le planteó desesperada una situación.

Con una mujer vecina habían arreglado que hoy comerían al hijo de esta mujer y mañana al hijo de la otra, pero luego la otra mujer escondió a su hijo para que no lo comiesen. Cuando el rey oyó estas palabras, dice que se rasgó sus vestiduras, y todo el pueblo vio el cilicio que traía debajo de su vestido real. A pesar de todo lo que pasaba, él seguía vestido con su ropa real hasta que la situación pudo más que él. Habían llegado al canibalismo… ¡el pueblo de Dios!

Delante de Dios no pudo aparentar. El cilicio no apareció súbitamente debajo de sus ropas, sino que hacía rato que lo traía puesto. Nadie lo veía… excepto Dios. ¿Cuánto más tardaremos en humillarnos y mostrar lo que en realidad traemos bajo nuestra apariencia de “reyes y sacerdotes”?

Aun en la casa de Dios, entre los ministros hay falta de amor, hay corrupción, lascivia, pecados ocultos (Jeremías 23:11), pero que no permanecen ocultos ante los ojos del Señor.

Conclusión

Es tiempo de que el pueblo busque un avivamiento, que en ceniza y cilicio se arrepienta, que rasgue su corazón y no sus vestidos. Dios es santo y no puede morar en medio del pecado. Hermanos que murmuran. Mentiras entre hermanos. Falta de amor. Falta de compromiso. Corrupción. Pastores y ministros que lucran con el evangelio. Malas palabras aun entre los ministros del altar. Pecados escandalosos en todas las áreas. Precisamos un avivamiento.

Es tiempo ahora, luego de haber leído todo este mensaje, que entendamos que el Señor nos demandará por todo lo que nos dio. El día del Señor viene, Él tomará cuentas e todo lo que nos dio. Ya hemos llegado hasta aquí, ¿para qué esperar más?

El tiempo es ahora, de buscar un avivamiento verdadero, en el que Dios sea quien se glorifique y nadie más. Para eso hace falta algo importantísimo: ARREPENTIMIENTO GENUINO. ¡¿QUÉ ESPERAMOS…?!

Dios nos ayude.

“Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano.” Isaías 55lics6

© Guido H. Lizzi. Todos los derechos reservados.

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