Las mujeres en el ministerio

La tradición judía prohibía que las mujeres hablaran en las sinagogas. Aunque no existía autoridad bíblica para respaldar tales normas, los judíos creyentes todavía insistían sobre la adherencia a sus tradiciones religiosas.

2. Arreglos especiales para los asientos.

Sus arreglos para los asientos en los lugares de adoración fue una aceptación general de la tradición del templo judío. Siempre había existido un área restringida para las mujeres, sección ubicada en la parte trasera de las sinagogas y limitada para las mujeres, donde sus críticas y habladurías no interrumpieran la adoración sagrada.

Los hombres que siempre habían sido los instrumentos santos de Dios, ocupaban la sección principal donde pudieran ejercer la adoración espiritual, conducir sus servicios o reuniones, debatir y discutir los asuntos corrientes, asuntos de negocios, problemas y oficiar en sus ceremonias.

Las iglesias en algunos países, Egipto como un ejemplo, todavía sientan a las mujeres en una sección separada.

En lo que a las mujeres se refería, en la época de Pablo eran generalmente consideradas un poco más que bienes muebles humanos, usualmente sin educación, sin cultura y faltas de experiencias.

En la nueva revolución cristiana, los judíos varones que se convertían, admitían a regañadientes el hecho de que las mujeres pudieran ser salvas.

Al considerar los prejuicios que tenían contra las damas en tan baja estima, resultaba ser una agonía integrarlas al santuario, y estaba fuera de todo debate que esas “criaturas inferiores” pudieran hablar o enseñar. La superioridad del hombre no podía tolerar ese grado de indignidad.

La nueva libertad descubierta por la mujer en Cristo estaba en conflicto directo con el antiguo sistema judío, y el resultado fue la aceptación general de una barrera distinta entre el varón y la mujer entre aquellos cristianos primitivos.

3. La necesidad del orden y dignidad.

Para hacer la cuestión peor, las mujeres no eran usualmente educadas, y tendían a hacer ostentación de su nueva libertad como cualquier pueblo oprimido o esclavizado que es puesto en libertad repentinamente.

Ellas siempre habían sido mantenidas fuera de la Corte de las Mujeres. Ahora podían entrar al interior del edificio donde pudieran ver y escuchar todas las cosas.

Esto era intrigante, encendiendo sus espíritus. Algunas eran elocuentes; otras tempestuosas y clamorosas. Aun otras eran insaciablemente curiosas e inquisitivas.

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